Por Ana Castañuela
La llegada de Miguel Ángel Riquelme Solís al gobierno de Coahuila le abrió la puerta a que decenas de laguneros llegaran a ocupar cargos de decisión. Al cerrar su administración el próximo 30 de noviembre, unos 22 servidores públicos originarios de Torreón, que ocupan cargos de relevancia, dejarán con él la estadía que tuvieron en Saltillo al menos desde 2017.
Otros 40 trabajadores sindicalizados del ayuntamiento de Torreón, que contaban con una licencia sin goce de sueldo para laborar en Saltillo en la administración estatal, regresarán a sus plazas en diciembre.
Desde 1969, cuando Braulio Fernández Aguirre concluyó su gobierno, Coahuila no tuvo un mandatario lagunero, excepto por los 112 días en los que Francisco José Madero González cerró la convulsa gestión de Óscar Flores Tapia, quien renunció en agosto de 1981 a un periodo que concluía el 30 de noviembre del mismo año.
En los años noventa, cuando la idea del “dedazo” presidencial empezó a romperse generando cierta apertura a la competencia interna dentro del PRI y posteriormente con liderazgos panistas consolidados a finales de esa década, convertidos entonces en la principal oposición, las expresiones sobre “un gobernador lagunero” se convirtieron en argumento de promoción política.
La ausencia lagunera en la titularidad del Ejecutivo estatal llegó a su fin en 2017, cuando Miguel Ángel Riquelme (PRI) y su coterráneo José Guillermo Anaya (PAN) disputaron la gubernatura en una cerrada elección con el conocido resultado de último minuto.
Riquelme, con una carrera política que inició como operador electoral y con intenso trabajo político regional, incorporó a muchos laguneros en áreas de decisión; y aunque en diferentes casos no ocuparon la titularidad de las dependencias, dejó en manos de subsecretarios y directores generales la toma de decisiones y el derecho de picaporte en el despacho del Ejecutivo.
Como pocas veces en sexenios recientes, los grupos políticos de las cinco regiones estuvieron representados en el gabinete generando equilibrios que facilitaron gobernabilidad, consolidaron su liderazgo en el PRI y la posibilidad de diálogo con el PAN (su principal oposición hasta 2021), manteniendo las áreas de decisión en manos de actores de toda su confianza, e, inclusive, bajo su mando directo.
Recursos y política
Con el estado aquejado por una deuda en torno de los 36 mil 270 millones de pesos al iniciar su mandato, y a partir de 2019 con recortes presupuestales, escamoteos y el ejercicio de partidas tomadas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el tema central del gobierno riquelmista fue el aprovechamiento de recursos públicos.
En la Secretaría de Finanzas asumió Blas Flores, quien debió dejar la rectoría de la Universidad Autónoma de Coahuila al lagunero Salvador Hernández Vélez. En Finanzas, como subsecretario y tomador de decisiones, estuvo Xavier Herrera Arroyo, hombre de confianza del mandatario.
El otro rubro de primera importancia para Riquelme al inicio de su gestión fue la seguridad. Aunque designó a un policía de carrera externo al estado, José Luis Pliego Corona, buena parte de las políticas de seguridad eran concertadas con el entonces subsecretario de Gobierno, Eduardo Olmos Castro, auténtico brazo político del gobernador, aunque el titular de Gobierno era José María Fraustro, quien dejó el cargo para convertirse en alcalde de Saltillo.
Una vez convertido en diputado local en la elección intermedia de 2020, Eduardo Olmos mantuvo una intensa operación política muy por delante del actual secretario de Gobierno, Fernando de las Fuentes Hernández.
Herrera Arroyo, con su activismo en pos de la alcaldía de Torreón, y Eduardo Olmos, único lagunero en el equipo del gobernador electo Manolo Jiménez, son los únicos que tienen una clara ruta transexenal.
Laguneros de vuelta
Con Miguel Ángel Riquelme dejarán la estructura de gobierno el 30 de noviembre próximo personajes que se encuentran desde los cargos de confianza dentro del despacho del Ejecutivo hasta servidores públicos, que de manera similar a Olmos y Herrera han tenido un papel relevante en la gestión estatal.
El equipo cercano de laguneros está integrado por Vianeth Reyes Quezada, secretaria particular del mandatario. Además, David Gustavo Flores Lavenant, jefe de la Oficina de Torreón; Lourdes Mercado Valadez, la secretaria privada; Adrián Alvízar, subsecretario de Proyectos del Ejecutivo, y Alberto Hernández Roque, subsecretario de Operación, son quienes abandonarán el Palacio Rosa.
Fernando Simón Gutiérrez Pérez, coordinador de Comunicación, también dejará su cargo.
Dos laguneros más saldrán: Leticia Beatriz Charles Uribe, responsable del Centro de Justicia y Empoderamiento de la Mujer, y Saúl Garduño, titular del Centro de Evaluación y Control de Confianza, ambos dependientes de la Secretaría de Gobierno; lo mismo ocurrirá con el titular de Comunicación de esta última dependencia, Juan Francisco Padilla.
Aunque el recambio es natural con el fin de administración, los secretarios que dejan el cargo son los laguneros Roberto Bernal, titular de Salud; José Luis Flores Méndez, titular de Desarrollo Rural; el de Infraestructura, Miguel Ángel Algara Acosta, y la titular de Cultura de los últimos dos sexenios, Sofía García Camil.
Los subsecretarios que también se van, algunos de ellos poderosos hasta ahora, son el mencionado de Finanzas, Javier Herrera, y el de Educación Básica, Jorge Alberto Salcido Portillo.
Además de los subsecretarios que integrando el gabinete fueron destinados a la Laguna, forman parte de la estructura: Mario Cepeda Villarrea, de Inclusión y Desarrollo Social; Teodoro Arguijo, de Desarrollo Rural; María Eugenia Villarreal Abusaid, de Medio Ambiente, y Tizoc Quistian Flores, subsecretario de Planeación e Inversión Pública, quien, originario de San Pedro de las Colonias –a diferencia de los antes mencionados–, ha desarrollado una amplia carrera en el sector público en Saltillo.
La relación con empresarios fue en buena medida encargada a laguneros que concluyen su responsabilidad en Fomento Económico: Arturo Alejandro Saldaña, director de Gestión Empresarial; Alfonso Rubén Vázquez, quien se encarga de dar seguimiento a los Fondos Federales, y Roberto Bernal Lee, director de Promoción y Pymes.
Regresos o partidas
Entre otros cargos de organismos descentralizados y direcciones generales, los mencionados forman parte de la estructura gubernamental en la que viene el relevo.
Las implicaciones del regreso de laguneros que en los últimos seis años permanecieron en Saltillo plantean un desafío para la clase política asentada en Torreón.
Por ejemplo, hasta hace unos meses, el alcalde Román Alberto Cepeda no tenía competencia interna en su búsqueda de reelección, pero desde el 7 de noviembre enfrenta la abierta campaña de Javier Herrera Arroyo.
Escenarios similares se repiten en diversos ámbitos.
La pérdida de influencia y cercanía con un gobernador era prevista desde 2022 en el entorno de Riquelme, cuando laguneros que inclusive llegaron a formar parte de su círculo cercano se entusiasmaron con permanecer vía otros partidos como Morena.
Es el caso del extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera del estado, Jorge Luis Morán; de Shamir Fernández, quien, sin formar parte del gobierno estatal, llegó a diputado federal por su proximidad a Riquelme; y, más recientemente, el secretario de Inversión Productiva hasta junio pasado, Gerardo Berlanga, quienes ahora buscan seguir colocándose mediante el partido guinda.
(Con Información de Arturo Rodríguez)
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