Miedo, zozobra y una profunda cicatriz emocional: testimonios de un aborto

noviembre 8, 2023
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Por Renata Guzmán y Kristel Reyes Amaya

Un médico amigo (2021)

Apenas tenía 18 años cuando descubrió que estaba embarazada. Su vida, dice, se llenó de incertidumbre y miedo ante la noticia. 

«Me hice la prueba en sangre y salió positiva. Yo no podía ni quería tener un bebé en ese momento», confesó con lágrimas. Era el año 2021 cuando abortar en Coahuila era un delito.

Habló con su pareja quien, buscando una solución rápida, le propuso una alternativa: «Tengo un amigo ginecólogo que puede ayudarnos. Nos puede vender las cuatro pastillas de Misoprostol que necesitamos». 

Ella, desesperada por evitar un embarazo no deseado, aceptó la idea. Juntos se dirigieron al consultorio del médico, quien les entregó las pastillas y explicó detalladamente cómo debían usarse.

El recuerdo de aquella consulta quedó grabado en su mente. El doctor les advirtió sobre los posibles efectos secundarios: cólicos intensos, sangrado abundante, náuseas, vómito y fatiga. Aunque asustada, ella estaba decidida a seguir adelante con el plan.

Pero después de tomar las primeras pastillas no vio resultados. El temor comenzó a apoderarse de ella. Desesperada, llamó al ginecólogo, quien le indicó que debía duplicar la dosis. 

A pesar de seguir las instrucciones, lo único que obtuvo fue un pequeño coágulo de sangre. La situación era crítica. Ella y su pareja buscaron nuevamente la ayuda del médico amigo.

Necesitaba un legrado con urgencia. En ese momento el aborto era ilegal, por lo que el médico decidió declarar que había tenido un aborto espontáneo por razones médicas. La joven pareja se vio forzada a gastar alrededor de 10 mil pesos, el monto necesario para realizar el procedimiento de manera segura.

El día del legrado llegó y ella se encontró acostada en una camilla, expuesta de la cadera a los pies. Una enfermera le lavó bruscamente las ingles, y seis personas la observaban sin decir una palabra de consuelo. Después de la anestesia, sintió un dolor agudo mientras iba al baño. Las lágrimas inundaron su rostro.

El recuerdo de aquel episodio la abrumaba. Mientras relataba la experiencia, rompió en llanto. “Es un recuerdo que aún me persigue, un dolor que no se desvanece”, admitió con voz quebrada.

La recuperación fue lenta y dolorosa. Perdió peso, su apetito desapareció, la motivación se desvaneció y su autoestima se desplomó. 

«Me llevó más de un año recuperarme emocional, física y mentalmente de ese aborto», confesó. La cicatriz emocional era profunda y duradera.

«Espero de todo corazón que ninguna otra mujer tenga que enfrentar lo que pasé. Fue inhumano el trato que recibí del hospital y su personal médico en ese momento. No puedo imaginar cuántas mujeres han pasado y siguen pasando por esta dolorosa situación». 

Sus palabras reflejaban la esperanza de que un día nadie más tenga que vivir lo que ella había soportado.

Pastillas para no penar (2022)

Hace 11 meses una mujer de 18 años descubrió que estaba embarazada. Decidió someterse a un aborto y optó por realizarlo en la privacidad de su hogar. Compró las pastillas necesarias en una farmacia cercana a su casa. 

Su elección fue el resultado de la información que encontró en las redes sociales, donde participaba en un grupo de mujeres activistas que compartían información sobre cómo llevar a cabo un aborto seguro. 

«Mi experiencia fue realmente difícil, mala y complicada», relató con pesar. Subrayó que no contaba con el apoyo de su pareja, quien no estaba dispuesto a respaldar su decisión de continuar con el embarazo en una relación inestable.

El miedo la invadió por completo. Decidió no acudir a una institución pública a realizarse el procedimiento. No quería asumir ningún riesgo adicional sin el respaldo de nadie. Así fue como su pesadilla comenzó. 

«No estaba preparada ni física ni mentalmente para vivir todo ese proceso, para ver y sentir lo que viví», confesó.

El aborto casero tuvo consecuencias. Experimentó drásticos cambios en su menstruación, con cólicos muy intensos y problemas de salud que persistieron con el tiempo. Su salud física y mental se vio afectada significativamente.

«El sistema de salud debería establecer un vínculo más cercano entre paciente y médico, para que las mujeres se sientan respaldadas en la decisión que están tomando», concluyó.

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