Las parteras tradicionales ya no están en resistencia, ahora luchan: en ello coincidieron más de una treintena de mujeres que realizan esta labor en todo el país ante un sistema de salud que busca regular sus saberes, tradiciones e identidades, devaluando así también el derecho de las madres a decidir dónde y con quién parir.
Y es que actualmente las parteras tradicionales enfrentan un sistema que busca crear una Norma Oficial Mexicana de Partería, lo cual para ellas representa “un riesgo inminente para sus conocimientos ancestrales”.
El proyecto para la creación de esta Norma Mexicana lo dio a conocer el pasado 6 de septiembre el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, asegurando que con ello se buscaría garantizar “las condiciones necesarias para que la práctica de la partería sea segura para todas las personas involucradas”.
Sin embargo, para las parteras hay claridad: su labor es segura para las madres y sus bebés. Aunque para quienes la ejercen continúa el estigma y la limitación motivado principalmente por el personal de salud.
Así lo expusieron durante la realización del Foro nacional: Defensa de la partería tradicional frente al anteproyecto de la Norma Oficial, realizado el 23 de marzo en las instalaciones de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Desde el amor y el acompañamiento contra la violencia obstétrica
Las parteras “estamos para ayudar, acompañar y hermanarnos. Nosotras no traemos niños al mundo, la partera acompaña a la mujer a traer a su hijo al mundo. Cuando nace el bebé nos encargamos de darle amor y comodidad”, aseguró en entrevista con Cimacnoticias Estela Hernández Martínez, partera tradicional e integrante de la organización M’im T’sabal Parteras Tének, de San Luis Potosí.
Desde sus comunidades, las parteras tradicionales son la respuesta ante un sistema de salud que ejerce violencia obstétrica, la cual es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “toda acción u omisión por parte del personal médico y de salud que dañe, lastime, denigre o cause la muerte a la mujer durante el embarazo, parto y puerperio”.
En México las cifras hablan por sí solas. De las mujeres de 15 a 49 años que tuvieron un parto o cesárea entre 2016 y 2021, 33.4 por ciento experimentó maltrato en la atención obstétrica durante la cesárea y 29.6 por ciento en el parto.
Del mismo modo, 19.5 por ciento de las mujeres que tuvo cesárea vivió maltrato psicológico y/ o físico y a 23.7 por ciento se le realizó tratamiento médico no autorizado.
Asimismo, de las mujeres que tuvieron un parto, 22 por ciento experimentó maltrato psicológico y/ o físico y a 16.9 por ciento se le practicó tratamiento médico sin su autorización, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021.
Contra la regulación de la partería tradicional
“Nos quieren regular para que les demos rendición de cuentas”: Gloria Ramírez.
“El sistema ha hecho lo necesario para que muchas de nosotras usemos métodos que no son buenos para las mujeres. Nos están limitando el trabajo”: Amparo Calderón.
“Se nos prohíbe atender por parte del sistema de salud. A nosotras nos amenaza de que si muere un bebé o una mujer nos van a meter a la cárcel. A las madres que atendieron su parto con partera les niegan vacunas, niegan tamiz y el certificado de nacimiento. No necesitamos una norma que nos autorice seguir atendiendo los partos, necesitamos una relación horizontal con personal médico de respeto y confianza, porque no estamos en contra de los sistemas de salud, necesitamos de ellos”, Lucía Méndez, partera tradicional, vocera del Movimiento de parteras de Chiapas Nich Ixim.
“Nos interesa que nuestros conocimientos perduren por muchos años y que no se alteren, porque es nuestra identidad, porque son nuestras raíces, usos y costumbres. No queremos que nos digan qué hacer, porque sabemos lo que debemos hacer”, María Luisa Ocotlán Amable, partera de Puebla.
Amparo Sevilla, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica que el Estado piensa que reconocer a las parteras es igual a integrarlas al Sistema de Salud, pero “no es así”.
Para ellos, explica, la regulación es sinónimo de seguridad y eficacia. Porque hay una imposición científica que se impone como lo verdadero ante sus saberes ancestrales. Pero esto, sentencia Sevilla, es una violación a los derechos humanos de los pueblos indígenas.
Al respecto la investigadora Fanny Escobar, integrante de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) cuestiona: ¿Cómo se va a respetar el derecho a la libre determinación y autonomía para preservar la partería al mismo tiempo que se elabora una Norma Oficial por parte de la Secretaría de Salud? ¿Qué instancia y con qué criterios se validará la partería tradicional cuando se trata de derechos culturales?
Y es que al proponer dicha Norma, el Estado mexicano viola el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al que nuestro país se encuentra adherido, el cual, en su artículo 25, señala que “los gobiernos deberán velar por que se pongan a disposición de los pueblos interesados servicios de salud adecuados o proporcionar a dichos pueblos los medios que les permitan organizar y prestar tales servicios bajo su propia responsabilidad y control, a fin de que puedan gozar del máximo nivel posible de salud física y mental”.
Actuales legislaciones ya violentan el ejercicio de la partería tradicional, tales como la NOM 007, en la que se obliga a que sector salud capacite a parteras para reducir muerte materna, “sin respetar conocimientos de las parteras, partiendo del supuesto de que ellas no saben”, aseguró Amparo Sevilla.
“Lo anterior ha llevado a que las parteras tradicionales seamos objetos de discriminación, despojo e incluso de imposición de formas de atención que no son propias de nuestra cosmovisión. También hemos sido desvalorizadas nombrándonos como promotoras o voluntarias, pretendiendo así ‘incluirnos’ en un sistema de salud insensible a las formas comunitarias y que desconoce las normas, usos y costumbres de nuestros pueblos. Este sistema privilegia los modelos de atención biomédicos, a la vez que desconoce y señala negativamente a los diversos modelos de atención existentes en los territorios”, señalaron las parteras en un comunicado.
Por ello, hicieron un llamado a reflexionar sobre la importancia de la Medicina y Partería en las dinámicas comunitarias, tanto en las ciudades como en el campo.
“El nacimiento no es un acto biomédico, de hecho la atención de un parto lleva consigo una manera de ver el mundo, una cosmovisión que en nuestro caso concibe la salud en las diferentes dimensiones: física, emocional y espiritual. Asimismo, para nosotras es central la defensa del derecho reproductivo de las mujeres, pues son ellas quienes tienen el derecho a decidir con quién, en dónde y cómo atenderse, su derecho a parir libremente y en respeto a su dignidad”, sentenciaron.
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