Por Ethel Arredondo
Las actividades empiezan desde temprana hora. Las voluntarias y voluntarios del Centro de Migrantes “Jesús Torres”, ubicado en la calle Yucatán de la colonia Las Julietas de Torreón, ya saben sus responsabilidades del día y las cumplen con esfuerzo para poder abrir en punto de las 9:00 horas.
No saben si van a tocar o no a la puerta, pero están listos para ofrecer su apoyo, si éste es requerido.
Hay días con la mesa sola y otros en los que no alcanzan los lugares. En este centro los migrantes encuentran, además de un lugar de descanso, la calidez de aquellos cuya razón de estar ahí es querer tender la mano, sin juzgar, sino primero comprender y tratar de ser empáticos.
Para Luis Oswaldo Valenzuela Aranda, responsable de Asuntos Migratorios en la Ibero Torreón, el contexto migratorio en la Comarca Lagunera aún se caracteriza principalmente por ser una región de tránsito.
Reconoce que existen personas en situación de movilidad forzada que se quedan en esta zona metropolitana, pero –señala— son excepciones. La realidad es que las personas que transitan por la región vienen principalmente de Honduras, El Salvador, Venezuela y Guatemala.
“Esto habla del crecimiento de las desigualdades en sus lugares de origen y que lamentablemente, ante la violencia, la falta de oportunidades laborales y aspectos relacionados con el cambio climático, las personas se arriesgan a viajar en condiciones adversas y sumamente peligrosas”, explica.
Resalta el trabajo que realizan las organizaciones dedicadas al acompañamiento de esta población. Una de las principales organizaciones es el Centro de Día para Migrantes “Jesús Torres”, que justamente, en este 2023 cumple 12 años de trabajo humanitario con la población migrante.
“En este pequeño espacio conviven tanto personas migrantes, como personas de la sociedad civil que se acercan a ayudarles, ya sea con comida, agua, cobijas, medicamento, entre otros artículos”, comparte.
El centro trabaja en conjunto con el Programa de Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana Torreón, el cual busca sensibilizar a la comunidad académica y sociedad civil sobre la vulnerabilidad de las poblaciones en migración, fomentar la promoción y protección de los derechos humanos de las personas migrantes y realizar investigación en materia de fenómenos migratorios.
El profesor Valenzuela Aranda exhorta a la sociedad a que si buscan colaborar activamente con la causa y el fenómeno migratorio, pueden acercarse a estas organizaciones y preguntar cuáles son las necesidades actuales más apremiantes o también lo pueden hacer a través de un voluntariado y servicio social activo.
La tarea no es fácil, hay situaciones dolorosas por ver y hacer, como aquel mensaje que tuvieron que redactar para sus redes sociales, donde solicitaban el generoso apoyo de voluntarios y voluntarias “para asistir a nuestro hermano Saúl Gregory, quien sufrió amputación de ambas piernas por caída en el tren”. Los interesados lo acompañarían mientras se recuperara y aprendiera a moverse en silla de ruedas.
Y así prácticamente a diario conviven con el dolor, pero también con la alegría y poder del agradecimiento. Durante el festejo de su doceavo aniversario se inauguraron las nuevas áreas de ropería para niños, oficinas administrativas, voluntariado, así como las áreas médica y de atención jurídica.
“Ahí donde hay esperanza”
El pasado 24 de mayo el Centro de Día para Migrantes “Jesús Torres” cumplió 12 años de servicio y ayuda.
Concepción Martínez, o la señora Conchis, como mejor la conocen, es la coordinadora del Centro. Está ubicado a unas cuadras del paso del ferrocarril, ahí donde hay esperanza, pero también muchos riesgos, abusos y peligros.
“Nuestra perspectiva es grande, no paramos, no nos conformamos con lo que tenemos ahorita, a pesar de todo buscamos más. Y la prueba es que estamos buscando una ampliación de horario, para atender a los hermanos migrantes que llegan en el tren de las dos de la tarde y que va llegando al centro a las tres”, dijo Concepción Martínez en el marco del décimo segundo aniversario.
Y es que actualmente el horario es de nueve de la mañana a tres de la tarde, “sin embargo estamos buscando la posibilidad de ampliarlo hasta las 7 de la tarde, para dar servicio a todos aquellos hermanos migrantes que llegan después de las tres”, refiere con mucha determinación Conchita.
Los migrantes llegan de diversas partes de América Latina e incluso de Europa. Un día de la segunda semana de junio, una familia cubana recibía asesoría jurídica durante la mañana y a la hora de la comida arribó a bañarse, comer y cambiarse un grupo de 15 venezolanos.
Los abusos se quedan a mitad del camino
Los migrantes también denuncian en ese centro las agresiones que sufren por parte de las corporaciones policiacas, así como de agentes y funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM).
Carolina Hernández, abogada de la Casa del Migrante, explica que las quejas suelen quedarse a mitad del camino, pues los migrantes al seguir con su viaje, ya no continúan con el procedimiento.
“Quizá por el miedo no lo cuentan en el lugar en donde están, por lo mismo de que pueda afectarles en un futuro si se quejan, y el procedimiento ahí se queda, porque no hay pruebas después, pues ya no están ellos; y se van con más razón si fueron vulnerados en esta ciudad”, precisa.
Los migrantes ya no van a ratificar su queja, y el equipo de abogados se limita a presentar y hacer hasta donde ellos les permiten. A pesar de no llegar al término de una investigación, cada uno de los casos se documenta, para así conocer el tipo de violaciones que se cometen e ir armando los expedientes.
Entre las principales peticiones de donativos están las mochilas y chamarras, pues aunque el clima durante la mañana es cálido o muy caliente como en estos meses de mayo y junio, en las noches todo cambia al ir a altas velocidades y a bordo del tren.
Un asunto de la comunidad humana
El pasado 20 de junio la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, junto con el Sistema Universitario Jesuita, otorgó al dirigente social y religioso Francisco Roux Rengifo el doctorado Honoris Causa. Lo anterior en el marco del primer aniversario del asesinato en La Tarahumara de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar.
Roux Rengifo impartió una plática en Ibero Torreón donde compartió su experiencia en la construcción de modelos para la paz. En entrevista habló sobre la importancia de un buen trato a los migrantes.
“La migración es un problema que hay que solucionarlo mundialmente. La gente huye de los países porque hay violencias brutales. Ninguno de estos grandes problemas como lo es la migración, el calentamiento global, la militarización del mundo y las guerras, ninguno se puede resolver desde un país, son asuntos que tenemos que resolverlos como comunidad humana”, explicó.
“Cualquier migrante es Dios que llega a tu casa: ‘llegué a tu casa desamparado y no me recibiste’ o ‘ven bendito de mi padre, porque llegué desnudo a tu casa y me acogiste’”, expresó el sacerdote jesuita de origen colombiano.
Roux Rengifo dirigió el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio y es una de las personas más respetadas en temas campesinos y de construcción de paz.
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