La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) informó sobre el deceso del profesor emérito y politólogo de izquierda Adolfo Gilly, experto estudioso de la Revolución Mexicana, el Cardenismo y el levantamiento zapatista de Chiapas bajo una nueva forma narrativa de la cual fue pionero: “escuela revisionista”.
En su reconocida trayectoria, Gilly se convirtió en un investigador a detalle del gobierno de Lázaro Cárdenas, la expansión petrolera y las relaciones con EU de Franklin D. Roosevelt.
Sus libros El cardenismo. Una utopía mexicana (1994) y Una constelación (2006) son sólo algunos de sus textos.
Adolfo Gilly se graduó en 1946 como maestro normalista en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta de Argentina.
En 1948 obtuvo la licenciatura en Producción de Justicia, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y obtuvo doctorado en Estudios Latinoamericanos por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Hablaba y escribía cuatro idiomas: castellano, inglés, italiano y francés. Era profesor titular “C” de tiempo completo, definitivo, adscrito a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Se desarrolló los últimos 30 años como docente e investigador en la UNAM en la Facultad de Economía en los años de 1977 y 1978 y a partir de 1979 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Asimismo, fue profesor visitante en varias universidades de EU como son: University of Chicago (1982); Columbia University (1989); University of Maryland at College Park (1995); Stanford University (1977); Yale University (2000) y New York University (2003).
Pero sin duda, su pasión fueron los temas sobre los procesos histórico-sociales del siglo XX de México. Su obra cumbre es La revolución interrumpida, publicada en 1971, la cual alcanzó 35 ediciones.
Según la ficha académica de la UNAM, la publicación de La revolución interrumpida fue comentada por Octavio Paz, en una carta que le envió a Adolfo Gilly, en los siguientes términos: “ Por fortuna un amigo me prestó hace unos días un ejemplar. Lo leí de un tirón. Su contribución a la historia de la Revolución Mexicana es notable. No lo es menos la que hace a la historia viva, quiero decir, a la historia de México, en estos días, todos vivimos y hacemos (o, a veces, deshacemos). Usted ha dicho varias cosas nuevas, ha recordado otras que habíamos olvidado y ha iluminado algunas que nos parecían oscuras”.
A lo largo de su actividad académica, otros intelectuales también lo reconocieron, como Carlos Monsiváis quien en su momento lo definió: “Adolfo Gilly nos ha confirmado que la inteligencia crítica requiere de la pasión, que la Revolución Mexicana es un proceso legible y entendible y no una cadena de aberraciones históricas, que el juego de los héroes y los villanos pertenece a una visión rudimentaria y por desgracia para nuestro proceso educativo) escalar. El libro de Gilly es una espléndida amalgama de análisis dialéctico, visión de un pueblo en armas, desmitificación a ultranza y hecho político”.
Con ese estudio, Gilly abrió un nuevo paradigma de narración e interpretación conocido como la “escuela revisionista” en la cual se inscriben los textos de Friedrich Katz. Asimismo, es contemporánea del libro de John Wamack, Zapata y la Revolución Mexicana.
La obra de Adolfo Gilly comprende 19 libros de autoría propia, ocho libros como coordinador y 28 capítulos en libros.
En la UNAM ingresó al Programa de Primas al Desempeño Académico de Tiempo Completo (PRIDE) el 12 de febrero de 2003 y fue ratificado en el mismo Programa el 11 de abril de 2007 en el nivel “D”. Pertenecía al Sistema Nacional de investigadores (SIN) en el nivel III.
Su labor fue distinguida por 22 reconocimientos a lo largo de 30 años. En 1986 recibió el Premio Juchimán de Plata de la Universidad Autónoma de Tabasco, por 30 años de investigación en ciencias sociales; junto con Jaime Sabines, por su obra poética y con Pepe del Rivero, el autor de Vamos a Tabasco, por su obra musical.
También obtuvo significativas distinciones académicas en estados Unidos, entre ellas los premios John D. And Catherine T. MacArthur Foundation (1987) y de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation (1989); tres veces la distinción Edward Larocque Tinker Visiting Professorship (Chicago 1982, Columbia 1989 y Stanford 1997).
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