Serie explora relación entre la santería y el narco

julio 13, 2023
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Ciudad de México.- En un viaje en el tiempo, en el México de los años 80, la realidad era muy distinta. En aquella época era inconcebible la existencia de una fosa llena de cadáveres humanos como dolorosamente es hoy en día. El narcotráfico aún no tenía la fuerza con la ejerce en la actualidad la violencia en el país de los 15 mil 054 homicidios dolosos registrados hasta el mes junio de este 2023, según datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).

Fue justo en ese tiempo, en 1989, que una noticia estremeció a todo el país y a Estados Unidos con la desaparición del turista estadounidense Mark J. Kilroy, un joven estudiante que buscaba pasar un rato de diversión con sus amigos en uno los centros nocturnos de Tamaulipas, pero que terminó por encontrar una tormentosa muerte en manos de Adolfo de Jesús Constanzo y Sara Aldrete, bautizados por la prensa como “Los Narcosatánicos”.

Ahora HBO Max ahonda en los crímenes de esta secta que dio muestra del horror y la violencia que acechaban al país a través de la serie documental La Narcosatánica que se basa en la historia de Sara María Aldrete Villarreal y su involucramiento en uno de los episodios más controversiales y tabúes de México de aquella época.

“El caso de los narcosatánicos es un reflejo de una época. Es tristemente común encontrar fosas, narcofosas, los millares de desaparecidos, también es quizá más común ahora ver a mujeres criminales, en el momento en que pasa esta banda es atípico en todos lados, hay un desconcierto que se vuelve fascinación y que explica lo mediático que fue el caso”, comparte Claudia Fernández, jefa de desarrollo de HBO Max, en entrevista con SinEmbargo.

LOS NARCOSATÁNICOS

Adolfo de Jesús Constanzo y Sara Aldrete cruzaron sus vidas como una mera casualidad, sí, pero una única en 1987. Ella tenía tan sólo 22 años de edad. La simpatía de aquel hombre cubano la cautivó y su interés por saber más de las distintas religiones, que justo estudiaba en la escuela, terminó por hipnotizar su atención, pues él ejercía la Santería y no dudó en presentársela a detalle.

“Me dijo que manejaba su propia empresa”. “¿Qué empresa?”, le preguntó Sara. “La brujería. Sí, la brujería es mi empresa”, recuerda Sara para el documental sobre su primera conversación con Constanzo, autonombrado como “El Padrino”.

Ahí empezó una amistad. Una amistad de tan sólo un año y siete meses por la que ella sigue pagando una condena de más de 30 años en la cárcel por los delitos de inhumación, exhumación de cadáveres, profanación de cadáveres y el asesinato de 13 personas.

En ese tiempo, Constanzo, al que le seguían fielmente varios hombres, compartió con Sara sus conocimientos y la bautizó como “La Madrina”. Le enseñó a leer las cartas, los caracoles, las deidades que veneran, le mostró los sacrificios que se hacían, el “rayamiento al muerto” y mucho más.

Sara define toda esa época llena de “magia”, asegura que sus ojos fueron testigo de sucesos que no puede explicar. “Yo lo vi”, repite una y otra vez, y describe ante la cámaras las escenas que impactaron y marcaron su vida.

La joven era parte de su círculo ya. El sentimiento de amistad que sentía por Adolfo se convirtió pronto en admiración.

Recuerda que Adolfo le dijo: “Esta es tu familia y este es tu muerto”. Y ya no hubo vuelta atrás.

En los siguiente meses Sara fue testigo y participó en los negocios de Adolfo. Fajos de billetes entraron para el grupo de parte de clientes que solicitaban “favores”, pero sobre todo protección, una que sólo que sólo podían obtener del trabajo que ejercían.

La voz se corrió y pronto llegó a oídos de famosos hasta integrantes de grupos del crimen organizado, su mayor mercado, que solicitaron sus servicios. Pero cada trabajo necesitaba un cuerpo para ofrecer en sacrificio, y ahí fue donde las muertes se hicieron más frecuentes a la par que la policía encendía alertas.

EL DOCUMENTAL

La Narcosatánica, docuserie de tres episodios, estrena este 13 de julio en la plataforma de HBO Max. La producción fue hecha en colaboración con Claudia Fernández, Gerente Senior de desarrollo de contenido de no ficción de Warner Bros. Discovery, y fue dirigida por Pat Martínez.

El interés por darle cabida a esta historia viene de años atrás, y aseguran, es el resultado del conjunto de tres cosas: Rigor periodístico, evidencias y nuevos datos que no se dieron a conocer en el pasado.

“El enfoque siempre fue este, tomar una historia que fue muy conocida en México, pero por más que se haya escuchado México sobre ella, no se sabía realmente a profundidad. Nos parecía un gran equilibrio entre una historia muy masiva, muy conocida, pero de la que no se había profundizado y de la que había oportunidad de contarla de manera distinta”, destaca Claudia Fernández.

La docuserie cuenta con el testimonio de la propia Sara, pero no busca redimirla, como explica Pat Martínez:

Fue irla a visitar durante varios meses, después se convirtieron en años, sentarse y platicar y conocerla como a cualquier otra persona. Es un proceso bastante largo. Claro que no me quedo con su versión. Una como directora, como documentalista, tiene que contrastar toda esa información que ella te da y empiezo a investigar archivos audiovisuales, en la hemeroteca, sobre los propios protagonistas de esta historia también, entonces es un trabajo que involucra todo ese desarrollo para tener un tipo de vista más amplio. Pero sin duda la versión de ella es esto que se cuenta en esta serie, es la historia a partir de su versión.

Martínez comparte que se acercó a Sara Aldrete una década atrás, no tiene claro cómo se ganó su confianza, pero supone que pudo ser que en los primeros acercamientos ella no estaba documentada del caso, sólo lo más popular, así no emitió juicios y la escuchó hablar por horas.

La Narcosatánica tiene como eje principal el testimonio de Sara, que es filmado desde prisión, pero cada capítulo viene cargado con los testimonios de periodistas que cubrieron el caso, autoridades de México y Estados Unidos que lo llevaron y muchas otras voces que terminan por contrastar y hacer más plural la conversación.

Además cada episodio cuenta con material gráfico recuperado de la época con lo que se ofrece un mayor contexto de lo que sucedía en el México de finales de milenio.

“Hay toda una serie de factores muy a finales de los 80 y principios de los 90 que convergen en este caso, que nos permiten entonces un retrato de la época a partir de la historia de Sara y su detención: Cómo se manejaban en ese tiempo las autoridades, cómo se manejaban los medios, el estupor y la condena de tener a una mujer criminal y además a una mujer de 1.90, rubia, atractiva, que quizá no encajaba del todo en la idea que se tenía al principio de un criminal y por eso a lo mejor le pegan con más fuerza y termina cargando con todos los delitos de la banda como si hubiera sido la única participante”, culmina Fernández.

SinEmbargo

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