Por Ximena Arriaga
¿No se les hace que en estos últimos años, le dimos mucho crédito a la lengua?
No me refiero al idioma… sino a la que podemos sacar si abrimos nuestra boca. Hablo del órgano muscular MUY movible, que se encuentra fijado por su parte posterior en el interior de la boca de los humanos, según Google.
El otro día mientras estaba de curiosa en RRSS, una cosa ligo a otra y antes de darme cuenta estaba sumergida en un mar de personas que sacan la lengua en las fotos por aquí y por allá, en su casa, en el antro, en la escuela, en el puente, en todos lados.
Tal vez se les vino a la mente las fotos famosas enseñando la lengua, como la de Einstein o el Gabo… ¿o acaso la de Miley Cirus?… Como sea… me parece contradictorio que las últimas generaciones usen más este órgano para mostrar en sus fotos que para contestar el teléfono o mantener una conversación.
Según un estudio, el 81% de los jóvenes siente ansiedad antes de reunir el valor suficiente para hacer una llamada. Los millennials y la generación Z prefieren el uso de aplicaciones asíncronas porque les resulta más cómodo y menos intrusivo, pues no saben cuánto tiempo los mantendrán ocupados y, además, tienen la percepción de que quien llama tiene más necesidad que quien recibe la llamada, afirma Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
“Todos los inconvenientes de una llamada se ven agravados en las videollamadas, que les obligan a mostrarse en vivo, sin filtros, viéndose a sí mismos con todos sus eventuales defectos amplificados y a la vista de los demás participantes”, advierten los estudios.
¿Hemos perdido el hábito de interactuar?
Hoy la generación que nació y adoptó desde la cuna el móvil inteligente es la que menos interactúa en vivo, tiene el hábito de mensajear, abreviando, enviando fotos y stickers.
Antes del teléfono móvil no se llamaba a las personas, se llamaba a los lugares, teniendo el derecho así a no estar “localizado en todo momento”, derecho que no ejercemos la mayoría de nosotros, dependiendo constantemente del uso del celular desde aproximadamente 30 años que forma parte de casi todas las actividades de nuestro día a día, incluso las de relajación y convivencia.
A pesar de tener móvil y tener lengua, la usamos poco para hablar, y menos para hablarnos bonito. A veces los demás se dan cuenta de nuestros defectos o fallas porque nosotros las damos a notar; que si tengo esta cicatriz o estas arrugas, que si estos gorditos; que no me puedo concentrar, que soy bien despistada, que estoy bien pendejo…. No hay forma de ocultar la pendejez eso sí, pero no tienes porqué delatarte anticipadamente, es más, ahora dicen vibra alto y que hasta puedes programarte positivamente, parte de eso es hablarnos bonito a nosotros mismos, de nuestro cuerpo, nuestras habilidades; saber que podemos hacer funcionar las cosas, podemos poner empeño y lograr lo que nos proponemos, reconocer que somos afortunados de ser uno mismo, que podemos aprender, aceptarnos, crecer, recibir, merecer (así sin culpas) o también cambiar el rumbo. Que tenemos un cuerpo que nos permite percibir, probar, sentir, comer, experimentar, disfrutar, expresarse. ¡Que es una dicha vivir! Así pues, que nuestra lengua contribuya siempre a hablarnos bonito y a no desgastarla en contra de los demás, así que ¡atrás lenguas viperinas! ¡Atrás!. Deja el chismecito y concéntrate only good vibes, body positive, body neutral y así!.
¿Saben qué? ¡Se cancela todo! Acabo de recordar que en Palacio Nacional alguien usa de más su lengua ojlookkk03j sus “grandes” obras como la refinería Dos Bocas y el Tren Maya (inaugurado en sets de televisión mierd4!); que en realidad equivalen a deudas de millones de dólares que el país (o sea tú y yo) tendrá que pagar incluso cuando ya esté jubilado AMLO (parece falta poco pero no para sus herederos); el desfalco incomparable de Segalmex, presumido como apoyo al sector agroalimenticio; los casos groseros de corrupción nivel Dios del hijo de Manuel Bartlett; Ana Gabriela Guevara y sus empresas factureras en la Conade; el efectivo entregado descaradamente a Pío López Obrador; las propiedades millonarias de muchos de los funcionarios de la 4T, sus parejas, sus hijos o sus trabajadores, etc. etc. Sí, lengua le sobra y la usa para confundir a la gente con “otros” datos… Y al parecer, lo va a lograr en 2024 si no nos empezamos a hablar bonito nosotros mismos, a comunicar e interactuar entre nosotros en pos del crecimiento como persona, como sociedad y como país.
MÁS DEL AUTOR: