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En lo que va de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, al menos 426 migrantes de diversas nacionalidades, incluidos mexicanos, han perdido la vida durante su trayecto hacia Estados Unidos. La cifra, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Migración (INM) proporcionada a El Sol de México vía Plataforma Nacional de Transparencia (PNT) es casi el doble a la registrada durante los últimos cinco años del gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando fallecieron 287.
El aumento de la vigilancia durante los casi cinco años de la llamada Cuarta Transformación y la aplicación de la ley de migración ha empujado a las personas hacia rutas más peligrosas, diseñadas en un intento de evadir los controles estatales repartidos por todo el interior del país, señala la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) en su informe Migrantes desaparecidos registrados en las Américas.
Esta situación, de acuerdo con la OIM, ha convertido a la frontera entre México y Estados Unidos en uno de los caminos donde más se registran fallecimientos y desapariciones de migrantes en el mundo, sólo después de la ruta por el Mediterráneo que cada año es utilizada por miles de personas procedentes principalmente de África, que intentan ingresar a Europa.
La violencia en toda la República mexicana ha ido en aumento, principalmente por disputas territoriales entre grupos del crimen organizado y constantes enfrentamientos con las fuerzas de seguridad tanto estatales como federales, explicó Estela Beltrán, integrante de Casa Migrante Chiapas, quien habló de los riesgos para los migrantes que utilizan México para llegar a la Unión Americana.
Lo que inició con la promesa de una política de brazos y puertas abiertas para los migrantes centroamericanos —explicó en entrevista con este diario— se ha convertido en una estrategia de contención que lo único que ha provocado es que los migrantes busquen rutas más peligrosas para evadir la vigilancia y poder llegar al norte. Pero en dichos caminos se encuentran con el crimen organizado.
De acuerdo con la activista, lugares del país como San Luis Potosí, que hasta hace un par de años era considerada una de las rutas seguras para los migrantes, ahora es de las regiones más peligrosas con el reporte de medio centenar de secuestrados y asaltados en lo que va del presente año. “Y así, muchas otras regiones por las que sabíamos había peligro, pero hoy son trampas mortales para los migrantes”, dijo.
El año 2021 —cuando la administración de López Obrador desplegó a la Guardia Nacional en ambas fronteras para contener el paso de migrantes— ha sido el más mortal con 114 fallecidos, según la información proporcionada por el INM, la cual está basada en los cuerpos recuperados por los 22 Grupos Beta que existen en el país.
Hasta mayo pasado, un total de 26 mil 535 elementos de la Guardia Nacional y de las Fuerzas Armadas se mantenían desplegados en el territorio nacional con atribuciones para detener e inspeccionar a los migrantes, de acuerdo con cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional.
La mayoría de los migrantes perecieron en choques de los vehículos en los que eran transportados por polleros, arrollados por el tren cuando caen a las vías, atropellados en carreteras y otros incidentes como el incendio ocurrido hace cinco meses en la estación migratoria de Ciudad Juárez, en el que 40 personas perdieron la vida.
Chiapas, Tamaulipas, Chihuahua, Baja California y Coahuila son los estados de la República que registran, de acuerdo con la información de los Grupos Beta, el mayor número de migrantes muertos, (60 por ciento) este año, seguido por Veracruz, Tabasco y Zacatecas.
La relación entre los migrantes muertos en las ciudades fronterizas de México y los condados estadounidenses en los que han fallecido de manera accidental o violenta, de acuerdo con estimaciones de la OIM, es de una proporción casi de cinco a uno.
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