Sobre el pensamiento ortodoxo y la barbarie

septiembre 9, 2023
1 min de lectura

Por Brenda Macías 

Me conmocionó la noticia de la quema de 100 libros de Texto Gratuito de la Secretaría de Educación Pública en San Antonio el Monte, San Cristobal de las Casas, Chiapas. Estos materiales bibliográficos iban a llegar a las escuelas primarias en este ciclo escolar. 

Aclaro que mi intención no es la de juzgar a las personas que lo hicieron. Quiero convencerme de que les prendieron fuego sin pensar y vencidos por la desinformación. En esta columna me concentraré en el acto simbólico, carente de compasión, y que trae consigo sombras de intolerancia y censura. 

Es un acto en nombre del puritanismo y la preservación de los “valores” que dan sentido al status quo. Me inquieta pensar que el hecho representa una negación a la diversidad de pensamiento, al cambio y una afrenta a la libertad de expresión. 

Al revisar la historia, encuentro que las quemas de libros son tácticas peligrosas que se utilizan como herramientas para suprimir ideas que se consideran amenazantes para la norma. Las quemas son actos de intolerancia. 

¿Por qué estos personajes sólo quieren circular una narrativa única?, ¿por qué quieren restringir la capacidad del pensamiento crítico?, ¿por qué se busca perpetuar un ciclo de ignorancia y conformidad de pensamiento?, ¿todo el tiempo pasado fue mejor?. 

Como usted podrá notar, este hecho me ha despertado muchas interrogantes. Por esto, hagamos una pausa y recordemos lo siguiente:

1. Biblioteca de Alejandría. No fue una quema intencional de libros, pero la destrucción de su vasta colección de textos antiguos se ha convertido en un símbolo de la pérdida del conocimiento.

2. La Inquisición Española. Se quemaron libros considerados heréticos, blasfemos o en contra de la doctrina católica. Estas quemas eran parte de un esfuerzo por controlar y mantener la ortodoxia religiosa en la sociedad.

3. Alemania Nazi. Se quemaron libros públicamente. Escritos de autores judíos, comunistas y liberales.

4. China durante la Revolución Cultural. Se quemaron libros y se destruyeron reliquias culturales y artísticas consideradas burguesas, reaccionarias o contrarias a la ideología comunista de Mao Zedong. Ahora, China, gobernada por el Partido Comunista Chino, es una de las potencias capitalistas del mundo. 

Como podemos comprobar con estos datos, las conexiones entre la quema de libros y el pensamiento conservador no son universales ni exclusivas.

Hay conservadores que valoran la libertad de expresión y la diversidad de ideas, al igual que hay liberales o progresistas que pueden apoyar actos de censura. 

¿Hacia dónde se balancea el poder? ¿Debemos dejar a la deriva esta oda al pensamiento ortodoxo y a la barbarie? 

Nos leemos la próxima vez.

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@brendamargotms

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