En la noche del pasado martes, alrededor de las 00:30 horas, un grupo de migrantes, en su mayoría venezolanos, se vio envuelto en un tenso enfrentamiento con elementos del Instituto Nacional de Migración y policías que ocultaban sus rostros.
Los migrantes relatan que los agentes llevaron a cabo una redada sin discriminar entre niños y mujeres, sumiendo la escena en la oscuridad y el caos mientras perseguían a los migrantes.
En medio de este conflicto, una frase se repitió constantemente entre los migrantes: «Nosotros no tenemos secuestrado el tren…».
Cerca de 4 mil personas se encontraban reunidas en dos bloques a lo largo de un kilómetro, a un lado del Libramiento Carlos Salinas de Gortari, cerca de la carretera 57 y adentrándose en la zona de las vías del ferrocarril.
Los migrantes describen cómo los policías, con el rostro cubierto, los forzaron a descender de los vagones con una violencia desmedida. Durante la operación, una niña se separó de su madre y se internó en el monte.
La angustiada madre suplicaba a los agentes, insistiendo en que no eran delincuentes y pidiendo perdón por haber llegado a México.
Mientras esperan continuar su travesía, agradecieron a varias personas e instituciones, incluido el padre Paulo de la Iglesia del Verbo Encarnado de Frontera, Protección Civil de dicho municipio y las autoridades de Monclova, así como a la policía, por su apoyo brindando comida, alimentos para los niños y agua.
Los migrantes expresaron su preocupación porque cruzar por México es más peligroso que cruzar por la selva del Darién en Panamá, destacando que enfrentan confiscaciones de dinero, destrucción de documentos y la intimidación de las autoridades con helicópteros, armas de fuego y drones.
A pesar de la adversidad, han decidido seguir adelante, aunque reconocen que viajar en tren no es la opción ideal, pero se sienten varados y sin alternativas.
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