Con respaldo de Adán Augusto, Héctor Melesio Cuén se enfrenta a Rubén Rocha en Sinaloa

agosto 31, 2022
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Mazatlán, Sinaloa.– En Sinaloa está desatada una fiera disputa política entre el Gobernador Rubén Rocha Moya y Héctor Melesio Cuén, fundador y líder del Partido Sinaloense (PAS). Quién no conozca la política local podría pensar que ésta es una guerra desigual, porque, dirán, ¿qué puede hacer un partido local frente a Morena y el Gobierno del estado?

El enfrentamiento sólo en apariencia es desigual porque el partido de Cuén está sostenido por la estructura institucional de la UAS —una universidad de 180 mil estudiantes diseminada en todos los municipios— que ejerce un férreo control político sobre el personal académico y administrativo de base, y que goza de un presupuesto superior al del mismo municipio de Culiacán, el más poblado e importante del estado.

Badiraguato, donde han nacido varios de los capos más poderosos del crimen organizado, es la tierra de Rubén Rocha Moya y de Héctor Melesio Cuén. Rocha Moya es oriundo del pequeño poblado serrano de Batequitas y Cuén de la cabecera municipal. Badiraguato, es uno de los municipios más pobres y menos poblados del estado, pero no por ello ha dejado de parir hombres y mujeres con una marcada voluntad de poder, tal y como lo ilustran tanto sus narcotraficantes como estos dos políticos.

Rocha Moya, Doctor en Ciencias Sociales, y Melesio Cuén, Ingeniero Químico, fueron rectores de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Rocha (1993-1997), Cuén (2005-2009). Pero, mientras Rocha tuvo un inicio temprano en la política, a los 19 años ya era líder nacional de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, Cuén se incorpora tardíamente a la política estatal, una vez que deja de ser rector, a través de Cuenta Conmigo, una organización parapolítica construida al seno de la UAS que antecede al Partido Sinaloense, creado también por Cuén en agosto de 2012.

Como rector, Rubén Rocha profundizó el proceso, iniciado por Jorge Medina Viedas, de recuperar la vida académica uaseña, seriamente dañada por más de una década de extrema politización y radicalización ideológica en la universidad, que iba desde la militancia incendiaria de los estudiantes autollamados “enfermos” (del “virus de la revolución proletaria”) hasta la hegemonía que ejercía el Partido Comunista desde la misma Rectoría, pasando por una miríada de organizaciones políticas de izquierda de todo tipo como el PMT, la Corriente Socialista, el PRT, el MRP, Los Bolcheviques, Rumbo Proletario, Grupo de Izquierda Revolucionaria Espartaco (GIRE) y varias más.

Todos, de una u otra manera, con mayor o menor presencia, se apoyaban y/o utilizaban las estructuras y recursos de la universidad con fines partidistas. Todos, con mayor o menor teorización, con mayor o menor influencia, compartían la tesis de la Universidad-Partido. Para unos, como los hegemónicos Partido Comunista y Corriente Socialista, su fuerza más destacada residía en el personal académico y administrativo, incluyendo rectores, directores y la primera plana de la administración central. Para otros, como Rumbo Proletario, a través del Movimiento Estudiantil Proletario, y el GIRE, a través de la Unión de Estudiantes Revolucionario de Sinaloa, conducían las casas de estudiantes, financiadas por la universidad, y a partir de ellas extendían su influencia en otros sectores estudiantiles.

Utilizando los recursos humanos, materiales y financieros de la institución educativa se hacía política dentro y fuera de la universidad. Prácticamente no había una lucha obrera, campesina, de pequeños comerciantes o de habitantes de colonias populares que no fuera apoyada por una u otra organización política que actuaba en la casa de estudios.

Este intenso activismo político y las disputas por el poder dentro de la universidad minaron brutalmente las actividades sustantivas de la vida académica durante la década de los setenta. A su vez, esta atmósfera de efervescencia activista, la cual era criticada tanto en los medios periodísticos y políticos oficiales como en las agrupaciones patronales, fue aprovechada por el Gobierno de Antonio Toledo Corro (1981-1986) para intentar desmembrar a las preparatorias de la UAS y así iniciar el debilitamiento de los partidos y grupos de izquierda dentro de la institución, lo cual los unificó a todos para resistir al Gobierno del estado, pero prolongó la agitación política y la inestabilidad académica en la universidad.

Una vez resistido el embate oficial, maduró la idea, sobre todo en las corrientes más lúcidas del Partido Comunista Mexicano —en el cual se empezaba a discutir la necesidad de fusionarse con otras fuerzas de izquierda y crear un mayor partido de izquierda— de buscar la academización de la llamada en Sinaloa, Casa Rosalina. Es en este proceso que se inscribe el rectorado de Rubén Rocha Moya, durante el cual se crean los primeros doctorados —cuatro— de la UAS, incluyendo el de Ciencias Sociales, el primero de la UAS en ser aceptado en el padrón de Conacyt. El mismo Rocha, ya como ex rector, se titularía de Doctor en Ciencias Sociales de la misma universidad.

En efecto, de manera paulatina, aunque no desaparecía el método electoral universal, donde todos, profesores, estudiantes, empleados administrativos y de intendencia, así como funcionarios, elegían a rectores y directores de facultades y escuelas, se fue imponiendo una cada vez más productiva y diversa vida escolar y científica. Sin embargo, el procedimiento de voto universal para elegir autoridades pasó de la disputa de corrientes políticas universitarias al aquelarre del acarreo y compra de votos, sobre todo entre una nueva generación de estudiantes que, para principios del nuevo siglo, habían abandonado casi en su totalidad la identificación con los credos revolucionarios.

De esta manera se pervirtió un método universal de elección de autoridades culpando al pasado comunista de ese procedimiento y empezó a germinar la idea en izquierdistas arrepentidos —no se olvide que la URSS y el bloque socialista europeo ya habían desaparecido con la caída del Muro de Berlín en 1989 y se empezaba a dibujar el horizonte neoliberal en gran parte del mundo, incluyendo México— de “modernizar” la universidad con el apoyo de las autoridades estatales y poderosos grupos empresariales estatales, algunos de ellos con alcances nacionales como el Grupo Coppel.

Héctor Melesio Cuén, quien había participado en la periferia de la Corriente Socialista, va a encabezar a esta nueva generación de poder en la universidad una vez que ganó la Rectoría de la UAS, justamente con la última elección mediante el voto universal y una campaña costosísima, incluida la compra masiva de voluntades, pachangas y comilitonas, tal y como constató el periódico El Universal en esos días de 2005.

Melesio Cuén con el apoyo del Gobernador Jesús Aguilar Padilla, del PRI, y la simpatía de muchos medios locales y grupos empresariales, reforma la Ley Orgánica de la Universidad con la que va a controlar totalmente la elección de autoridades y, sobre todo, le va a brindar las bases para el control ideológico y político total del conjunto de la institución, marco que serviría para resucitar, pero ahora hacia la derecha autoritaria y el caciquismo, la idea de la Universidad-Partido.

Desde esos primeros días algunos universitarios percibieron los planes del nuevo rector e iniciaron la denuncia dentro de la universidad y en diferentes medios de comunicación. La respuesta de Cuén, y de columnistas y locutores que defendían briosamente al badiraguatense, empezó a ser sistemática y agresiva, donde querían desprestigiar a aquellos con infundios, calumnias e invectivas.

Posteriormente Héctor Melesio Cuén crearía sus propios medios propagandísticos para atacar sistemáticamente a los pocos que nos atrevíamos a señalar su autoritarismo y a sus planes de convertir a la UAS en un partido político, retomando el viejo planteamiento izquierdista, pero ahora para beneficio de un sólo grupo y excluyendo toda posibilidad de libertad, pluralidad y competencia que se conoció en las dos décadas anteriores, aunque hubiese sido tan solo en el espectro de las izquierdas.

Este fondo es necesario para entender el enconado enfrentamiento entre Rocha-Morena y Cuén-PAS, aunque antes hubo una empalagosa alianza entre ellos para ganar la gubernatura en una campaña en la que se acusó al exgobernador Quirino Ordaz  —en la actualidad Embajador de México en España— de sabotear la campaña del candidato priista para abrirle las puertas a Morena, y se acusó también a la mancuerna Morena-PAS de recibir el apoyo del Cártel de Sinaloa para ganar las elecciones.

Rocha y Cuén se conocen perfectamente desde hace décadas y a pesar de eso, porque nunca marcharon juntos, decidieron hacerlo en 2021. El PAS había visto disminuir drásticamente su votación en 2018 ante el triunfo arrollador de Morena y en la opinión de muchos observadores era innecesario que Rocha buscara la alianza con el PAS. Las encuestas le daban números muy favorables, y aliarse con el partido de Cuén significaba revivirlo. Se decía que el PAS no aportaría más de cien mil votos y se comprobó: obtuvo 80 mil, una cantidad poco relevante para los 624 mil 275 votos o el 56.60 por ciento de la votación. Rocha casi duplicó la votación de Mario Zamora, el candidato del PRI, pero en esa campaña el ahora Gobernador de Sinaloa no se sentía seguro de ganar, a pesar de las encuestas en favor, después de dos previas campañas fracasadas en busca de la silla de gobierno, y eso lo empujó a buscar la alianza con el PAS.

Numerosos analistas locales dijeron, y siguen diciendo, que si bien la votación del PAS no era lo más importante —mucho menor a los afiliados que dice tener— sí era su capacidad de movilización electoral, lo cual también era una afirmación falsa porque Morena alcanzó a cubrir prácticamente todos los representantes de casilla el día de la elección y lograba tanta o más asistencia a los actos proselitistas que los del PAS.

No deja de llamar la atención que experimentados columnistas y articulistas admiren “la disciplina y la capacidad de movilización” del PAS, cuando abundantes testimonios de estudiantes, profesores y empleados administrativos de la universidad, a veces en medios de comunicación y muchas más en pláticas confidenciales, señalan los métodos coercitivos e inmorales —como el cambio de calificaciones o becas de los estudiantes por votos o la promoción laboral a cambio de militancia política— con los que obligan a franjas universitaria a asistir a las actividades del PAS y a miles a votar por ese partido.

Es decir, “la militancia” del PAS en la gran mayoría de los casos no es voluntaria ni libre, por el contrario, es corporativa y autoritaria. Baste decir que, en la actualidad, de 203 consejeros universitarios en la UAS, 188 son miembros del Partido Sinaloense, empezando por el rector Jesús Madueña Molina.

No son pocos los que han comprado la idea de que los integrantes del PAS exhiben una disciplina germánica como ningún otro sinaloense, cuando lo real es que, por un lado, hay una gran necesidad de trabajo, un inocultable miedo de perder la inscripción en la universidad y un brutal arribismo de los que quieren ascensos laborales o más horas de trabajo, razones que los obligan a cumplir con todas las tareas que les encomiendan, aun cuando ya en pláticas confidenciales se quejan amargamente de una militancia política forzada.

Durante la campaña de 2021 no hubo acto en el que no hablara Cuén después de que Rocha lo hiciera. El candidato a Gobernador dejó decir al líder del PAS lo que quisiera. Cuén repitió una y otra vez la tesis de que Morena y el PAS cogobernarían o que él ha sido el mejor rector que la UAS ha tenido.

“Hay una UAS antes y otra después de mí”, ha dicho el líder del PAS una y otra vez. Y lo más importante: Rocha le cedió a Cuén las candidaturas de seis municipios del sur del estado y ocho diputaciones, un paquete excesivo para tan pocos votos. Parecía que Rubén Rocha negociaba como un novato frente a un ambicioso político.

Lo sorprendente es que tres años antes, durante las campañas de 2018, tanto Andrés Manuel López Obrador como Rocha, entonces candidato a Senador, denunciaron duramente el uso de la UAS por parte de Cuén para hacer política, en ese momento aliado del PAN y del PRD.  Rocha denunciaba a Héctor Melesio y decía que ya no iba a permitir la injerencia del PAS en la UAS. Pero ya como Senador y después candidato a Gobernador, el ex rector reformista se olvidó de esas denuncias y buscó la alianza con el otro ex rector que convirtió a la UAS en un partido político.

Al momento de formar su gabinete, Cuén deseaba la Secretaría de Educación seguramente con la idea de transformar las otras universidades del estado en émulas del PAS, o la de Gobierno para gozar de un campo de acción muy amplio, pero Rocha Moya le concedió a él la de Salud y a otra militante del PAS la de Turismo. En esas circunstancias empezó a darse el distanciamiento y postrer rompimiento de Rocha con Cuén porque éste no pudo nombrar a casi ninguno de los miembros de primer nivel de la secretaría.

Rocha lo acotó, había empezado la segunda etapa de la estrategia rochista una vez que ya había utilizado electoralmente al PAS. No obstante, Cuén utilizó la secretaría durante el tiempo que estuvo en ella para visitar los municipios que encabezaba su partido exigiendo puestos de gobierno municipales a alcaldes electos con las siglas del PAS, pero que no pertenecían a ese partido. Al mismo tiempo Cuén hacía visitas continúas a dirigentes y funcionarios federales de Morena en la Ciudad de México con el objetivo de ir tejiendo los hilos que lo llevaran a la candidatura al Senado en 2024. A final de cuentas esta es la razón del desencuentro entre los dos políticos badiraguatenses.

Rubén Rocha Moya, por un principio elemental de poder, no permitió que Cuén, desde el inicio de su gobierno, actuara prácticamente como un vicegobernador a la vez que empezaba a tirar redes con el objetivo de impulsar su candidatura para Senador abanderando a Morena. No obstante que ambos se tiraban piedras, semanas después volvían a sonreírse y a retratarse tomándose tazas de chocolate en el restaurante de Melesio Cuén en Culiacán.

En apariencia el duelo entre los dos ya no tiene regreso a partir de que Cuén se fue por la libre estableciendo acuerdos con Adán Augusto López hace unos cuantos días, en los que Cuén apuesta a que, si su apuesta gana la candidatura grande en 2024, él sería el candidato al Senado por Morena para tres años después ser el alfil a Gobernador,  sacando a Rocha del juego de decidir o por lo menos acordar con el Presidente o Presidenta, que se presume sea nuevamente morenista, quién sería el candidato moreno a la gubernatura dentro de cinco años.

La maniobra complementaria que llevó a cabo Melesio Cuén para debilitar a Rocha fue enviar a militantes de PAS a registrarse como militantes de Morena y postularlos como candidatos a delegados, obteniendo 14 de 70, los cuales fueron impugnados por los directivos de Morena en Sinaloa ante sus tribunales partidarios donde se les concedió la razón. No obstante, el PAS ya llevó el caso a la sala regional de Guadalajara del Tribunal Electoral.

Rubén Rocha Moya, olvidándose de su alianza con Cuén, sabe que el PAS no sabe respirar sin el control de la UAS y retoma su propuesta de candidato a Senador, secundada por López Obrador, de desnudar el uso que hace Cuén de la universidad para sacar al PAS de la casa de estudios iniciando una lucha que presume sea encarnizada y de largo plazo. Rocha por un momento amaga con pisar el acelerador denunciado el control político de la universidad y al día siguiente ofrece una frase conciliatoria, aunque no con Cuén sino con el rector quien, sin duda alguna, es el segundo cuadro político más importante del PAS porque es el que garantiza mantener las riendas de control del aparato universitario desde dentro.

La estrategia propagandística de Héctor Melesio Cuén para mantener su caciquismo en la UAS es repetir que las críticas que se hacen a él y a su partido son falsas y llevan la aviesa intención de atacar a la universidad. Así ha sido con los académicos, pocos, que se han atrevido a señalar el uso político de la institución y el beneficio económico que esto ha traído a un puñado de funcionarios y sus familiares, y sucede lo mismo ahora con las críticas del gobernador. Esta estrategia le ha funcionado a Cuén porque son numerosos los comentaristas que dicen que la única intención de Rocha es sacar a Cuén para entonces él controlar políticamente a la universidad en beneficio de Morena.

Lo cierto es que el PAS y Cuén sin la UAS políticamente no significan nada. Lo saben y por esa razón defienden encarnizadamente el sustento de su poder. Ese es el único recurso que tienen para apoyar a Adán Augusto López con la esperanza de que éste los lleve al Senado y posteriormente a la gubernatura de Sinaloa. Este escenario le quita el sueño al Gobernador Rubén Rocha Moya.

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