Alétheia
Por Jesús Gerardo Puentes Balderas
Iniciemos definiendo a los protagonistas principales del proceso electoral 2023-2024, tanto a nivel federal como local: los candidatos, los partidos políticos, los ciudadanos con credencial de elector vigente y, desde luego, las autoridades electorales. El guion a seguir es la legislación electoral vigente desde 2014.
Otros personajes con participación indirecta –es un decir– en esta historia son: los tres órdenes de gobierno, el poder legislativo, el poder judicial y, lamentablemente, la delincuencia organizada (inconcebible pero real).
El escenario será todo el territorio nacional en donde se desarrollará la más grande contienda electoral en la historia de México, al renovarse dos mil 910 cargos de elección popular, 333 más que en 2018 (se suman cuatro congresos locales –126 curules– y 207 ayuntamientos).
Si a la cifra anterior le sumamos los regidores y síndicos de las planillas de los ayuntamientos, tendremos cuando menos 19 mil 806 candidatos multiplicados por tres (dos coaliciones y un partido político), sin contar sus suplentes ni las candidaturas independientes.
A nivel federal elegiremos una presidenta de la República, 500 Diputados Federales –300 por el principio de mayoría relativa (PMR) y 200 por el principio de representación proporcional (PRP)–; 128 Senadores (64 por el PMR, 32 de primera minoría y 32 por el PRP).
A nivel local, se renovarán ocho gubernaturas (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán) y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, así como 31 Congresos locales (mil 98 curules por ambos principios).
En 30 estados habrá elecciones municipales: se elegirán a mil 787 presidentes municipales y 16 alcaldes en la Ciudad de México (en total mil 803). Asimismo, mil 974 sindicaturas y 14 mil 160 regidurías (más 160 concejalías en la Ciudad de México).
Todos ellos postulados por dos coaliciones: Juntos Haremos Historia (PT-PVEM-MORENA) y el Frente Amplio por México (PAN-PRI-PRD); también por una tercera opción (por llamarle de alguna manera): Movimiento Ciudadano.
El contexto en el cual se realiza este proceso electoral es inédito; primero, existe una elevada polarización, alimentada delirante y sistemáticamente –desde el primer día de su mandato, que no de gobierno– por el presidente López, proyectando aquello de lo que abunda en su alma; dividiendo perversamente en categorías peregrinas el país entre pobres y ricos, liberales y conservadores; el pueblo bueno y sabio y la mafia del poder.
Se suma a este ambiente de crispación, la imparable y creciente ola de violencia en todo el territorio mexicano, así como el control de la delincuencia organizada y el narcotráfico de regiones completas en estados como Chiapas, Colima, Michoacán, Tamaulipas, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Veracruz y Zacatecas, entre otros.
Al clima violento se añaden los denuestos e injurias balbuceadas cada mañana desde Palacio Nacional hacia las autoridades electorales (INE, Oples y Tribunal Electoral), descalificándolas sin el menor recato ni pudor, con el objetivo perverso de desconocer tanto a las autoridades como el resultado en caso de no favorecer la continuidad de su demencial proyecto de saqueo, muerte y destrucción.
En su desquiciado afán de violentar el entramado institucional y legal, el macuspano adelantó, en un carnaval grotesco de simulación, la designación de la candidata a representar su secta devocional, bajo reglas dictadas por él que, incluso, trasgredieron el marco legal de sus estatutos.
Lamentablemente, al emular un proceso similar, pero no tan cutre, el Frente Amplio por México parece haber legitimado semejante despropósito.
Otro dato inédito es la postulación de dos mujeres para contender por la Presidencia de la República en las dos principales fuerzas implicadas –en caso de existir un tercero, si bien no irrelevante, tampoco competitivo–; ergo, después de 2 de junio México será gobernado por una mujer.
Finalmente, como en la vieja escuela del PRI, se prevé una elección de Estado en la que Morena y sus parásitos tienen una clara ventaja al contar con la Presidencia de la República, el gobernar en 23 entidades federativas (72% de la población) y en 49 de los 100 municipios más poblados del país (23% de la población).
A lo anterior se suma la confianza brindada por el 60% de la población nacional a su mesías tropical. Este apoyo es superior en la mayoría de los estados del sur e, incluso, alcanza niveles de aprobación mayores al 80% en múltiples municipios a lo largo y ancho del país.
Con base en lo anterior, el análisis de las estrategias a implementar –por ambos equipos– deberá hacerse desde lo local, teniendo como base los municipios para mayor eficacia en las campañas.
Dejaremos para la siguiente entrega el análisis de cada fuerza política a contender en el país, así como las fortalezas y debilidades de las dos abanderadas a gobernar nuestro país.
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