Eso, ¡mamonaaaa!

noviembre 13, 2023
minutos de lectura

Por: @Arriagaxxximena 

Una de las novelas que más me ha hecho llorar, sin duda, fue Flores en el ático –y vaya que soy sensible, pues hasta un anuncio me conmueve–; no sé si porque la devoré a los 10 o 12 años, después de hurtarlo del buró de mami.  

Había terminado de leer los libros en casa y aún creía que todos los textos eran inofensivos… Sin embargo, esta es una de las historias más crueles conocida hasta la fecha, donde cuatro niños son encerrados en el ático de la mansión de su abuela, por ella y su madre, quien quedó viuda y pensó no poder sola hacerse cargo de ellos.

En sus páginas se van mostrando giros sorprendentes y traumáticos, como el que su abuela, en el encierro prolongado por años, les llevaba de comer pan con pequeñas dosis de arsénico, circunstancias que orillaron a los jóvenes prisioneros a tomar acciones miserables.

¿Cómo en ocasiones no nos damos cuenta del origen de las cosas? A veces, hasta que ya pasó el tiempo, descubrimos las consecuencias.

Estas letras quieren viajar en el tiempo y, en vez de tratar de curar alguna herida ya infligida, pretenden prevenir cualquier rasguño emocional que puedan causarte tus propias palabras.  

Cuando se trata de nosotros solemos hablarnos mal; exigimos tanto y reconocemos tan poco. Como en aquel libro, nos damos diarias pequeñas –o grandes– dosis de veneno con nuestras palabras, orillándonos a actuar de manera consecuentemente negativa. 

Como sociedad somos juzgados egoístas o presumidos cuando reconocemos nuestros talentos. La mayoría de las veces hemos sido reprimidos al resaltar alguna de nuestras virtudes en público, e incluso se acude a la frase “modestia aparte” cuando nos referimos a algo que hemos hecho bien, para que no sea tomado a mal. Parece un tabú hablar bien de nosotros mismos.

¿Por qué tendemos a desvalorarnos para agradar a los demás? ¿Te ha pasado que ante un elogio no sabes cómo actuar y contestas “tú también”, aunque no sea cierto; o respondes con cierta timidez o hasta un poco de pena?  

Los sabios sobre la energía nos indican que debemos atesorar un halago y agradecerlo, es una pequeña carga de electricidad y se vuelve una especie de vitamina que te da un shot extra de seguridad.

¿Por qué no alimentarnos de esa vitalidad que se logra absorbiendo lo bueno de cada detalle que se presenta en tu día? ¿Por qué no ser nosotros esos generadores de carga positiva?

En la élite de la etiqueta es un asunto sobreanalizado, ya que siempre hay alguien en aprietos al momento de un cumplido, minimizando la razón del halago o menospreciando lo que se ha reconocido para así parecer humilde y estar libre de pecado. Demasiada humildad malentendida para este mundo, ¡ashhhh! 

Y si eso hacemos en público… Volteemos a ver lo que hacemos con nosotros mismos en las conversaciones generadas frente al espejo. A veces somos más tóxicos que el arsénico. 

En una de sus entrevistas, Michelle Obama dice que la vida es de práctica. Estás practicando toooodos los días quien vas a ser.  Tanto negativo como positivo, si haces tonterías, estás ejercitándote en eso; no es que un día desaparezca y ya.  

Si quieres que la gente confíe en ti, practica ser confiable; empieza a ensayar quien deseas ser, es decir, quieres estar feliz, quererte y tener autoconfianza. Practica todos los días ser amable contigo mismo para poder hacerlo bien. Háblate bonito, disfruta tu piel, acepta tu cuerpo; sin él no podrías sentir, experimentar, estrenar emociones, gozar, vivir. 

Saquemos de nuestra cabeza de una puta vez los estándares de belleza arraigados, ALV las etiquetas, desafiemos las formas como la sociedad ve el cuerpo y la belleza, abramos nuestra mente, captemos nuestra propia estética; como diría mi abuela: reconozcamos nuestros “pedazos buenos”, ¡jajaja! que seguro todos tenemos, y sintámonos seguros de ser una persona única. 

Sólo tú eres tú, muy pese a las circunstancias de terror que se pudieran presentar –como en el libro–; debe haber manera de vivir en paz con nosotros mismos, saber que donde el universo te ponga puedes lograrlo. 

La primera regla es hablarnos bonito, practicar y volvernos pro en el amor propio, en aceptar el halago con agradecimiento y saber que nos merecemos ese comment en favor, sin sentirnos malas personas por la falta de modestia que pudiera parecer ante otros, pero sobre todo frente al espejo.  ¡Hoy sí! ¡Yo sí! 

¡Que estas letras viajeras del tiempo encuentren a un “yo” practicante de la paz consigo mismo y con su reflejo!  Y la próxima vez que reciban veneno no se lo tomen; y si viene de ustedes, escúpanlo pronto, cancélenlo. 

Esooo sí, cuando reciban el shot del halago… ¡Saluuuud y hasta el fondo!.

MÁS DEL AUTOR:

https://www.elcoahuilense.com/opinion/otra-vez-la-tripa/


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