Acapulco, Gro.- A los alrededores del Mercado Central de Acapulco, la basura se acumula: camarones, tamarindo, aguacates, fruta… todo se pudre al calor del sol. Son calles en las que los servicios de limpieza avanzan a marchas forzadas.
Las avenidas están capturadas por montañas de basura. No sólo con láminas y pedazos de palmera, sino con productos que hasta hace una semana se comercializaban: huaraches, trajes de baño, artículos de barro… todo está lleno de lodo.
Afuera de los comercios hay grupos de gente, que en medio de todo, sonríen. No solamente se hacen compañía, también lograron organizarse para comer y cuidar lo poco que queda y que hay que levantar porque sobrevivieron a “Otis”.
A una semana del paso del huracán, esta es la realidad de muchos a unos cuantos kilómetros de distancia de la Zona Diamante.
“Todo esto está lleno de lodo, miren… La corriente era del drenaje para afuera, no de afuera para adentro”, relató Ángel Gálvez Flores, quien habita en Acapulco desde que tenía 11 años.
“Llegó hasta aquí”, dijo mientras señalaba una marca de plumón en el marco de la entrada. “Unos 40 centímetros […] Yo rento, me quebró toda la lámina, era lámina de asbesto y me quebró todo, y aquí había mucho lodo. Todos estos zapatos, este calzado, se me echó a perder, un poco, no mucho, pero sí hay pérdidas. Tenía papel, como vendo papel por kilo, periódico, todo se me echó a perder y lo tuve que tirar”.
En su local, en donde aún hay lodo y luce oscuro por la falta de luz, vive de manera temporal María del Carmen Roque Viviano. Ángel le prestó el piso de arriba, que es de cemento y sin ventanas, para que pudiera dormir y esperar. En su casa, al estar ubicada en un cerro decidió rentar un cuarto por esa noche para no exponer a su familia y sobre todo, a su nieto Carlos Isaac de cinco años. En el cuarto provisional las salvó el baño de concreto que aguantó.
Desde el día siguiente están en el Mercado, con Ángel. María cuenta que mandó a su nieto con alguien más, por “la peste” generada no sólo de lo ya relatado, sino porque tiendas grandes les fueron a echar comida que decidieron tirar antes que regalarla.
“A nosotros lo que nos está afectando mucho es lo de la basura, por el olor, es lo más feo, que todo mundo se enferma. No tenemos agua para bañarnos, para tomar, los que tenían puestos y quedaron con aguas las utilizamos. Hemos estado comprando aguas, guisamos con agua embotellada, y así hemos estado sobreviviendo, y como sabemos lavar la mercancía: el pescado, el pollo, con limón maduro, es como hemos estado lavando, y la gente me dice: ‘Ora, eres bien lista’, y le digo ‘No pues, para matar las bacterias’, y ahí vamos”, contó María.
Esta zona del mercado huele a carne podrida. De acuerdo con el relato de Carmen, carniceros de “la parte alta” tiraron ahí el producto, a diferencia de “todos los compañeros de este mercado” que empezaron a regalar la mercancía.
“Las congeladoras de allá arriba no quisieron regalar su producto, prefirieron tirarlos, y como allá no había lugar lo empezaron a tirar ahí, todo eso, el aguacate, también, pero no es tan fétido como la carne, ahí tiraron mucho aguacate y carne, más que nada […] Vino nada más [la Alcaldesa] Abelina [López] el día domingo a tomar nota sobre la basura, ella sí ya dijo que la iban a levantar, pero como hay mucha basura alrededor para poder llegar aquí”.
RESISTIR Y ESPERAR
El grupo que aguarda afuera del puesto de sandalias se mantiene ahí las 24 horas del día. Aunque la Comisión Federal de Electricidad (CFE) trabaja para restablecer el suministro eléctrico, hay zonas en las que cae la noche y la oscuridad reina.
Las tiendas saqueadas en Acapulco hacen más fuerte el escenario de la catástrofe.
Los supermercados, tiendas comerciales, de herramientas y agencias de vehículos están vacías. Los pequeños comercios no, pero la gente no se fía. Al caer la noche encienden fogatas para hacer guardias de seguridad.
“Ha habido Gobierno, ya ha empezado a haber Gobierno, pero como no hay luz en las noches, sí nos da miedo. Hacemos fogatas para alumbrarnos porque hay mucha gente que viene de otro lado y quiere meterse a robar, meterse a los puestos a robar, y nosotros nos quedamos aquí, juntamos lumbre, la misma leña que está tirada la levantamos y así nos alumbramos”, platicó María.
Lo mismo dijo Ángel, quien señala que apenas el domingo pasado llegó la Guardia Nacional por lo que entre comerciantes tuvieron que armarse para defenderse.
Y es que mucho de lo que hacen ahorita los acapulqueños es esperar. Limpiar y esperar. Buscar información y esperar.
Los dueños de estos pequeños comercios revisan las afectaciones, pero saben que sus empleados no pueden volver porque revisan las afectaciones de sus hogares.
“Nosotros limpiamos ayer y antier, pero a mis empleados a uno se le cayó la casa, a otro su mamá está enferma, y no se han presentado a trabajar, por eso hoy llevo ocho días que ya no trabajo, no hemos trabajado, y como quieren saquear los negocios pusimos esto para protegernos en la noche, la poca de mercancía que me quedó”.
“Ahorita no he tenido problemas con saqueos, la verdad, pero debo decir nunca me ha gustado participar. Muchísima gente saqueó, saquearon tiendas grandísimas, todo, pero yo digo que mejor hubieran saqueado comida, no electrodomésticos, puras pantallas, motocicletas, carros, todo eso; y yo puse todo esto y nos quedamos en las noches. Ahí están las fogatas que hacemos en las noches, porque andan [saqueando]”, contó Ángel señalando unas tarimas que hacen un muro en la entrada del local.
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