Por Dorian Arrzúa
En el barrio de la Minita lo conocen y por la Centenario y la “guerrilla” de Tetillas le mandan cumplidos, en buen plan, a su familia; hizo famosos a los matlachines de la Asturias y en la Guayulera todos lo quieren saludar. El Compi Panda es quizás la única persona que puede transitar por todos los barrios de Saltillo, grabar sus videos y generar un viral local.
Por las bulliciosas calles de la colonia Universidad Pueblo, cerca de las bodegas de Otilio González, se encuentra el rincón vibrante de creatividad y superación: el estudio de tatuajes de Carlos Alejandro Espinoza Domínguez, conocido como El Compi Panda.
A sus 39 años, Carlos es mucho más que un tatuador profesional. Es un polifacético creador de contenido de YouTube, aerografista, abogado, programador neurolingüístico y coach que ha dejado una huella imborrable en Saltillo en los últimos dos años al recorrer los barrios y difundir la cultura urbana, la cotidianidad y la alegría que en las calles se entretejen.
La génesis de El Compi Panda se remonta a ese tiempo en que Carlos decidió fusionar su apodo de la infancia, «Panda», con el término «Compi» que siempre utiliza para dirigirse a los demás.
Pero detrás de este apodo peculiar se encuentra una historia de vida rica en experiencias y superación. Desde los 10 años Carlos ha estado inmerso en el arte urbano, un viaje que comenzó bailando cumbias colombianas en grupos culturales.
Difundido en los barrios populares de Saltillo, importado de Monterrey desde los años ochenta, el baile vallenato fue asimilado por la cultura regional e inclusive por las instituciones culturales desde los tempranos años noventa, cuando el ya extinto director teatral, Alejandro Santiex, puso en escena “De la Calle”, de Jesús González Dávila, pero con matices saltillenses en tiempos de lucha campales de pandillas. Aquello fue un éxito en taquillas como nunca antes había experimentado el Teatro de la Ciudad.
Los grupos de baile colombiano empezaron a proliferar por la ciudad y El Compi Panda fue uno de aquellos jóvenes que encontró en la danza vallenata una forma de expresión y buscó llevar lo urbano, rebelde y marginal a un nuevo sitial.
Su misión va más allá de la tinta y la aguja ahora que se le conoce tanto como tatuador: busca desafiar estereotipos y mostrar la verdadera cara de las comunidades marginadas, expone en entrevista con El Coahuilense, para demostrar que no todos en el barrio son delincuentes.
En sus propias palabras, «La banda no es toda mala», y ese mensaje lo ha reiterado durante más de 25 años en cada oportunidad. Carlos se presenta como un embajador cultural, que promueve el talento urbano y trata de brindar una plataforma a «la raza», esa comunidad que él conoce tan bien.
Coach de vida
Los coach de vida abundan desde que en los años noventa las grandes industrias empezaron a invitarlos para motivar a su personal. Las historias de superación, con frecuencia se basan en la idea de la excelencia y la calidad, la productividad y la competitividad, todos estos conceptos asociados al éxito económico.
La vida de El Compi Panda no siempre ha sido un carrusel de alegrías, con una infancia marcada por la violencia familiar y problemas económicos, su madre fue su luz inspiradora. A partir de su testimonio, es un coach de vida auténticamente nacido en el barrio y para el barrio, que recuerda historias de supervivencia.
Un viaje a Houston, Texas, a los 15 años, donde solo, con astucia y sin hablar inglés, sorteó obstáculos para llegar a su destino.
La transformación de ser un niño tímido a un defensor apasionado del arte y la cultura es evidente. Almas cansadas, su libro, es un testimonio de viaje, escrito en lenguaje coloquial y acompañado de dibujos, destinado a aquellos que nunca antes habían sostenido un libro en sus manos.
Su dedicación al coaching ha salvado vidas, recuerda, como la vez que atendió de emergencia a una mujer que había intentado suicidarse.
Ante su vida polifacética, se le inquiere: ¿quién es Carlos detrás de la fachada extrovertida de El Compi Panda?
“Un hombre como cualquier otro, con días buenos y malos, que lucha por avanzar. Su mayor tesoro es su familia, no sólo la de sangre, sino aquellos que le brindan apoyo en los momentos difíciles”, responde.
Mirando hacia el futuro, El Compi Panda planea concluir sus estudios universitarios y ejercer como abogado. Sin embargo, dice que no abandonará sus pasiones, desde el tatuaje hasta la promoción del talento local.
Ahora alberga el proyecto de realizar un glosario jurídico que resignifique la jerga incomprensible y que lo legal sea accesible para todos.
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