Ciudad de México.-El envejecimiento no es un proceso lineal, al menos no en el caso del cerebro de las mujeres que con el tiempo se vuelve más eficiente para afrontar los grandes cambios hormonales por los que atraviesa en toda su vida, como el embarazo y la menopausia, señaló la neuróloga Lisa Mosconi, en la charla TedTalk titulada “Cómo afecta la menopausia al cerebro”, con más de 4 millones de reproducciones.
“Los cerebros de las mujeres experimentan cambios significativos en ‘puntos de inflexión’ específicos a los que llamo las “3 P”: Puberty (pubertad), Pregnacy (embarazo) y Perimenopause (perimenopausia). Con estos puntos de inflexión los cerebros de las mujeres se vuelven más pequeños, pero más eficientes durante estas etapas fundamentales. Además, tienen una corteza cerebral más gruesa que parece estar mejor interconectada”, indicó.
Tanto la pubertad como el embarazo van acompañados de enormes fluctuaciones hormonales y grandes cambios corporales. Los efectos físicos de estas etapas son evidentes, sin embargo también hay cambios en nuestros cerebros. Por ejemplo, el cerebro se encoge en ciertas regiones asociadas con la cognición social y el comportamiento, este encogimiento es la forma en que el cerebro elimina las neuronas innecesarias y crea espacio para nuevas conexiones que apoyan la transición a la edad adulta y a la maternidad.
En el último punto de inflexión, la perimenopausia, ocurrida en la mediana edad, en realidad inicia en el cerebro y no en los ovarios, cuando el estrógeno, hormona que regula la función cerebral, empieza a escasear. El cerebro regula la liberación de estas hormonas, lo cual indica que la menopausia no es solo un proceso reproductivo (la etapa final de los años fértiles) sino también un proceso neurológico.
“Síntomas de la menopausia, como bochornos, sudoraciones nocturnas, ansiedad, depresión, insomnio, confusión mental y episodios de pérdida de memoria, se originan en el cerebro y no en los ovarios, lo que los convierte en síntomas neurológicos. Pero esta perspectiva a menudo se pasa por alto”, comentó.
En la mediana edad, el cerebro de las mujeres es más sensible al envejecimiento hormonal que al cronológico por ello muchas mujeres sienten los cambios como si el cerebro las estuviera engañando.
“Realmente quiero validar esto, porque es real. Y solo para aclarar, si es su caso, usted no está loca, no todo está en la cabeza”.
Las mujeres, con mayores riesgo de salud
Para la investigadora, quien ha estudiado el cerebro de las mujeres por más de 10 años y es una de las pocas médicas en estudiar, diagnosticar y tratar la salud del cerebro de las mujeres, nosotras somos obras de arte, tanto en el exterior, como en el interior.
“No existe nada parecido a un cerebro de género, de hombres y de mujeres, esos son inventos que no tienen nada que ver con la forma en que nuestros cerebros están formados, lo que sí es una diferencia es que los cerebros de los hombres y de las mujeres envejecen de maneras diferentes y, eso, en consecuencia, afecta la salud del cerebro”, asegura.
Para la también profesora asociada de neurociencia y directora del Programa de Prevención del Alzheimer en el Centro Médico Weill Cornell, de la Universidad Cornell, en Nueva York, las mujeres parecen tener una mayor ‘reserva cerebral’ que es la capacidad del cerebro para resistir enfermedades, daños o incluso el envejecimiento.
“Cuanto mayor sea la capacidad de reserva del cerebro, menor es la probabilidad de que un individuo manifieste alteraciones cognitivas o conductuales asociadas con el envejecimiento o las enfermedades; sin embargo, el lado negativo, es que una mayor reserva cerebral podría enmascarar los síntomas iniciales de la demencia, lo que daría como resultado que a algunas mujeres se les diagnostique la enfermedad demasiado tarde”.
En su libro El Cerebro XX. Una guía para mejorar la salud cerebral y prevenir el Alzhéimer en la Mujer (Océano 2021), explica con mayor detalle que los cerebros de las mujeres funcionan con estrógeno, estas moléculas se deslizan en el cerebro en busca de “receptores” especiales. Los receptores son como pequeños candados que esperan la llave molecular correcta (el estrógeno) para activarse, en ese proceso se activa una gran cantidad de actividades celulares.
La menopausia es el último ‘punto de inflexión’ en la vida del cerebro femenino y una etapa crucial, ya que un cerebro lleno de receptores que recibe menos combustible del que necesita para actuar (estrógeno) desencadena una cascada extrema de efectos cerebrales.
Por lo general, el cerebro de las mujeres producen más dopamina, sustancia química que regula la emotividad y afectividad, así como la determinación y motivación para realizar cosas. En cambio, el cerebro masculino produce más serotonina, el neurotransmisor que nos hace ‘sentir bien’ y que está involucrado en el estado de ánimo, el sueño e incluso el apetito.
Ampliar la ‘cartilla’ de salud de la Mujer
Para la científica, la “medicina del bikini”, ha hecho mucho daño a la atención de la salud de la mujer, en toda su complejidad. Este modelo se refiere a que, históricamente la mayoría de los profesionales médicos creían que los hombres y las mujeres eran esencialmente lo mismo, solo que con diferentes órganos reproductivos y esas son las partes del cuerpo que cubre un bikini. Desde esta concepción médica, lo que hace que una mujer sea mujer es el sistema reproductivo, dejándo de lado todo lo demás.
De acuerdo con sus investigaciones, las mujeres, en comparación con los hombres, son más propensas a padecer ciertas enfermedades que, de no atenderlas a tiempo, podrían crecer la brecha de desigualdad respecto a la calidad de vida en las mujeres mayores de 40 años, por ello recomienda ampliar la cobertura de salud para incluir enfermedades propias de las mujeres, independientemente del cáncer de mama o la salud reproductiva.
Por ejemplo, una mujer de 45 años tiene 1 de cada 5 probabilidades de desarrollar Alzhéimer durante el resto de su vida, mientras que un hombre de la misma edad tiene solo 1 de cada 10. Esto es importante porque por cada hombre con alzhéimer, hay dos mujeres, es decir, las mujeres son más susceptibles al alzhéimer, una enfermedad que a la fecha afecta a más de 35 millones de personas en el mundo.
Por otra parte, el Alzheimer suele afectar a las personas mayores y las mujeres, está clínicamente comprobado, tienen una mayor esperanza de vida que los hombres, esto hace que una mujer en sus 60 años tiene casi el doble de probabilidades de desarrollar alzhéimer en el futuro, que desarrollar cáncer de mama. De ahí que sea importante incluir estas enfermedades en el paraguas de salud de la mujer.
El envejecimiento hormonal contribuye al mayor riesgo de alzhéimer en las mujeres. La evidencia médica indica que las hormonas femeninas, particularmente el estradiol, brinda un efecto protector en el cerebro al blindarlo del envejecimiento y la enfermedad. La disminución de estradiol después de la menopausia puede activar la predisposición genética de una mujer al Alzheimer.
La hipótesis hasta el momento es que la menopausia puede servir como un factor desencadenante de la demencia en algunas mujeres.
“Quisiera aclarar que la menopausia no ‘provoca’ alzhéimer. Como evento, la menopausia es más parecida a un detonante mediante el cual anula el superpoder del estrógeno y las hormonas que lo acompañan, y el cerebro tiene que encontrar nuevas formas de funcionar con eficiencia”, recalcó.
Mosconi también descubrió que las mujeres tienen cuatro veces más probabilidades de experimentar dolores de cabeza y migrañas, el doble de probabilidades de ser diagnosticadas con trastornos de ansiedad o depresión y tres veces más de desarrollar trastornos autoinmunes que afectan al cerebro, como la esclerosis múltiple. También tienen una mayor probabilidad de desarrollar meningiomas, el tipo más común de tumores cerebrales, y son más propensas a accidentes cerebrovasculares mortales.
En el caso de la menopausia, que es una etapa de muchos cambios y ajustes hormonales, lo recomendable es la terapia de reemplazo hormonal, también conocida como TRH, aunque también hay medicamentos no hormonales, remedios naturales y ajustes en el estilo de vida.
Para finalizar su charla, la neuróloga animó a todas las mujeres a que, cuando lleguen a la mediana edad, prioricen la salud de su cerebro y recuerden que el cuidado personal no es egoísta.
“Abstenerse de fumar tabaco, estar físicamente activo, comer una dieta rica en plantas, reducir el estrés, dormir lo suficiente y evitar las toxinas ambientales. Todas estas son buenas maneras de apoyar la salud del cerebro y también de reducir el riesgo de demencia en el futuro. Además, claro, de los chequeos médicos regulares que incluyan evaluaciones y controles hormonales”, concluyó.
TE RECOMENDAMOS LEER: