Alétheia
Por Jesús Gerardo Puentes Balderas
Morena, en menos de un lustro, se ha convertido en un partido exitoso y atractivo; no sólo para los ciudadanos que tienen la esperanza de un real cambio del sistema de gobierno, sino para los mercenarios del poder.
En el artículo anterior reflexionamos sobre si era correcto calificar como traidor -a sus electores y su partido- al tránsfuga electoral.
Concluimos que el simple hecho de cambiar de partido o ideología no debería estigmatizar al individuo, sino deberían ser los hechos que lo motivaron.
Analizamos también el por qué el transfuguismo se puso de moda en México y concluimos que la aparición del INE (IFE) y el TRIFE han contribuido a garantizar el voto del ciudadano y propiciado elecciones más competitivas.
Puntualizamos cómo se fortalece la democracia con el transfuguismo electoral, cuando éste obedece a motivos racionales para romper con regímenes autoritarios o cuando las instituciones se alejan de sus principios fundacionales.
Señalamos que la competitividad electoral llegó aparejada de un mal mayor: el transfuguismo retribuido; entendido como aquel motivado por conveniencias individuales, en las que se recibe un bien deseado por cambiar de ideología o de partido.
Finalmente, argumentamos sobre cómo contribuyó la designación de Carlos Salinas de Gortari -como candidato presidencial a las elecciones de 1988- en la pérdida de la hegemonía del PRI en el país.
Recordamos, también, que la creación del Frente Cardenista de Regeneración Nacional en 1997 se integró principalmente por ex priistas -encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano y una minoría de los resquicios de la izquierda radical-, con este suceso se inauguró el transfuguismo electoral en México.
Morena, al desprenderse del PRD, queda conformado por tránsfugas del PRI y una minoría de los autollamados fundadores; por cierto, estos últimos excluidos de los puestos de elección popular.
Principalmente dos factores han contribuido para hacer de Morena, en pocos años, un partido atractivo:
- La alta y sostenida popularidad de Andrés Manuel López Obrador -a cuatro años de tomar el poder continúa con un 60% de aceptación-, a pesar de reprobar en seguridad, economía y salud.
- El hartazgo de un sector mayoritario de la población, agraviado por la desigualdad económica y la exclusión social.
Lo anterior le ha valido a Morena para tener un récord ganador, por cierto, directamente proporcional al récord perdedor del otrora partido hegemónico. La debacle acelerada del PRI es un incentivo tentador para cambiarse de partido y no pasar a vivir en el error.
Otros incentivos son las ofertas de embajadas, puestos de primer nivel en el gabinete presidencial; los mensajes persuasivos enviados por el señor López –a través de la Unidad de Inteligencia Financiera o la Fiscalía General de la República–, entre otros.
Los estímulos para cambiar de partido se potencializan al excluir de los puestos de elección popular a todo aquel miembro no perteneciente a las cúpulas o camarillas del poder.
La ausencia de democracia interna en los partidos políticos y la resistencia a implementarla son un justificante válido y aceptable para cambiar de partido.
En 2023 habrá elecciones para renovar gobernador en Coahuila y el Estado de México; la democracia interna de los partidos se pondrá a prueba una vez más. Si persisten en la simulación o la designación directa de candidatos, el transfuguismo se incrementará al grado de poder llegar a definir al ganador de los comicios.
Por lo pronto, el transfuguismo de los militantes del PRI a Morena está presente en el círculo cercano al gobierno de Miguel Ángel Riquelme Solís.
El por qué deciden cambiar de partido puede ser cualquiera de las causas aquí comentadas o la combinación de más de una de ellas.
¿Seguirá desmoronándose el PRI? Jericó Abramo Masso, Román Alberto Cepeda, o el innombrable de Mario Cepeda y familia, entre otros ¿continuarán en el partido? El tiempo nos lo dirá.
Queda pendiente, para otra colaboración, la regulación o castigo del transfuguismo.
Mientras tanto, los tránsfugas continuarán señalados como traidores y desleales.