Por Ethel Arredondo
Comarca Lagunera.– Hace 40 años René Carrillo empezó a sembrar algodón en las tierras que fueron de su padre y antes de su abuelo en el ejido Florencia, municipio de Francisco I. Madero, Coahuila.
Hoy –30 años después de que se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y a casi cuatro de que entró en vigor el T-MEC– dice que no ha visto los supuestos beneficios de dichos acuerdos internacionales. Nunca ha exportado y, ante la falta de apoyos del gobierno, señala que tal parece que éste quiere aniquilar al campo.
Don René tiene hectáreas de algodón y forraje. En el caso del algodón comenta que la producción fue poca y de muy mala calidad. Lamenta que ya no cuente con seguros y subsidios que le amortigüen las pérdidas económicas que esto le provocará.
“En los últimos años nos quitaron muchos apoyos al campo, ya no tenemos ninguna garantía de nada. Antes comprábamos un tractor y el gobierno nos apoyaba con una cantidad para engancharlo, nos daba asesoría técnica, nos ayudaban para comprar un seguro que cubría el algodón. Nos retiró todo eso y ahora nos van a quitar más superficie de agua. Nos quieren acaban, quieren aniquilar el campo”, deplora.
En Florencia viven alrededor de 50 familias. Todas se dedican a sembrar sus tierras. Se trata de una pequeña comunidad ejidal que, pese a los golpes a su economía, se resiste a desaparecer.
Ello ocurre también en decenas de comunidades rurales de la Comarca Lagunera. Para ellas el TLCAN antes y el T-MEC ahora les han ofrecido pocas oportunidades y sólo observan cómo las grandes empresas agroindustriales han incrementado sus ganancias, en ocasiones a expensas de las tierras de ejidatarios, que a veces por necesidad se han visto forzados a malbaratar.
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Aunque existe la posibilidad de exportar a Estados Unidos y Canadá, las oportunidades para los productores del sector social no son las mismas. El piso no es parejo, ni a nivel local y mucho menos en comparación con los países del norte.
El presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC) en Coahuila, José Natividad Navarro Morales, explica que el TLCAN y ahora T-MEC hubieran sido buenos para los campesinos si éstos tuvieran igualdad en los apoyos que ofrecen los gobiernos que lo firman.
“Un ejemplo claro es el cultivo del algodón. Se cotiza en la bolsa de Nueva York, tiene un precio internacional, pero los costos de producción en cada país son diferentes. En Estados Unidos hay subsidios, pero aquí no hay apoyos a la producción. Tenemos el diesel caro, los fertilizantes caros, no hay créditos, no hay seguros, no hay coberturas. Actualmente el costo por hectárea de algodón es de 60 mil pesos”, detalla el también productor lagunero.
Recuerda que la situación no siempre fue así, pues hubo una época en que, en el contexto del TLCAN y con apoyo del gobierno, los productores de la región pudieron exportar nuez, algodón, sandía y melón.
“Cuando te vuelven no competitivo, tiene que haber un apalancamiento, un apoyo de los gobiernos y no es así. El T-MEC es bueno porque hay intercambio, pero cuando no hay un respaldo del gobierno federal, como ha ocurrido en los últimos cinco años, entonces es difícil entrar al mercado”, explica.
En la región lagunera los forrajes cíclicos (maíz forrajero, sorgo forrajero, avena, trigo forrajero, triticale y pastos) representan 59.3% de la superficie cosechada, seguido de la alfalfa con 24%, nogal 8.5%, algodón 6.7% y el melón con 2.5 por ciento.
De acuerdo con cifras preliminares del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en 2023 el subsector agrícola tuvo un valor de 11 mil 559 millones de pesos (19%) y el subsector pecuario un valor de 49 mil 664 millones de pesos (81%). Hubo un crecimiento de 1.04% en el valor de la producción agropecuaria con respecto de 2022.
Según la página oficial la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), el T-MEC ha resultado un factor clave para el sector primario, ya que en 2022 –dos años después de su puesta en marcha–, las exportaciones del sector agroalimentario mexicano habían acumulado 78 mil 261 millones de dólares, un incremento de 24% respecto de los dos años previos de la entrada en vigor del tratado. El sector agroindustrial fue el más fortalecido con un crecimiento de 34%, seguido del agropecuario, con 14%, y el pesquero con 12 por ciento.
Las cifras muestran un crecimiento en la producción, pero ello se debe a la participación de las grandes empresas agroalimentarias. Y es que el TLCAN abrió la puerta a la exportación, pero fueron esas grandes compañías las que lo aprovecharon; son ellas las que registraron las principales ganancias, considera Miguel Valdés Villarreal, integrante de Encuentro Ciudadano Lagunero, asociación formada por 12 agrupaciones civiles que tienen el objetivo primordial de recuperar los acuíferos de la cuenca de la Comarca Lagunera.
Valdés Villarreal asegura que, a tres décadas de la firma del TLCAN, ha aumentado la pobreza en el campo y que la misma ha generado migración. Por su parte las empresas grandes van creciendo en el control de la producción y distribución en el mercado, al tiempo que los pequeños campesinos han sido marginados.
“En el caso del maíz, cuatro empresas controlan 66% de la oferta y la distribución del grano (nacional e importado): Maseca, Cargill, Minsa y Archer Daniel’s Midland”, precisa.
Agrega que muchos pequeños productores enfrentan el abuso de latifundistas que compran sus tierras sin pagarles su valor real o a veces sin pago alguno. “Y a eso hay que sumarle el problema del narco, a causa del cual los campesinos en muchas partes del país están siendo desplazados, amenazados y asesinados”.
Reconoce que “desde el punto de vista de la balanza comercial sí ha aumentado (la exportación de productos agrícolas). Desde 2016 hay por primera vez un superávit en el renglón agropecuario, pero tiene mucho que ver con esas grandes empresas. En el empleo hay una pérdida de puestos de trabajo de alrededor de dos millones de personas relacionadas con los productos básicos; es decir, que ya no trabajan en lo agrícola”.
Cada año desde 1994 los productores estadounidenses de maíz han tenido mayores ventajas respecto de sus contrapartes de México. Aquellos poseen mejor maquinaria agrícola, salarios más atractivos, asistencia técnica y subsidios.
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Al mismo tiempo, el gobierno de Estados Unidos incrementó los aranceles para la importación de este producto. El resultado: el empobrecimiento de campesinos mexicanos propietarios de pequeñas parcelas, lo que a su vez ha causado su migración hacia otros sectores productivos o hacia Estados Unidos y Canadá.
Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), los trabajadores registrados en el sector agrícola de la zona metropolitana de La Laguna disminuyeron 33% en los últimos cinco años, pues mientras que en 2019 se registraron cuatro mil 826 empleados, para este 2024 la cantidad es de tres mil 247.
Por su parte en 2019 la ganadería tenía dados de alta a 15 mil 117 empleados, mientras que para 2024 el número decreció a 12 mil 259 trabajadores. Los datos forman parte de un análisis comparativo realizado por el Consejo Cívico de las Instituciones Laguna con datos del IMSS.