Ciudad de México.- Gloria Branciani, una ex monja italiana de 59 años, contó por primera vez su historia de abusos sexuales, psicológicos, de conciencia y de poder que sufrió junto a la eslovena Mirjam Kovac, ambas víctimas señalaron como responsable de esto al ex jesuita Marko Ivan Rupnik, También reconocido artista. Por ello, Kovac exigió al papa Francisco ponga en marcha una investigación seria sobre este sacerdote, «encubierto durante 30 años», como la que encargó años atrás sobre el caso del ex cardenal estadounidense Theodore McCarrick.
“Mi deseo es romper el silencio en el que me encontré durante demasiados años, un silencio ensordecedor. Mi deseo es que se reconozca la verdad y el mal que hemos sufrido, que haya justicia, que se nos visibilice: somos muchas más que dos. Pero nos piden silencio, desaparecer, nos desacreditan como ‘mujerzuelas’ y esto no es aceptable”, enfatiza Gloria Branciani, durante una conferencia de prensa para contar su historia.
La abogada italiana acreditada por la Santa Sede, Laura Sgró, señala que el hecho de las dos víctimas, que asesora, ya ha sido tomado en cuenta, pues fueron llamadas a dar su testimonio para una investigación sobre Rupnik que abrió el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, gracias a que el papa Francisco levantó cualquier prescripción. Se estima que Rupnik podría ser condenado por abusos sexuales, de poder y de conciencia contra adultas, algo que podría valerle la expulsión del sacerdocio, la pena máxima.
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En 2019, el papa Francisco admitió que clérigos de la Iglesia católica habían abusado sexualmente de monjas y, en uno de los casos, las habían mantenido como esclavas sexuales. Fue la primera vez que él reconoció estos abusos sexuales, un problema que según dijo «aún perdura» dentro de la institución y que la Iglesia está tratando de combatir.
A pesar de que fue expulsado de la Compañía de Jesús en junio del 2023, Rupnik de 69 años de edad sigue siendo sacerdote en Eslovenia y conocido por haber decorado con sus coloridos mosaicos la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico del Vaticano y llevar su arte a varios lugares, como Italia, España, en los santuarios marianos de Fátima, Portugal, y Aparecida, Brasil, así como en iglesias dedicadas a Juan Pablo II de Cracovia, Polonia y Washington, Estados Unidos, entre otros.
Esta información que acusa al sacerdote esloveno se hizo pública en diciembre de 2021, cuando se difundió en algunos medios testimonios de víctimas, la Compañía de Jesús admitió en una nota que ese año el Dicasterio para la Doctrina de la Fe había recibido una denuncia en contra de Marko Ivan Rupnik por abusos sexuales y psicológicos a monjas de la Comunidad de Loyola de Ljubljana, Eslovenia, fundada en la década de 1980 por una religiosa que lo tenía como “padre espiritual”. Esa comunidad fue intervenida por El Vaticano y el ex Santo Oficio cerró el caso, porque los hechos habían prescrito.
Sin embargo, en mayo de 2020 la entonces llamada Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) emitió un decreto de excomunión latae sentantiae automática contra Rupnik, por haber cometido uno de los delitos canónicos considerados más graves: confesar y absolver a una monja de la cual había abusado, imponiéndole el silencio. La excomunión fue revocada por la misma CDF, porque Rupnik reconoció formalmente el hecho y se arrepintió, según se dijo en su momento.
Actualmente, el caso volvió a resurgir con la aparición de las dos ex monjas de la comunidad de Loyola, Branciani y Kovac, en la sede de la Federación Italiana de la Prensa, quienes por espacio de dos horas y media, relataron sus historias de abusos de todo tipo. Las mujeres, que decidieron dejar la comunidad en la primera mitad de la década de 1990, reclamaron “verdad y justicia”, que caiga el “muro de goma y de silencio” ante la evidente encubrimiento del caso Rupnik.
El testimonio
Durante la conferencia, con voz calmada y de vez en cuando quebrada, Branciani relató con lujo de detalles cómo este sacerdote era el padre espiritual y confesor de la comunidad de Loyola y ya famoso artista, la devastó psicológica y espiritualmente. Dijo que lo conoció cuando era estudiante de medicina, a los 21 años, en 1985, cuando aspiraba a ser misionera, él la invitó a su atelier de Roma.
“Yo era muy ingenua, tenía baja autoestima y Rupnik comenzó a prestarme atenciones, a respaldarme en mi fragilidad, a acompañarme en mi camino espiritual”, recordó, pero fue solo el inicio de su pesadilla de sometimiento psicológico y de conciencia por el sacerdote, que, utilizando su supuesto carisma y pensamiento teológico y artístico, comenzó a abusar sexualmente de ella, haciéndole creer que todo eso era para llegar mejor al Señor.
Branciani denunció que también fueron utilizadas para pornografía. Dijo que “al principio estaba desorientada, confundida, porque Rupnik entró en mi mundo espiritual con la autoridad del padre espiritual y confesor. Su medio para actuar fue la obediencia”, contó Gloria.
Mirjam aseguró que 20 de las 41 hermanas de la comunidad fueron abusadas por Rupnik. Cuando Gloria se rebelaba a las “peticiones sexuales” Rupnik no solo se ponía agresivo y violento, sino que le decía que no iba a poder crecer espiritualmente, que “ya no era confiable ante el Señor” y no podía vivir espiritualmente la sexualidad debido a su fragilidad e infantilidad.
“Un día Rupnik me dijo que nuestra relación sexual no era exclusiva y que teníamos que sumar a otra hermana para que fuéramos tres, a imagen de la Trinidad. Además, me obligó a ir a ver películas porno y hasta me pedía actos sexuales mientras pintaba imágenes sagradas. Estaba devastada, desesperada, disgustada, avergonzada, anestesiada, alejada de mi libre albedrío, tenía ataques de pánico, estaba aislada, confundida, desorientada, humillada, violada en mi integridad y en mi relación con lo divino y pensaba que mi única salida era la muerte”, precisó Gloria.
Después de años de “esclavitud”, decidió fugarse de la comunidad en 1993, antes de irse, denunció todos los abusos sufridos ante la superior y fundadora de la comunidad, Ivanka, que, aunque ya sabía lo que pasaba, fingió no saber nada y prefirió la omertá, es decir, el silencio mafioso. Sus posteriores denuncias ante el padre espiritual de Rupnik y ante el arzobispo de Ljubljana también no fueron escuchadas. Nadie quería escándalo, sino “defender sus quintitas”.
Pasaron ya 30 años. Branciani, sufrió una depresión y somatizó los abusos, aseguró que con los años perdonó a Rupnik y que pudo salir adelante gracias a su fe. “Me di cuenta de que mi corazón, si bien estaba herido, estaba vivo”, afirmó. Pero ahora, que pudo finalmente contar su historia, como Mirjam, reclama que salga la verdad sobre su abusador. Y que haya justicia.
Culpable de cometer actos impuso con adultos y menores
La Iglesia Católica expulsó del sacerdocio a Theodore McCarrick, ex cardenal y arzobispo emérito de Washington, Estados Unidos, que estaba acusado de abusos sexuales a menores de edad. Es la figura católica de mayor rango que ha recibido este castigo en tiempos modernos.
McCarrick, de 88 años, ya había renunciado como cardenal en julio del año pasado, después de que las autoridades eclesiásticas estadounidenses afirmaran que las acusaciones contra él eran creíbles. Él defendió que no tenía «recuerdo alguno» de los abusos.
Se encontraba suspendido de sus deberes públicos a la espera de un juicio canónico. Este proceso concluyó el pasado 11 de enero y declaró al exarzobispo culpable de violar el sexto mandamiento («No cometerás actos impuros») con menores y adultos, según informó el Vaticano. Además, se determinó que el ex cardenal usó el sacramento de la confesión como «agravante de abuso de poder». Su expulsión es inapelable.
Los abusos se remontan hasta hace cinco décadas, por lo que es muy probable que no se vaya a ser procesado penalmente. McCarrick fue arzobispo de Washington DC entre 2001 y 2006. Desde su renuncia, vive en reclusión en un monasterio de Kansas. Era la primera persona en dimitir como cardenal desde 1927.
Como él, hay cientos de clérigos católicos acusados de haber violentado sexualmente a menores de edad durante décadas. El Vaticano celebrará entre el 21 y 24 de febrero una cumbre para prevenir estos abusos. La primera acusación contra McCarrick fue hecha pública por el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, y supuestamente ocurrió a inicios de los años 70 en ese Estado. La víctima era un adolescente.
Desde entonces, más hombres han salido a acusar al clérigo, mientras estudiaban para convertirse en curas. Uno de ellos aseguró haber sido menor de edad al momento del ataque.
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