Jessica Rocca, una arquitecta sustentable 

marzo 21, 2024
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Por Ana Castañuela 

Saltillo, Coahuila.- Con más de 20 años en la industria de la construcción, la arquitecta y artesana saltillense Jessica Rocca ha incursionado desde hace casi 13 años en la edificación y el muralismo con materiales naturales. 

El gusto de Jessica por la arquitectura comenzó a los ocho años de edad, cuando en lugar de jugar a vestir a muñecas les construía sus casas con cajas de cartón. Recuerda que su fascinación también se vio influida por la casa en la que creció, pues “era muy bella”.

Se trata de una vivienda estilo modernista de los años sesenta, con amplios ventanales con vista al lago de la Alameda Zaragoza, en Saltillo, rodeada de jardines llenos de distintas variedades de plantas, de espacios amplios con pocas barreras visuales y texturas diversas en piedras calizas. 

“La casa en la que crecí es una casa muy bella. Siempre me inspiraba todo su diseño y yo decía de niña: ‘Yo quiero hacer eso cuando sea grande’”, comenta.

Proveniente de familia de ingenieros civiles, Jessica se considera “la rebelde y más artista de la familia”, pues de sus seis hermanos mayores, dos de ellos ingenieros, ella es la única que tomó el camino de la arquitectura. 

Decidida a seguir su gusto por la planeación, el desarrollo y la construcción, en 1992 ingresó a la Facultad de Arquitectura en la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC). El primer semestre “la sacó de su zona de confort” debido a la gran carga de trabajo y dedicación que requiere la profesión, pero poco a poco “se sintió como pez en el agua”. 

“A pesar de que sí es una carrera que puede ser pesada y con mucha carga de trabajo, no importaba porque me podía desvelar y pasar noches enteras sin dormir, pero haciendo lo que amo”, platica. 

Egresó de la Facultad de Arquitectura en 1997 con formación en técnica de construcción con el uso de materiales industrializados, como cemento y varillas. Hasta 2017 participó en la dirección de alrededor de 20 obras residenciales y comerciales. 

“Así fue como empecé a desempeñarme en el rubro del diseño y la construcción por más de 20 años. Me sentía bien, me sentía a gusto, sabía lo que hacía y tenía un buen ingreso económico”, explica. 

Lo que amo: parte de un gran problema 

Fue hasta 2004 que, investigando, Jessica se hizo consciente de que “lo que ama es parte de un gran problema”, pues el sector de la construcción comercial y residencial produce casi 40% del dióxido de carbono (CO2) en el planeta, y a su vez genera 30% de los residuos sólidos y 20% de la contaminación del agua. 

“Ahí tuve una crisis existencial: lo que amo es parte de un gran problema para para el planeta y para nosotros como humanidad, entonces dije: ‘Me tengo que dedicar a otra cosa, yo ya no puedo hacer esto’, pero luego ya tampoco sabía qué hacer, no veía por donde”, comparte Jessica. 

Fue gracias a su amiga y colega, la arquitecta Lucía Blanco –inspiración para ella–, que descubrió la existencia de un tipo de edificación sustentable: la Arquitectura de Tierra. 

Su colega, Lucía Blanco estudió en Francia un posgrado en Arquitectura de Tierra, lo que le permitió a Jessica redescubrir los materiales de la naturaleza como una opción viable para cubrir las necesidades de abrigo del ser humano, y para volver a “hacer lo que ama”. 

Estructuras con tierra cruda 

En 2013 decidió irse a la ciudad de San Antonio, Texas, para aprender y capacitarse en la Arquitectura de Tierra, técnica que consiste en crear estructuras a base de tierra cruda. 

“Un material muy propio de Saltillo”, dice Jessica, es el adobe, un bloque hecho a base de tierra cruda, que en el pasado los saltillenses utilizaban para construir sus casas. 

“La tierra, tal cual, así cruda regresa al suelo y se vuelve a convertir en un material, y la construcción convencional generan montones y montañas de escombros que afectan en varios sentidos, entonces de ahí el apostarle a retomar estas técnicas y también para mantener nuestra identidad como saltillenses”, expone. 

En septiembre de 2015 Jessica participó por primera vez en un proyecto con el uso de la técnica de construcción natural: durante su capacitación en la ciudad de San Antonio la contrataron como jefa de obra de una edificación hecha a base de bloque de tierra comprimida. 

Se trató de la construcción de un edificio para la cooperativa “Mujer- Artes”, dedicada a enseñar y difundir técnicas de alfarería a mujeres de los grupos minoritarios del West Side de San Antonio, en su mayoría mujeres méxico-americanas. 

Asegura que una parte importante para culminar ese proyecto fue la participación de la comunidad de mujeres alfareras, pues durante su desarrollo surgió la idea de “vestir el edificio” con murales hechos de piezas de alfarería, cerámica y materiales naturales con el fin de representar los sentimientos, miedos y anhelos de quienes forman parte de la colectiva. 

“Acababa de ganar Donald Trump (la presidencia estadunidense) y fue un proceso bien complicado para la comunidad méxico-americana y para los migrantes, entonces a través de piezas iban expresando todos sus miedos, sus anhelos y todo eso formó parte de tanto de la fachada como de las áreas interiores”, comparte. 

En 2018, un año después de culminar el proyecto, la edificación ganó el premio Edificio Sustentable Comercial del Año en San Antonio, Texas. 

Asegura que el edificio es actualmente uno de los hitos del West Side en San Antonio, pues llegan camiones turísticos para visitar el edificio y apreciar los murales. 

“Ver el proyecto culminado me llena el corazón. Saber que fui parte de todo ese proceso, que ayudé, que gestioné y que puse mi granito de arena para que estas mujeres pudieran expresar todo lo que sienten, darles esa voz en un muro que se va a quedar por muchísimos años”. 

Una arquitecta artesana

Rocca se considera a sí misma una “arquitecta artesana”, pues su trabajo requiere el constante uso de las manos; desde la extracción de la materia prima de la tierra hasta formulaciones muy específicas como la creación de pigmentos con materiales naturales y su aplicación. “No vamos y lo compramos en una ferretera. Todo es de manera muy artesanal”, explica. 

Además, se siente vinculada a las artes plásticas mediante la creación de murales, donde combina el uso de materiales naturales para crear obras de arte. 

Hasta el momento Jessica ha realizado tres murales, dos de ellos expuestos al público y uno propio ubicado en su casa. Pese a que le es difícil escoger uno favorito, “el más cercano a su corazón” es el Altar a las lágrimas contenidas, mural que se expuso al público el 7 de diciembre último en el edificio de la Coordinación General de Difusión y Patrimonio Cultural (DPC) de la UAdeC, área de la que la arquitecta Jessica forma parte. 

En mayo de 2023 la UAdeC le comisionó la elaboración del mural en un “momento muy complicado de su vida”, pues sus padres estaban enfermos y sentía la necesidad de mantenerse fuerte ante esa situación.  

“A veces como mujeres nos tenemos que presentar ante la sociedad como fuertes, porque si dejamos expresar nuestras emociones, sobre todo a través de las lágrimas, puede que no se nos tome en serio, que se nos considere débiles; entonces fue un poquito mi catarsis expresar a través de formas abstractas todo este proceso”, expresa. 

El “Altar a las lágrimas contenidas” está hecho de maderables silvestres secos propios de la región, entre ellos quiotes, carrizos, coyonoxtle y fibras de nopales secos, paja e ixtle, con relieves elaborados con tierra; los pigmentos los fabricaron con tierra que se extrajo de distintas regiones de Coahuila, entre ellas Viesca, Parras, General Cepeda y Saltillo. 

Comparte su emoción de que más de 50 personas de la Facultad de Arquitectura de donde Jessica también es docente, personal de la DPC y voluntarios externos participaron en la elaboración del mural, que también “es sensorial, con el fin de que los espectadores puedan acariciarlo y sentir todas las texturas”. 

Resarcir los años de práctica profesional 

La aplicación de las técnicas naturales de construcción hace sentir a Jessica que resarce los 20 años de práctica profesional que tuvo con materiales no amigables con el ambiente. 

Asegura que es una corriente artística y sustentable que en los últimos años ha tomado fuerza en México, especialmente en el centro y sur del país. 

“Es una corriente que poco a poco está tomando más fuerza, y sobre todo que a los jóvenes les está llamando mucho la atención, están más entusiastas y están haciendo este tipo de propuestas a sus clientes”. 

Comparte que su parte favorita del uso de esta técnica de construcción es el proceso creativo, pues mediante la creatividad da solución a las necesidades del ser humano, pero esta vez “con una consciencia de las consecuencias que tienen sus actos”. 

“De esta manera yo puedo poner este granito de arena difundiéndolo, enseñándolo (…), que realmente caiga esta semilla en tierra fértil y que los jóvenes empiecen a proponer su uso”, finaliza. 

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Ana Castañuela

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