El transporte público en Saltillo, impuntual, caro e inseguro

junio 12, 2024
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Transporte público en Saltillo
EL COAHUILENSE

Por Gonzalo Villanueva Ibarra // CEDIL

Saltillo, Coahuila.- Desplazarse en Saltillo en el transporte público es una experiencia muy extraña porque presenta cierto tipo de problemáticas: ¿Cómo programar tu día si utilizas alguna ruta de transporte? ¿Cuánto tiempo es lo máximo que se puede esperar el camión antes de optar por un taxi? Si te encuentras cansado por haber trabajado toda la mañana, ¿será posible encontrar un espacio para sentarse?

Tales problemas logísticos son, por lo menos, molestos. También fomentan un estado emocional muy específico, uno producido por la experiencia de esperar una cantidad indeterminada de tiempo en una parada de autobús bajo el sol ardiente. Esa incertidumbre constante genera un estrés innecesario y afecta la calidad de vida de los saltillenses. ¿Cómo puede alguien planificar su jornada laboral, sus citas médicas, o simplemente una salida al cine cuando el transporte público es tan impredecible?

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El índice de Movilidad Urbana, del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), señala que los principales retos de Saltillo residen en la dimensión del contexto urbano, pues fue la segunda ciudad del índice con el más alto gasto en transporte de los usuarios para llegar a su destino y sólo 25% de los encuestados reportaron usar el transporte público, contra 38% del resto de las ciudades analizadas. 

Esto se relaciona en cierta medida con los malos resultados en el subíndice de aire limpio, donde la ciudad tuvo de las mayores emisiones de contaminantes provenientes de fuentes móviles (partículas, óxidos nitrosos, dióxido de azufre, monóxido de carbono y dióxido de carbono).

En los esfuerzos por evaluar este servicio, el equipo de CEDIL se aproximó al fenómeno de primera mano. En el centro de Saltillo y dentro de las horas pico se buscaron testimonios que resultaron representativos de la cotidianeidad que aqueja a muchos saltillenses. En la capital coahuilense circulan aproximadamente un millón 150 mil vehículos particulares, muchos de ellos a causa de que el transporte público no representa una alternativa confiable para desplazarse por la ciudad.

María, una madre trabajadora, mencionó que “el transporte se tarda mucho, me da problemas con los tiempos, además de que siempre están sucios”. Esta queja recurrente se suma a la de Juan, quien señaló que lo primero que se le viene a la mente cuando piensa en el transporte público es “deficiencia”. Juan añadió que ese día tardó más de una hora para poder tomar su camión.

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Anahí, una joven estudiante, describió el transporte público como “incómodo”. Relató un incidente perturbador: “Presencié cuando iba a la escuela que un sujeto iba tocando a una chica cerca de la ventana. Sin embargo, nadie hizo nada”. Aunque reconoció que no todas las rutas son igualmente inseguras, su testimonio destaca un problema crítico de seguridad.

Martha, una madre de familia, consideró que “se batalla mucho andando en transporte público porque los choferes suelen ser groseros e incluso ignoran a los pasajeros cuando éstos van corriendo para alcanzar el camión”. Martha relató un incidente en el que casi cae al bajar de una ruta porque el chofer emprendió la marcha antes de que ella pudiera descender completamente.

En líneas similares, Julia calificó el servicio de transporte como “pésimo”. Aunque no ha presenciado actos de acoso, ha percibido conatos de violencia y se mostró preocupada por el constante aumento de las tarifas que no se reflejan en una mejor prestación del servicio, lo que genera incertidumbre sobre una eventual mejora.

Erika, una joven cercana a los 20 años, compartió sus experiencias de acoso y hostigamiento por parte de adultos en diversas rutas. Mencionó que pareciera algo común, pues ha escuchado a más mujeres mencionar testimonios similares. Además, señaló que a menudo espera casi una hora para tomar la ruta 9 o la 2A. “Las mejoras no pueden darse si no se aumentan las unidades”, concluyó.

Andrés expresó su frustración por el hacinamiento y la temperatura en las unidades: “Los camiones van a sobrecupo por culpa de los choferes que buscan sacar la mayor ganancia económica, pasando por alto lo que le pasa a los pasajeros”. Además, mencionó que la velocidad de las unidades ha causado accidentes como caídas, señalando una aparente falta de cumplimiento de los reglamentos.

Don Julián, con una declaración contundente, dijo rápidamente que “el transporte público no sirve”. Puntualmente él sufre con los tiempos de espera, sobre todo con la ruta 5A, que es la que toma para ir al trabajo, además señala que no hay unidades suficientes.

Infraestructura dañada

Estos testimonios ponen de relieve los problemas sistémicos del transporte público en Saltillo. La infraestructura de las paradas es otra preocupación. Muchas no cuentan con techo o asientos, dejando a los usuarios vulnerables a las inclemencias del tiempo y obligándolos a esperar de pie. Situación que se agrava frente a las altas temperaturas registradas en los últimos días. Este fenómeno resulta especialmente crítico para las personas mayores, las embarazadas y aquellos con movilidad reducida.

Además, la frecuencia de llegada y el estado de los autobuses son temas que no pueden ser ignorados. Es común ver unidades en malas condiciones, con asientos rotos, ventanas que no se pueden abrir o cerrar y un mantenimiento deficiente que puede poner en riesgo la seguridad de los pasajeros. La falta de puntualidad se suma al caos, haciendo que los usuarios pierdan valiosas horas de su día en trayectos que, de otro modo, serían mucho más cortos.

El transporte público debería ser una solución eficiente y accesible para todos, no una fuente de frustración diaria. La ciudad de Saltillo necesita una revisión profunda de su sistema de transporte. Se requieren inversiones en infraestructura, mantenimiento adecuado de las unidades y un horario que ofrezca mayores certezas para que los ciudadanos puedan confiar verdaderamente en este servicio.

El gobierno municipal tiene la responsabilidad de garantizar que el transporte público sea digno, eficiente y seguro. No se trata sólo de mover personas de un punto A a un punto B, sino de mejorar la calidad de vida y el bienestar de la comunidad entera. La inversión en un sistema de transporte público robusto y confiable es una inversión en el futuro de Saltillo.

Si continuamos ignorando estos problemas, seguiremos perpetuando un ciclo de ineficiencia y descontento. Es hora de actuar y de exigir un transporte público que esté a la altura de las necesidades de los ciudadanos. Sólo así podremos construir una ciudad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de moverse con dignidad y sin el estrés constante que hoy caracteriza a nuestro transporte público.

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