CDMX.- En la antigua Grecia, lo que ahora llamamos bisexualidad y homosexualidad eran orientaciones que no hacían a las personas blancos de discriminación como suele suceder actualmente. No obstante, con la consolidación de las polis griegas, estas prácticas se transformaron y pasaron a formar parte de sistemas sociales bastante estrictos en los que las mujeres —qué raro— salieron perdiendo. Pero antes de eso, Grecia dio a luz a su poeta más reconocida: Safo.
Se dice que Safo nació en Mitilene, la capital de la isla griega Lesbos, cerca del año 650 a.C. Y digo “se dice” porque en realidad es poco lo que se conoce de una de las pocas mujeres de la Antigüedad cuya huella no ha sido borrada en el presente.
Otro de los datos conocidos de esta breve biografía es que Safo tenía varias discípulas en una academia dedicada al culto de la diosa Afrodita. De acuerdo con Eva Cantarella —especialista en estudios clásicos y profesora de Derecho en la Antigua Grecia—, en esta academia, la poeta enseñaba a sus discípulas acerca de danza, música y canto. Sin embargo, de vez en cuando surgían otros lazos entre la “maestra” y sus aprendices.
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Anactoria, Agalide, Gongila y Atthis son algunos de los nombres que Safo menciona en sus poemas y que los historiadores suponen que son, justamente, de discípulas con las que sostuvo relaciones sentimentales. Así, por ejemplo, encontramos estos versos en el poema titulado “Adiós a Atthis”, por quien muchos suponen que tuvo un amor sobresaliente entre todos los demás. Sin embargo, este amor se vio truncado cuando Atthis se casó con un hombre.
Es por este amor de Safo a sus discípulas que debemos el adjetivo “sáfica” para referirnos a las mujeres bisexuales y lesbianas. De hecho, la palabra “lesbiana” tiene que ver justamente con Lesbos, el lugar de origen de la poeta griega; una isla que, además, era considerada un lugar de libertad antes de que las mujeres pasaran a ser relegadas al espacio doméstico y se les asignara el objetivo único de reproducirse.
Safo: la última voz de la libertad sexual antes de las polis
La época en la que vivió Safo coincidió también con la conformación de las polis griegas, esas ciudades-estado donde se comenzó a concebir la existencia de la ciudadanía. Y con esto, también, vino la asignación de papeles específicos a cada estrato social.
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De acuerdo con la especialista Eva Cantarella, lo que pasó con las mujeres fue que éstas quedaron ligadas exclusivamente a las labores domésticas y de reproducción. Esto las dejó fuera de academias como las que eran dirigidas por Safo. Y ni pensar siquiera en la expresión artística.
Algo similar pasó también en el ámbito sexual. En la actualidad nos encontramos con diversos estudios que nos dicen que la bisexualidad y la homosexualidad eran bastante comunes en la Antigüedad. Sin embargo, tras la conformación de las polis, este disfrute y esta apertura al placer entre iguales eran un privilegio del que sólo los hombres podían gozar. Así, dice Cantarella, “el amor entre mujeres deja de ser cantado”.
Para la especialista en derecho antiguo, Safo fue, entonces, la última voz que habló sobre el amor lésbico. Y lo hizo de tal forma que su rostro quedó inmortalizado en una escultura, algo que era sumamente común entre los hombres más importantes de la Antigua Grecia pero mucho menos frecuente cuando se trataba de mujeres.
Además de esto, la literatura de Safo ha trascendido por haber consolidado una forma poética: las estrofas sáficas, construidas por tres versos de once sílabas y un verso final de cinco. Podemos encontrar estas estrofas en las obras de poetas como Catulo, Horacio y Miguel Unamuno.
Por otro lado, poetas hispanoamericanas como Gertrudis Gómez de Avellaneda y Alfonsina Storni la retomaron como referente en sus obras. Pero Safo no sólo era referente del amor: de acuerdo con la filóloga Aurora López López, la joven griega hizo de la poesía su modo de vida cuando la literatura era un terreno liderado únicamente por hombres.
En este sentido, la voz de Safo no sólo era la voz del amor lésbico: también era un eco de rebeldía. Un eco que pervive en la comunidad sáfica y en cada mujer que ha logrado trascender en el mundo de las letras.
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