El caso Pablo Jared, una desaparición que desnuda otras

agosto 16, 2024
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Por Nellie Burgos

En medio del Bolsón de Mapimí, un montón de nada entre Coahuila y Durango, Pablo Jared Vallejo se atrapó en el erial, yermo, raso y despoblado. Al menos es lo que los peritos advierten de un incendio en la pequeña camioneta que conducía, que pudo desatarse por una fricción intensa de neumáticos a todo patinar para salir del atasco.

No hay cuerpo ni rastros de violencia. Los pocos campesinos de la zona sostienen que vieron huellas humanas, de una sola persona, en torno a la unidad abandonada entre matorrales y enclavada en el terregal característico de la zona desde el 30 de julio último, cuando el joven Pablo Jared, de 23 años, solicitó auxilio a sus familiares enviando su ubicación.

Desde entonces está desaparecido y su búsqueda ha movilizado a la Fiscalía de Personas Desaparecidas en Coahuila, a los cuerpos de seguridad del estado, y a elementos del Ejército y la Guardia Nacional que mantiene un campamento cercano a Tlahualilo, Durango, desde donde coordinan acciones a las que se han sumado brigadas de búsqueda integradas por voluntarios. 

Para apoyo de las labores se han realizado recorridos en todoterrenos razer, cuatrimotos, vehículos, a pie, con binomios caninos, se han volado aviones de reconocimiento, helicópteros, drones… literalmente la búsqueda ha sido intensa por tierra y por aire.

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El seguimiento implica a los funcionarios de más alto nivel, lo mismo al fiscal general del estado, Gerardo Márquez Guevara, que al secretario de Seguridad, Federico Fernández Montañez. Inclusive, el gobernador Manolo Jiménez se ha pronunciado por una intensificación de la búsqueda con cargo a la fiscalía. Hasta el cierre de esta edición, el 14 de agosto, no había resultados.

El caso ha cobrado relevancia nacional por la movilización y búsqueda, la desesperación de la familia del joven y sus declaraciones a medios, así como porque son exiguos los resultados en un estado donde la seguridad es hasta un activo político para el gobierno estatal por registrar los indicadores delictivos más bajos de la frontera norte y la calificación más alta de seguridad en el país, de acuerdo con el informe emitido apenas en julio por el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), con base en los indicadores del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Sin embargo, el pasado de violencia y descomposición que el estado padeció hace una década mantiene la impunidad y falta de acceso a la justicia para miles de personas que entre 2008 y 2015 perdieron un familiar y que, aún en la actualidad, sigue siendo un flagelo.

Durante el primer semestre de este 2024 al menos 78 personas desaparecieron, 25 de las cuales fueron localizadas y 53 continúan en búsqueda, de acuerdo con datos de la Fiscalía de Personas Desaparecidas, una cifra 10 veces menor de casos, por ejemplo, a los reportados en 2011, el año con la estadística más abultada de desaparición de personas en la entidad.

Así que, con todo y el modelo de seguridad, las desapariciones siguen ocurriendo, pero ha sido el caso de Pablo Jared el que se volvió emblemático.

El día de la desaparición

El 30 de julio último Pablo Jared viajaba al municipio de Ocampo, específicamente a Laguna del Rey, una localidad más conocida por el nombre de la minera que ahí opera Peñoles, “Químicas del Rey”, donde precisamente haría un servicio de proveeduría.

El joven trabaja en la empresa Distribuidora Reyes G, dedicada a la renta y mantenimiento de impresoras y fotocopiadoras. De hecho, su viaje era para hacer un mantenimiento a los equipos que la casa comercial en la que trabaja había programado con Peñoles.

Para su viaje, Pablo Jared usó una aplicación, al parecer Google Maps, que le indicó la ruta más rápida para llegar a la mencionada localidad. Como a veces sucede, el navegador lo envió por una ruta alterna que el joven siguió a bordo de la camioneta del trabajo, una Volkswagen Saveiro, modelo 2022.

Llevaba una hora de camino cuando se registró el primer problema. Por sus familiares se sabe que salió de su domicilio en la colonia Perla de Oriente, en Torreón, pero una hora después, alrededor de las nueve de la mañana, el GPS de la Saveiro, que sirve para monitoreo de la empresa en la que trabaja, se esfumó del mapa.

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Alcanzó a enviar un mensaje con su ubicación, pero huelga decir que en el desierto la señal de telefonía celular es precaria o no hay señal.

La familia de Pablo Jared dio parte a las autoridades, que al día siguiente, el 31 de julio, localizaron el vehículo incendiado, inservible. Pero no había rastro de sangre ni de que el conductor se hubiera visto afectado en la conflagración.

La búsqueda se intensificó entre Químicas del Rey y Tlahualilo, pero fue hasta el 4 de agosto último cuando la fiscalía informó que localizaron huellas en un área cercana a donde se ubicó la camioneta y que éstas coincidían con el calzado y la talla de Jared.

A 10 días de distancia desde el hallazgo de las huellas, la búsqueda siguió pero sin localizar más indicios sobre el paradero del joven.

Protocolo y diligencias

Desde los primeros momentos que siguieron a la denuncia por desaparición, tanto la familia como las autoridades coincidían en descartar una desaparición forzada y, de hecho, planteaban la búsqueda como una necesidad por las condiciones del desierto en las que se podía haber extraviado.

Con matorral chaparro y cactáceas que llegan a medir hasta tres metros, la visibilidad puede ser complicada, hay pocas comunidades y se está expuesto a fauna silvestre peligrosa y escasez de agua.

Sólo tras la manifestación realizada por la familia el 13 de agosto en Torreón fue que se expusieron otras posibilidades, como la ubicación en un lugar y momento equivocado, o la sugerencia de que la ubicación hubiera sido otra, que lo hubieran desaparecido en otro lugar y no donde se localizó el vehículo.

“A mí nadie me asegura que Jared haya estado ahí”, dijo su madre a periodistas. 

Ahí mismo descartaba un secuestro porque no portaba dinero y ni él ni su familia tienen para pagar un rescate que, por lo demás, no les han solicitado. Ese día también la familia cuestionó los protocolos de búsqueda.

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Las diligencias de la fiscalía habían descartado relaciones con delincuencia organizada o conflicto personal, pues se habían entrevistado con amigos y familiares, empleadores y conocidos; también los peritos en el lugar descartaron indicios de violencia o la presencia de más vehículos en la zona del hallazgo.

“No hay un solo elemento para pensar que sea algo delictivo”, aseguró una fuente de alto nivel a esta reportera.

“Aunque operativamente se han destinado todos los recursos humanos y materiales para la búsqueda, el protocolo no estuvo bien definido, es un poco lento cómo se opera”, añadió.

Los mecanismos de búsqueda para casos similares, por ejemplo en la zona boscosa de Arteaga, Coahuila, también han dejado expuestos los protocolos, como ocurrió con el caso de Rocío Aguilar Zamarripa, la senderista que fue hallada sin vida cinco días después de su desaparición en octubre de 2022.

Y no es todo: el Colectivo Vida, de madres buscadoras de la Laguna, dio a conocer que el 12 de agosto último, en medio de la búsqueda de Pablo Jared, fue localizado otro joven de 28 años que llevaba 10 días deambulando en el desierto.

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