Por @ArriagaXxximena
Publicas interminablemente frases, sentimientos, canciones, opiniones; resultado: algunos likes… Subes una foto sugerente y recibes miles de interacciones complacientes o de hate, de crítica o hasta declaraciones de amor, pero notablemente no pasa desapercibida.
Hay quien afirma que la escritura se queda corta para describir con precisión la realidad, que por más expresiones utilizadas para detallar una situación, ningún discurso verbal podría transmitir la totalidad de un momento, de un sentimiento, de un contexto existente; incluso retando a los escritores más famosos, concluyen que, pese a sus cualidades, ninguna parafernalia verbal podría suplir una imagen.
Existimos otros, amantes de las letras, apasionados lectores, que creamos mundos, construimos con lenguaje y llegamos a sentir lo transmitido por nuestros ojos a través de la escritura.
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Cierto es: a las palabras se les ha juzgado por llevar sesgos de todo tipo, que a veces terminan desvirtuando la realidad que tratan de reflejar; parece ser, les concedemos un valor moral a ciertos términos y cosas. Pensamos: el dinero es malo; el trabajo, pesado; los lunes, fastidiosos; la minifalda, provocativa; sin contemplar que son sólo ideas, conceptos, seres inanimados, los cuales no debieran pasar por la balanza moral ni ideológica para definirlos; tomar cada cosa como estrictamente su concepto, sin atribuirle una interpretación.
Es decir, el dinero es un medio de cambio; el trabajo es una actividad; la falda, una prenda de vestir; los lunes, un día de la semana. Transitar por la vía libre de estigmas facilita las cosas. Darle su justa dimensión al objeto, como tal, como concepto, ente, medio o descripción, lo emancipa de las ideas que pudieran sujetarle y estorbar para el uso de la misma.
Se dice por ejemplo que el sexo y el dinero son dos de los términos más corrompidos. Los consideran sucios, paganos, superficiales, perversos. Conceptualizamos según hemos interactuado con el tema a interpretar; es decir, basados en nuestras experiencias, conocimientos, entorno, influencias, ideologías, etcétera.
Ni las imágenes se libran de tal karma, pues nuestro cerebro no parte de cero al interpretar un estímulo visual, sino construye una imagen a partir de lo que ya habita en nuestra mente. Sí, las imágenes y la memoria interactúan y dependen, pues se interpreta la imagen con base en experiencias y valores que hasta ahora han formado su visión particular de la realidad.
Tal vez necesitamos un RESET para reordenar ideas y nuestras interacciones con éstas y con las demás personas, libres de juicio. Ya digo yo: “Si quieres estrenar sábanas… hay que estar a su altura”, ya sea en un reinicio de conciencia o en tu cama con alguien.
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El mundo tiene nuevas formas de hacerse entender. Ha cambiado la comunicación tanto en la percepción individual como en la colectiva, donde las prisas y la inmediatez priman sobre todas las áreas de nuestra vida; por tanto, se rehúye de la idea de “gastar” tiempo leyendo o escribiendo. Tal vez una imagen tenga mayor impacto a la hora de deslizar o responder en el mundo virtual.
La fotografía, el cine, la televisión, el video, las computadoras y el internet han centrado su función en la imagen tanto estática como en movimiento, consecuentemente padecemos una sobrecontaminación de imágenes pues no sólo nos gusta “participar” de la vida de otros, al menos como espectador o interactuando, sino que el espíritu “sélfico” interior se manifiesta para corroborar nuestra propia presencia en lo que mostramos a los demás, para compartirnos o validarnos.
La Universidad Internacional de Andalucía asegura que “somos animales visuales: 90% de toda la información que llega a nuestro cerebro es de tipo visual y procesamos las imágenes hasta 60 mil veces más rápido que cualquier texto. Afirman los estudios, retenemos un 10% de la información que oímos, un 20% de la que leemos, pero hasta un 80% de la que vemos. Otro ejemplo: el 90% de todo el tráfico de internet son vídeos”.
¿Tu mente recuerda con más facilidad un texto o una imagen? Estudios muestran que las imágenes producen un impacto mayor en el cerebro, según Potter, M.C., Wyble, B., Hagmann, C.E., y McCourt, E.S., en la publicación Detecting meaning in RSVP at 13 ms per picture. Attention, Perception, and Psychophysics. El cerebro humano puede procesar imágenes enteras que el ojo ve durante tan sólo 13 milésimas de segundo.
Lo mejor, es que ni siquiera debiera de haber una rivalidad entre imagen y palabras, pudieran complementarse, aderezarse, acompañarse, convivir y vivificarse unas a otras… Saber cómo interpretar unas palabras o como contextualizar una imagen.
Ambos elementos tienen un fuerte poder de comunicación, creando un gran impacto y persuasión en las personas que están recibiendo el mensaje.
No te aseguro que no habrá c a o s
Mis manos son distraídas, mi mente p e r v e r s a
Sería i l u s o decir que no sucederá
Pero incluso en pleno d e s o r d e n de voluntades
Habrá siempre unos l a b i o s dispuestos a besar tus llagas y mis m a n o s para cuidarte el alma…
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