Por Daniel Cortinas
Saltillo, Coahuila.- Un polvo negro muy fino aparece en las cocheras y en los carros de los vecinos cada mañana. Desde hace siete años hay que fregar y fregar para limpiar esa tierra oscura, porque sólo echarle agua al piso es insuficiente para que desaparezca.
Esas partículas permanecen; si un niño sale a jugar, su madre sabe que regresará con las calcetas blancas todas percudidas. Se trata de una madre que como todas las del sector ya no tiende la ropa en el patio porque sabe quedará peor.
Nadie sabe qué es ese polvo, pero cuando uno de los vecinos aproximó un imán al piso un montón de arenita se removió y cubrió la laja imantada y, por puro empirismo, advirtió que se trataba de algún metal.
El malestar inicial entre los afectados fue porque para poder tener cierta calma y no sucumbir a que el polvo lo cubriera todo, tenían que fregar y fregar dos veces al día, sin que eso fuera suficiente para retirar los residuos que expulsa sobre la población la fundición de Tupy en Saltillo, una empresa de origen brasileño de la que, como el polvo que emana de ahí, se desconoce todo.
“Durante mucho tiempo hemos tenido síntomas o problemas que nos aquejan con la producción de residuos, las emisiones contaminantes de la empresa Tupy”, asegura Arturo Domínguez, uno de los vecinos que describe cómo se vive entre el polvo negro.
Don Arturo es habitante de una de las 14 colonias que resienten la suspensión de partículas que no ven en el aire, pero reconocen en todas partes desde hace siete años.
En verano, cuando las temperaturas alcanzan los 30 grados por la noche, en los populosos sectores aledaños a la fundición no pueden abrir las ventanas de las casas.
La noche es el turno de mayor actividad en Tupy, cuando suelta una mayor cantidad de gases perceptibles al olfato y partículas que atraviesan los mosquiteros. El olor y la contaminación en sus hogares los obliga a vivir en casas cerradas.
“Desde el exterior se percibe el humo negro, en las noches unas fumarolas increíbles, la gente aquí no puede dormir con las ventanas abiertas, es imposible porque, además de que se les mete el polvo, se vienen unos olores muy fuertes”, detalla don Arturo.
Daño para todos
Una acera es hilera de inmensas estructuras abandonadas que se alternan con industrias activas sobre el bulevar Isidro López Zertuche, cuatro carriles y un camellón nombrado en honor al pionero que industrializó la ciudad en la primera mitad del siglo XX, pero que hoy es frontera de la populosa colonia Virreyes Obrera poblada a principios de los años 80.
La capa de polvo, según los testimonios recogidos entre vecinos, llega al oriente extendiéndose por Virreyes Residencial.
Al norte cubre de manera notable la colonia Omega, que fue precarista y ahora es barrio popular, e inclusive llega hasta lo que fue el Rancho de Peña, donde en los últimos 20 años se han construido fraccionamientos de vivienda media muy cerca ya de los fraccionamientos de alta plusvalía del norte de la ciudad.
Al norte, en la misma situación que en Virreyes Obrera, la colonia La Salle es mezcla de bodegas, talleres, naves y residencias o casonas que merecieran mejor destino y que, sin embargo, por obra y gracia de la falta de ordenamiento urbano hacen del sector un bipolar asentamiento, muy diferente a las pretensiones de exclusividad que casi gozan sus vecinos de la colonia Kiosko, al poniente, donde poco faltaba para ser fraccionamiento completamente privado, hasta que hace unos años fue necesario abrir algunas vialidades para liberar la presión del tráfico vehicular.
Así es que, desde la precarista y la obrera, las de viviendas media y las residenciales, la contaminación de Tupy no respeta clase social, y así de transversal fueron las acciones conjuntas de representantes de las diferentes colonias afectadas.
Lo primero que hicieron los afectados fue tratar de establecer comunicación con la empresa, pero nadie en Tupy admitió establecer diálogo con los colonos. Entonces decidieron impulsar acciones legales iniciando una demanda colectiva.
En mayo de 2023 se recaudaron más de 80 firmas contra la empresa por la falta de filtros y las posibles omisiones de normas en los procesos de producción.
Como parte del recurso, los colonos presentaron una investigación de la Universidad Autónoma Agraria “Antonio Narro” sobre los niveles de contaminación en el área, pero fue desestimada al no ser un estudio lo suficientemente detallado.
De nada sirvió lo uno ni lo otro porque entre la cerrazón al diálogo y la invalidación de la demanda se quedaron en nada.
Durante el proceso judicial, faltando tres meses para su resolución, los polvos dejaron de aparecer y una semana después de recibir el dictamen de que desecharía el proceso legal, los polvos volvieron a cubrirlo todo.
Entre abril y mayo de este año, en particular, los paros laborales hicieron notar la diferencia en la calidad del aire, la disminución del polvo, un cielo más limpio.
Otra vez, por puro empirismo, los ciudadanos saben que la contaminación es de la empresa porque los monitoreos ambientales son deficientes y poco transparentes.
A lo largo de este año, cada mes, el periódico Vanguardia ha revelado el desastre de las estaciones ambientales revelando que son obsoletas y que la mayor parte del año sólo una ha estado en funcionamiento. El reporte persistente durante el primer semestre de 2024 fue de mala calidad del aire.
La única estación de monitoreo del aire que está en activo se ubica en Ramos Arizpe, muy al norte de donde Tupy esparce sus polvos negros, por lo que esa mala calidad puede tener relación con los vientos contaminados procedentes de la Zona Metropolitana de Monterrey, o bien por pedreras, la cementera Holcim u otras actividades industriales de la zona norte del valle de Saltillo, pero es imposible medir las emisiones de la antigua zona industrial donde la empresa brasileña es denunciada por los vecinos.
El Coahuilense Noticias solicitó un informe sobre monitoreos y acciones de remediación al municipio de Saltillo. No hay. Por el tipo de industria y actividad, en el ayuntamiento dicen que son incompetentes.
El gobierno de Coahuila, mediante la Secretaría de Medio Ambiente, no dio respuesta a las peticiones de entrevista, mientras que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) carece de delegación formal desde que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador decidió suprimir esa figura.
En las oficinas de la Profepa no hubo respuesta y su personal justificó la falta de posición en la supuesta prohibición de las oficinas centrales de la Ciudad de México para dar entrevistas.
Espera por resultados
La empresa brasileña, tras dar contestación y vencer la demanda vecinal, no hizo contacto con los colonos, pero eso sí, para evitar que siguieran obteniendo imágenes que pudieran convertirse en pruebas, tomaron acciones dentro del perímetro de su fundición.
La primera de esas acciones fue llenar su barda perimetral con un plástico azul para que no se pudiera ver hacia dentro; además, durante la jornada laboral, los vehículos de los trabajadores están cubiertos con lonas para evitar el daño de la pintura.
Con todos los impedimentos legales, muchos de los vecinos parte del movimiento se desmotivaron, aun así, otros representantes continúan con los esfuerzos, lo que llevó a un amparo para tener información de qué es lo que se está generando en la empresa, se ordenó un monitoreo de la calidad del aire que está a la espera de ser resuelto.
Otro de los esfuerzos por parte de las colonias aledañas fue con el apoyo del Instituto Federal de la Defensoría Pública, la recolección de alrededor de 40 firmas, con las cuales se buscaba que la empresa fuera reubicada a las afueras de Saltillo y se les monitoreé con regulaciones estrictas para evitar que se siga dañando el medio ambiente.
Etiveth Navarro, una de las vecinas, expone lo frustrante de su defensa: además de denuncias públicas sobre las operaciones de la empresa, han iniciado 180 recursos legales que no han prosperado.
Ante la situación, los vecinos consultados especulan sobre la posibilidad de que haya tráfico de influencias debido a los años que lleva operando la empresa sin consecuencias, aunque la situación sea evidente.
“Basta con tocar alguna superficie cerca de la empresa para llenarse de talco negro”, dice Etiveth Navarro.
Jorge Valdés, diputado local del Partido Verde, fue convocado por los colonos. En entrevista con El Coahuilense Noticias, el legislador asegura que a Tupy se le ha multado y llama la atención que las cosas siguen exactamente igual.
En septiembre último, el legislador quiso servir como interlocutor de los vecinos y pidió en la tribuna del Congreso estatal que todas las autoridades, tanto locales como federales, señaladamente la Profepa no dejen de monitorear en ningún momento a la empresa en lo que se refiere al ámbito ambiental, y que si observan que existen emisiones que perjudiquen directamente la salud de los habitantes de la zona, empleen sus facultades para multar, sancionar e incluso clausurar la planta.
También solicitó la inspección interna de la empresa, ya que las demandas de los vecinos se han visto desestimadas porque ellos hablan desde el exterior, por lo que una revisión interna sacará a la luz las medidas que pueden estar omitiendo y causando la evidente contaminación.
Y es que, al no conocer qué es lo que contiene el polvo negro que aparece todos los días en sus casas, los vecinos no saben qué es lo que están respirando ni que repercusiones habrá en su salud.
Los daños que sí resultan evidentes son en las áreas verdes, ya que particularmente se han plantado una gran cantidad de árboles por toda la zona y muchos no sobreviven.
Etiveth Navarro asegura que hay vecinos que padecen problemas cutáneos y personas que llegan a toser sangre, síntomas que pueden verse asociados a esas u otras causas, pero simplemente nadie sabe.
El diputado Jorge Valdés ha insistido en sus exhortos a las autoridades a no dejar de hacer su trabajo, a monitorear constantemente y a atender las quejas y denuncias de los vecinos, y, que en caso de que la información sea errónea, demuestren lo contrario con los resultados de las pruebas correspondientes porque ni siquiera eso se ha hecho.
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