Por Ethel Arredondo
Con los niveles de agua en las presas de la Comarca Lagunera en mínimos históricos, los ejidatarios y productores agrícolas de esta región enfrentan un panorama desolador para el ciclo agrícola primavera-verano 2025.
La escasez hídrica amenaza con limitar las siembras a un medio ciclo que podría abarcar apenas 30 mil hectáreas, enfocándose en cultivos esenciales como los forrajes y el algodón.
Ante el panorama, en este momento el campo lagunero necesita no sólo agua, sino un milagro.
En ejidos tanto de Durango como de Coahuila, la conversación gira en torno a un mismo tema: la necesidad de lluvias extraordinarias que llenen las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco.
Actualmente, estas obras de infraestructura, vitales para el riego en la región, registran niveles preocupantes: la Lázaro Cárdenas se encuentra en 31.18% de su capacidad, mientras que la Francisco Zarco apenas alcanza el 39.03%.
Sin lluvias significativas, los agricultores temen que el ciclo agrícola se reduzca a su mínima expresión, impactando severamente sus ingresos y su capacidad de sustento.
“Siguen las reuniones con la Comisión Nacional del Agua (Conagua) de los presidentes de los módulos. Estamos esperando que la virgencita nos ayude y pueda venirse un meteoro de Sinaloa y que nos llueva”, refiere Álvaro Burciaga, productor del ejido León Guzmán y delegado del Módulo de Riego 03.
Este año se definió el volumen para el ciclo de riego agrícola 2024 en 800 millones de metros cúbicos (Mm3). La apertura del sistema de presas inició en la segunda quincena de marzo. El riego abarcó poco más de 56 mil hectáreas. Para el 2025 se dispondrá sólo de la mitad de la cantidad de agua.
Samuel Martínez, presidente del Módulo de Riego 03 -uno de los 17 módulos que operan en la región-, confirmó que la Conagua ya les informó que únicamente se destinarán 400 millones de metros cúbicos de agua para el Ciclo de Riego Agrícola 2025.
“Es un medio ciclo, si fuera mini ciclo nos darían sólo 300 Mm3. Recién tuvimos una reunión en la Conagua con gente de México sobre el tema de la tecnificación y el plan hídrico. Si se hubiera cumplido con lo acordado en apoyos del gobierno federal para la tecnificación, otro sería el panorama, podríamos aprovechar mejor la poca agua que tendremos, pero no fue así”, expresa.
Explica que los 17 módulos saldrán perjudicados, pero más los módulos del 04 al 17, a partir del ejido El Vergel y hasta los ubicados en San Pedro de las Colonias, donde quizá no podrán regar ni una hectárea completa.
Adaptarse o desaparecer
Para Álvaro Burciaga, productor agrícola y delegado del Módulo 03 de riego, el ciclo agrícola primavera-verano 2025 plantea un escenario de crisis, pero también una oportunidad para repensar la forma en que los agricultores de la Comarca Lagunera utilizan el agua y planifican sus cultivos.
En entrevista, Burciaga comparte su visión sobre la situación actual y el futuro del campo lagunero:
“Con el almacenamiento actual de las presas, estamos pensando que a lo mucho se sembrará el 50% de las 56 mil hectáreas que generalmente se cultivan en la región”, dice. La mayoría de estas hectáreas suelen destinarse a forrajes como alfalfa, maíz y sorgo, pero las restricciones hídricas podrían obligar a reducir drásticamente estas áreas.
Reconoce que si existieran esfuerzos del gobierno, como la asignación de recursos millonarios para la tecnificación de sistemas de riego, podría generarse un ahorro del 30% en el consumo de agua. Sin embargo, enfatizó que estas medidas deben complementarse con un cambio en los patrones de cultivo.
“No es posible que sigamos gastando el agua en los mismos cultivos de siempre,” afirma. Productor de chile jalapeño en León Guzmán, Burciaga sugiere apostar por alternativas más redituables y de menor demanda hídrica, como las hortalizas y los cultivos por contrato.
“El chile jalapeño, por ejemplo, es una opción rentable si se maneja con disciplina y se cuenta con un buen mercado”, destaca.
El productor también menciona el potencial del espárrago, un cultivo que ha comenzado a ganar terreno en la región y que puede ser altamente rentable debido a su calidad y demanda en mercados internacionales.
“Hay que pensar en cultivos que den una buena utilidad en superficies pequeñas y que se ajusten a la disponibilidad de agua”, comenta.
En cuanto a la distribución del agua dentro de los módulos de riego, Burciaga señala que cada módulo tiene su propia concesión y autonomía para decidir cómo administrar el recurso. Sin embargo, critica la falta de democracia y transparencia en la gestión de algunos módulos.
“Hay mafias y una visión limitada que no permite ver el bosque completo. Los dirigentes deben ser personas con una visión amplia que puedan organizar y optimizar el uso del agua y los recursos,” asegura.
Agrega que la clave para enfrentar esta crisis está en democratizar los procesos de elección de los dirigentes y fomentar una planificación más estricta en los cultivos. “No podemos seguir sembrando lo que queramos sin considerar la disponibilidad de agua. Necesitamos planificar como lo hacen en otros países”, afirma.
Para Burciaga, 2025 podría ser una oportunidad para que el campo lagunero adopte nuevas estrategias y se adapte a las condiciones adversas. “Podemos ver esto como una oportunidad para reinventarnos, aprender a manejar mejor el agua y a producir lo que realmente demanda el mercado”, sostiene.
“Sin agua, ¿de qué vamos a vivir?”
Un reporte oficial de la Conagua de fecha 11 de diciembre del 2024 refleja el desafiante panorama hídrico que presentaba la Comarca Lagunera:
La presa Lázaro Cárdenas, con una capacidad máxima ordinaria de 4 mil 278 Mm³, actualmente almacena 922 Mm³; es decir, apenas el 31.18%. Las entradas actuales de agua son de 2.468 m³/s, pero no se registran extracciones, lo que indica un esfuerzo por conservar el recurso disponible.
La presa Francisco Zarco cuenta con una capacidad máxima ordinaria de 383 Mm³, su almacenamiento actual es de 120 Mm³, equivalente al 39.03%. En este caso, hay una extracción activa de 2.471 m³/s, mientras no se reportan entradas significativas.
Sin un incremento considerable en los niveles de agua, las posibilidades de expansión en las áreas sembradas son muy limitadas.
La posible reducción del ciclo agrícola impactaría directamente a miles de familias que dependen de la agricultura en la región.
La falta de siembras también afectaría la producción de forrajes, clave para la industria lechera, otro de los pilares económicos de la Comarca Lagunera. Además, los jornaleros y trabajadores rurales podrían enfrentar una reducción significativa en oportunidades laborales.
Para los ejidatarios un ciclo recortado no sólo significa una menor producción; representa también el agravamiento de deudas con proveedores de insumos y la posibilidad de abandonar tierras que han trabajado durante generaciones.
Mientras esperan lluvias milagrosas, los agricultores también exploran soluciones a largo plazo. Los sistemas de riego tecnificados, como el goteo, se presentan como una opción viable para maximizar el uso del agua disponible.
Sin embargo, su implementación requiere recursos y capacitación que no todos pueden costear y para los cuales el gobierno federal hasta el momento no ha destinado los recursos.
Los afectados directamente con esta sequía piden acciones extraordinarias incluyendo programas de empleo emergente y apoyo a los agricultores.
José Atilano García López, ejidatario del ejido Buen Abrigo, expresa su preocupación ante la falta de agua y las posibles restricciones en el próximo ciclo agrícola, lo que pondría en riesgo su principal cultivo: el sorgo.
En entrevista, García López señala que este año sólo se les asignarán 40 áreas compactas de riego, lo cual representa una disminución significativa en comparación con años anteriores.
La situación ha obligado a los ejidatarios a buscar alternativas, aunque no todos tienen los medios para enfrentarlo. “Hay compañeros que rentan sus tierras, pero otros, como yo, dependemos de lo que sembramos. Yo siembro entre cuatro y seis hectáreas de sorgo, pero con este recorte será difícil”, comenta García López.
El sistema de riego se ha vuelto insostenible para muchos ejidatarios debido a la falta de inversión y mantenimiento en la infraestructura.
García López explica que el agua será concentrada en áreas compactas; es decir, parcelas cercanas entre sí para reducir pérdidas.
Sin embargo, esto deja fuera a muchos pequeños productores. “La mayoría de nosotros no tenemos grandes extensiones. Para quienes tienen más derechos, es más fácil, pero para los demás no alcanza”, explica.
El ejidatario también menciona las dificultades derivadas de una mala calidad en las semillas. En ciclos anteriores, el sorgo sembrado no cumplió con las expectativas, afectando la rentabilidad.
“Compramos semillas certificadas que no crecieron como prometían. Nadie nos dio respuesta ni apoyo por esas pérdidas”, añade.
García López indica que no ha habido acercamientos por parte de las autoridades para brindar apoyo ante la crisis. Aunque han solicitado programas de ayuda, los ejidatarios siguen esperando una respuesta clara.
“Hay compañeros enfermos o sin recursos para rentar maquinaria. No podemos seguir así. Si no hay agua, ¿de qué vamos a vivir?. Yo le trabajo a otros para alcanzar, pero hay compañeros enfermos que no pueden hacer eso, qué pasará con ellos”, pregunta con preocupación.
Con el próximo ciclo agrícola en incertidumbre, García López teme por el futuro de su comunidad y de las familias que dependen del campo. “Si seguimos sin agua, muchos tendremos que abandonar nuestras tierras. Estamos viendo cómo el ejido se queda vacío y nadie nos da una solución”, se lamenta.
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