Por Alberto Aguirre
La cruzada contra el glifosato y los organismos genéticamente modificados es una de las banderas más acendradas de lo que se ha denominado humanismo mexicano, aunque amplios sectores de los economistas y los expertos agropecuarios al servicio de la Cuarta Transformación han expresado —en público y en privado— sus objeciones al prohibicionismo.
Antes de la llegada de Raquel Buenrostro, en la Secretaría de Economía y en la Oficina de la Presidencia, principalmente, aunque también en Sagarpa, hubo mandos medios y superiores que advirtieron sobre los probables impactos de la pérdida de rendimiento de los granos básicos.
La Covid-19 exacerbó las posiciones radicales. El gobierno federal, con María Elena Álvarez-Buylla, Hugo López-Gatell y Víctor Manuel Toledo como principales voceros, materializaron la estrategia concebida por Jesús Ramírez Cuevas contra la industria de los alimentos y bebidas, culpable —según la narrativa oficialista— de otra de las grandes pandemias que aquejan a los mexicanos: la obesidad mórbida.
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El rescate de la soberanía sería el eje rector de las políticas públicas de la Cuarta Transformación. Y de la defensa del maíz nativo, en el arbitraje internacional. En materia alimentaria, sobre todo después de la contingencia sanitaria, la inflación ha sido un efecto pernicioso. ¿Es culpa de la política prohibicionista? Los defensores de la industria de los cultivos advirtieron también de un inminente aumento de las importaciones y la pérdida de miles de empleos y de competitividad en el sector agropecuario.
La decisión de prohibir la importación de glifosato llegó a la SCJN, tras del amparo interpuesto por las trasnacionales agroalimentarias. Los ministros ratificaron la prohibición de la siembra y comercialización de transgénicos, pero persiste la batalla por proteger el derecho humano a la biodiversidad del maíz y la diversidad de la comida pluricultural mexicana.
Desde la firma del TLC, hace 30 años, México se ha vuelto cada vez más dependiente de las importaciones de maíz amarillo, el cual se utiliza para la preparación de forrajes y usos industriales. En maíz blanco ―incluido el elotero y palomero― apto para el consumo humano, México es autosuficiente… incluso pese a la incursión de Segalmex.
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Actualmente, en México se siembran 7.9 millones de hectáreas de maíz grano. De éstas, 6.2 millones corresponden a maíz blanco de temporal y 1.3 millones a maíz blanco de riego. El maíz amarillo se cultiva en 225,000 hectáreas de temporal y 194,000 hectáreas de riego. Para apoyar su agricultura, México invierte tres veces menos por hectárea que Estados Unidos, cuatro veces menos que China y 40 veces menos que Japón.
El sector agrícola de Estados Unidos aporta 1.2% de su PIB y recibe 1% en apoyos, mientras en México, el sector agrícola aporta 3.5% del PIB y sólo recibe 0.7% en apoyo a la agricultura. El déficit alimentario actual de México, la compra de alimentos básicos del exterior es de 45% de lo que se consume.
Las trasnacionales agroalimentarias que ponderan la uniformidad genética de los maíces transgénicos sostienen que este tipo de semillas globalmente producen mayores rendimientos en las cosechas, generan mayor protección ambiental —porque prescinden de los agroquímicos— y son más resistentes a la sequía.
En contrasentido, las autoridades federales han esgrimido que una autorización de maíz transgénico en el norte del país acarrearía inevitablemente la contaminación masiva de los maíces nativos y —muy probablemente— la reducción de biodiversidad a mediano plazo.
Su referente es el cultivo de algodón transgénico, autorizado hace más de 35 años y extendido desde entonces en el norte del país, lo que provocó la contaminación de poblaciones de algodón silvestre del sureste y sur del país, distantes más de 2,000 kilómetros.
También han referido concretamente un caso de maíz consumido como grano: el MON NK603, asociado con daño letal crónico subclínico en ratas de laboratorio y el herbicida glifosato acompañante asociado con malformaciones fetales humanas, entre otros daños.
Ahora, por mandato constitucional, la siembra de maíz transgénico a cielo abierto en México quedará prohibida en México.
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