Por Brenda Macías
¡Cómo hemos cambiado! ¡Qué lejos ha quedado aquel resplandor de las redes sociales como verdaderas ágoras para la libertad de expresión en países democráticos! Recuerdo aquel lejano 2004 cuando surgió Facebook y 2006 cuando nació el cantar de Twitter, hoy X.
En 2011, cuando estudiaba la maestría en Comunicación en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, mis profesoras de análisis de audiencias y comunicación pública nos advirtieron que las redes sociales –como proveedoras de información– requerían de la presencia de la figura periodística para privilegiar la calidad informativa basada en hechos antes que las fake news, la propaganda y el ruido en la red.
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En aquel 2011, con la ingenuidad de mis veintitantos, impulsé el álgido ascenso de las redes sociales porque éstas nos estaban abriendo una posibilidad de medios democráticos, dialogantes y críticos al poder, y de apertura para prometedores jóvenes periodistas que no encontrábamos espacios en los medios de comunicación tradicionales o que estábamos cansados de la propaganda política. En aquel entonces –¿y ahora?– se notaba en algunxs periodistas cierto pago por su opinión. (Ya saben, el llamado chayote).
Un análisis del investigador argentino Iván Schuliaquer, publicado en la Revista Anfibia el pasado 9 de enero, nos advierte cómo el poder de la información sigue siendo de quién pueda pagarla.
En los tiempos políticos que corren en Estados Unidos, escenario donde veremos de nueva cuenta a Donald Trump como presidente, queda en el olvido que en 2021 Mark Zuckerberg anunció la suspensión de las cuentas de Donald Trump en Instagram y Facebook. Tres Doritos después, en enero de 2025, Zuckerberg anunció cambios en las políticas de moderación de Facebook, Instagram y Whatsapp, al eliminar la figura de los fact-checkers con el pretexto de “restablecer la libertad de expresión”. Estos movimientos coinciden con cambios de gobierno en Estados Unidos y reflejan un ajuste oportunista ante las nuevas administraciones del poder político y multipolar.
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Zuckerberg muestra cómo el debate público se privatiza en manos de actores con intereses propios, alejándose de la utopía de un internet abierto y democrático. Además, Meta seguirá las políticas de contenido de X (antes Twitter), lo que evidencia la influencia de la derecha radical en las reglas del discurso público. Elon Musk, tras comprar Twitter, se convirtió en un referente de las derechas radicales, utilizando la plataforma para amplificar su alcance y promover fake news y discursos estigmatizantes.
Con estas ideas de Iván Schuliaquer en la mira, el cambio de Meta también responde a conveniencias políticas, enfrentando juicios de derecho a la competencia y amenazas de Trump. Zuckerberg anunció que trabajará con Trump para combatir la censura en plataformas, lo que tiene implicaciones geopolíticas y refuerza la alianza entre gobierno y corporaciones.
La eliminación de fact-checkers consagra un nuevo esquema de verdad en las plataformas, donde la información y los hechos importan menos. La comunicación digital es más caótica y establecer verdades compartidas es más difícil. Meta también trasladará su equipo de moderación de California a Texas, alineándose con el gobierno de Trump y priorizando contenidos políticos.
Este cambio radical, según Iván Schuliaquer, en las políticas de moderación favorece a ciertos grupos y promueve un entorno donde los insultos y ataques son permitidos, afectando negativamente a los grupos históricamente discriminados. La libertad de expresión absoluta beneficia a quienes buscan descalificar y deshumanizar a otres, controlando el debate público.
En resumen, la decisión de Meta de eliminar a los fact-checkers y cambiar sus políticas de moderación refleja una privatización del debate público, alineada con intereses políticos y corporativos, y plantea desafíos para la democracia y la regulación de la inteligencia artificial.
¿Será buena idea seguir trabajando gratis para alimentar a estos grandes corporativos informativos? ¿De qué manera podríamos regular el avance de la Inteligencia Artificial? ¿Esta seguirá siendo nuestra aliada? ¿En qué momento veremos sus verdaderos colmillos de poder?
Hasta la próxima entrega.
@brendamargotms
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