Detrás de los Datos: Los jóvenes coahuilenses: entre sueños salariales y la crisis habitacional

febrero 24, 2025
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EL COAHUILENSE

Por Gonzalo Villanueva & Diego García // CEDIL

Durante el ciclo 2023-2024 se matricularon 141 mil 192 estudiantes de nivel superior en Coahuila, de acuerdo con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Saltillo registró un total de 57 mil 566 estudiantes, lo que representa una parte significativa de la población que se acerca o ya forma parte de la vida económicamente activa del estado. Esas cifras contienen el sueño de muchos jóvenes que buscan independizarse y crear un patrimonio propio mediante una formación profesional.

En el CEDIL nos dimos a la tarea de conocer cuáles son las expectativas salariales de los profesionistas en formación de algunas universidades y facultades en el área metropolitana de Saltillo. 

Se realizó un estudio exploratorio con 215 estudiantes para investigar sus expectativas salariales después de graduarse. Se les preguntó cuánto esperaban obtener en su primer empleo, qué tan seguros se sentían de alcanzar esa cifra y qué factores consideraban determinantes para obtener un salario que cumpliera con sus expectativas.

Los resultados de la encuesta muestran que la mayoría de los estudiantes espera un ingreso mensual entre diez mil y 20 mil pesos, siendo ésta la franja predominante en las aspiraciones de los futuros profesionistas. Sólo una minoría contempla cifras inferiores o superiores reflejando una visión casi homogénea del mercado laboral.

Además, 58% de los estudiantes encuestados indicó sentirse seguro de ganar el salario mencionado. 

En cuanto a los factores que determinan el ingreso, los encuestados priorizaron la experiencia laboral o prácticas profesionales, las habilidades técnicas especializadas y las habilidades blandas como la comunicación y el liderazgo. Esos datos reflejan cierta confianza de los jóvenes en un sistema meritocrático.

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Las expectativas y creencias reflejadas en la encuesta solventan la demanda de programas educativos en la entidad para satisfacer las ofertas laborales. Estos programas, a su vez, brindarían a los jóvenes la oportunidad de cubrir sus necesidades básicas, especialmente la vivienda.

Cruda realidad

Los datos de la Sociedad Hipotecaria Federal exponen que en 2024 se dio un incremento de 9.4% en el precio de las viviendas adquiridas vía créditos hipotecarios, teniendo por promedio un millón 734 mil 535 pesos para el costo de las viviendas a escala nacional. Para Coahuila el promedio del precio de las viviendas fue de un millón 286 mil 139 pesos.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE, 2024) refiere que el salario promedio mensual en Coahuila osciló entre nueve mil 680 y 11 mil 415 pesos. A ese ritmo un joven coahuilense necesitaría ahorrar el total de su salario por más de nueve años para comprar una vivienda. Pareciera que el alquiler es una alternativa viable.

El sitio de internet Inmuebles24 indica que en México el costo promedio de una vivienda en renta es de 17 mil pesos en zonas urbanas. Otros sitios especializados, como TuCasaNueva, precisan que en Coahuila el promedio de una renta mensual durante 2024 fue de 15 mil 907 pesos. 

En la base de datos sobre costos de vida Numbeo, Torreón aparece con un promedio de renta de ocho mil 208 pesos, mientras que Saltillo destaca con 19 mil 150 pesos; ambas cifras reportan espacios pensados para familias, es decir, de al menos tres dormitorios. 

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Uno de los factores que incide en el incremento de costos de vivienda es la especulación inmobiliaria, un fenómeno que consiste en la compra de bienes raíces con el propósito de venderlos en el futuro a un precio más alto, en lugar de utilizarlos o desarrollarlos para fines habitacionales o comerciales inmediatos. Eso se hace bajo la expectativa de que el valor de las propiedades aumentará con el tiempo, debido a factores como la urbanización, la mejora en la infraestructura o cambios en la demanda de vivienda en el mercado. 

Dicho fenómeno beneficia únicamente a inversionistas o corporaciones en detrimento del acceso a la vivienda de las personas. El aumento de los alquileres y costos de vivienda causa el desplazamiento de comunidades vulnerables, la creación de zonas con transporte deficiente, viviendas informales y áreas de desarrollo preferencial, así como el acaparamiento de viviendas por parte de grupos con capital inmobiliario.

Narrativas (ideologías) sobre la vivienda

En palabras de Máximo Ernesto Jaramillo Molina, investigador de la Universidad de Guadalajara, México no destaca por ser un país de alta movilidad social, igualdad de oportunidades ni por reportar un nivel importante de redistribución vía el Estado. 

Coahuila no es la excepción a esta realidad. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera del INEGI, los coahuilenses refieren que deben de ganar cerca de 22 mil pesos mensuales para cubrir sus gastos elementales. Eso colocaría a Coahuila dentro de las entidades con un costo de vida más alto en todo el país. 

En contraste, el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) puntualiza que Coahuila se encuentra dentro de los estados con una difícil situación laboral. Sus dos principales Zonas Metropolitanas, Saltillo y La Laguna, tienen un número significativo de hogares que han permanecido en el quintil de ingresos más bajos durante al menos diez trimestres. Esta falta de movilidad social sugiere que el progreso en Coahuila no es equitativo y que algunos hogares tienen dificultades para mejorar su situación económica.

El acceso a una vivienda digna no sólo depende del precio de los inmuebles o de las condiciones del mercado, sino también de los ingresos que los individuos pueden percibir. En este sentido el cruce entre las expectativas salariales de los recién egresados y el costo de la vivienda en Saltillo y otras ciudades de Coahuila nos permite cuestionar la viabilidad del acceso a una vivienda para los nuevos profesionistas. 

La especulación inmobiliaria se erige como uno de los mayores obstáculos para la movilidad social. Mientras el valor de las propiedades sigue en alza, los jóvenes, pese a contar con una formación prometedora, en muchas ocasiones se ven obligados a aceptar empleos precarios que apenas les permiten soñar con la independencia.

En definitiva, la desconexión entre las expectativas salariales de los jóvenes y lo que realmente cuesta una vivienda digna en Coahuila evidencia una brecha estructural que debe ser atendida. 

¿Pueden las promesas de una educación superior convertirse en el motor de un futuro próspero para los jóvenes de Coahuila? Pareciera que, mientras los estudiantes inician su camino en la educación superior, la brecha entre sus expectativas salariales y el alto costo de la vivienda pinta un panorama desalentador.

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