Redacción El Coahuilense
Ciudad de México.- De acuerdo con el informe ‘Violencia en el noviazgo. Desde la perspectiva escolar’, de Fundación Naná y Mexicanos Primero, entre el 24% y el 28% de las adolescentes a nivel mundial han sufrido violencia dentro del noviazgo. Esta situación puede provocar daños irreversibles y terminar en feminicidio, la forma extrema de violencia de género contra las mujeres.
El 12 de septiembre de 2023, Ana María Serrano Céspedes, de 18 años, fue víctima de violencia feminicida por parte de su exnovio. Anteriormente a su asesinato, quedó evidencia sobre la violencia en el noviazgo cuando aún era adolescente como cartas y cientos de mensajes de WhatsApp, SMS y correos electrónicos.
Ana María no pudo recibir ayuda a tiempo. Su familia no estaba enterada de la situación que atravesaba; sus amistades sí tenían conocimiento de la relación “tóxica”, pero no de la conexión con la violencia de género y sus consecuencias; y las psicólogas de su centro educativo y personal, no contaban con información o herramientas para alertar y prevenir su feminicidio.
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Siguiendo el informe de Fundación Naná y Mexicanos Primero, 1 de cada 4 mujeres adolescentes de 15 a 19 años que han tenido pareja experimentaron violencia en su relación. Se trata de un fenómeno que no es exclusivo de esta etapa de la vida de una mujer, pues en 2022 se identificó que cada hora mueren más de 5 mujeres a nivel mundial a manos de sus parejas.
En México, en 2021 el INEGI reportó que 39.9 % de las mujeres de 15 años y más atravesó una situación de violencia a lo largo de la relación. Muchos de estos terminan en su muerte, siendo que el 11.5% de las víctimas de feminicidios de 2020 fueron mujeres menores de 17 años.
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Sin embargo, Fundación Naná apuntó la necesidad de diferenciar la violencia en pareja y en el noviazgo, ya que el primero abarca las relaciones románticas y sexoafectivas entre personas adultas casadas y en unión libre; mientras que el segundo es una etapa clave donde hay mayor vulnerabilidad para las mujeres adolescentes, pues tienen un riesgo de 8% a 10% mayor que las mujeres adultas de sufrir violencia de género.
Asimismo, es en la adolescencia donde comienzan a formarse las relaciones de pareja, sobre todo en espacios como la escuela, ya que ahí se forman sus lazos afectivos más cercanos después de la familia.
Las aulas, espacios que deben prevenir la violencia
En México, siete de cada diez mujeres de 15 años y más sufrieron violencia física o sexual de su pareja. Solo el 13.6% acudió a una institución o autoridad para buscar ayuda, la cual debería comenzar desde los primeros años de la infancia, los centros educativos, la ciudadanía y la creación de políticas públicas con perspectiva de género.
Nuestro país cuenta con el llamado ‘Programa Sectoriales de Educación (PSE)’ a nivel nacional y en cada entidad federativa. Se trata del diseño del programa educativo en el que se establecen objetivos, estrategias y acciones específicas para garantizar que todas las niñas, niños y juventudes ejerzan su derecho a la educación.
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Sin embargo, solo en los PSE de Baja California, Campeche, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo, Sonora, Tamaulipas y Zacatecas se encuentran acciones orientadas a prevenir la violencia de género, así como actividades enfocadas a la sensibilización, formación, detención temprana y a erradicar la discriminación contra las mujeres.
Estados como Durango, San Luis Potosí y Sinaloa donde sí existe el PSE y que además tienen una Alerta de violencia de Género, no han integrado acciones para prevenir la violencia de género en las aulas, lo cual resulta preocupante según señaló Fundación Naná y Mexicanos Primero en su informe.
Violencia en el noviazgo adolescente
Antes de que comience la violencia en el noviazgo, existe una primera alerta que permea este hecho y que proviene de diferentes ambientes en el que se relaciona quien ejerce la violencia.
El informe advierte los siguientes: contexto familiar de pobreza; mala relación con los padres y madres; el trato con sus compañeros; estresores particulares como presión escolar, cambios en el desarrollo o inestabilidad; comportamientos antisociales; ambiente familiar disruptivo; falta de modelos masculinos positivos; contexto de actos violentos o consumo de sustancias; involucramiento con bandas criminales; maltrato sexual hacia mujeres; y la falta de apoyo académico y emocional.
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Son estos escenarios los que dan pie a la posibilidad de comenzar un ciclo de violencia en el noviazgo adolescente que inicia con la fase de luna de miel, enamoramiento o limerencia, en donde es común que los sentimientos se expresen con fervor y entusiasmo, regalos, gestos y tiempo de calidad. Esta etapa se presenta en todas las relaciones, pero más en la adolescencia tomando en cuenta que suele ser la primera vez en experimentarse.
Posteriormente le acontece la fase de calma en el que se deja el enamoramiento extremo por una estabilización de tranquilidad en la relación. Cuando este paso termina, surge la fase de tensión que comienza con argumentos, discusión o pelea que escalan al territorio de la violencia. Finalmente se da la fase de agresión que conlleva episodios de explosión de violencia en cualquier tipo como física, emocional, psicológica o sexual.
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“Algunas de las formas más comunes de violencia en estos episodios suelen incluir insultos, gritos, o buscar humillar a la pareja. Este episodio generalmente detona una reacción por parte de la víctima, quien no está acostumbrada o no espera que ocurran estos actos de violencia, ya que hasta ahora cree que está en una relación de pareja normal” -informe Violencia en el noviazgo. Desde la perspectiva escolar.
Después de este paso, quien ejerce violencia se disculpa, suele dar regalos y hacer promesas de cambio pasando a la reconciliación en donde se activa de nueva cuenta la fase de la luna de miel, volviendo la violencia en pareja un ciclo.
De acuerdo con Fundación Naná, existen algunas señales de alerta cuando una adolescente está sufriendo violencia en el noviazgo, por ejemplo, necesidad de control en cualquier ámbito de la vida personal de la pareja (ropa, lugares que visita, el uso de su tiempo, etc.); celos de amistades o incluso desconocidos; irrespeto al consentimiento o autonomía en cualquiera de sus formas; cambios bruscos de humor que mantiene a la pareja en estado de alerta; y aislamiento en donde la pareja se aleja de sus redes de apoyo y de los espacios para solo estar con el agresor. Los cuales fueron identificados en la carta escrita hacía Ana María.
Por lo que una vez que las identifiques en la relación de una adolescente cercana a ti, puedes implementar las siguientes acciones:
- Escuchar sin juzgar, sobre todo cuando ella acude a ti contándote una experiencia difícil.
- Respetar su tiempo, muchas mujeres tardan en darse cuenta de que viven violencia en su noviazgo, por lo que será necesario no insistir en dejar la relación cuando no pueden o quieren hacerlo.
- Tratar de mantener el contacto y la presencia en su vida, necesita saber que puede recurrir a ti sin importar lo difícil que pueda ser la situación.
- Pedir ayuda y alertar, sobre todo cuando la situación de violencia ya escaló y ella corre peligro.
- Si no sabes dónde solicitar ayuda, puedes consultar el siguiente link y consultar a las organizaciones o instancias.
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