Trabajo doméstico no remunerado: tan indispensable como invisible

marzo 9, 2025
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Por Valeria Cämun

La peligrosa idea de romantizar a la mujer incansable que todo lo puede en nombre de su familia puede desencadenar una crisis social, de salud pública, financiera y estructural a mediano plazo, ya que este modelo patriarcal acentúa la desigualdad de género, y la carga de trabajo impuesto a las mujeres es insostenible. 

El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, tan esencial como invisible, es aquel que desempeñan la mayoría de las niñas y mujeres en México, y en otros países en vías de desarrollo: cocinar, limpiar, cuidar a los niños, a los ancianos, a algún familiar con discapacidad; lavar la ropa, administrar las cuentas, mantener el hogar funcional: todas estas tareas diarias limitan sus posibilidades de crecimiento personal y profesional. 

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Sin horarios establecidos, sin tiempo para ellas mismas, sin ingresos propios, sin seguro ni prestaciones, el panorama se vuelve realmente complicado cuando, aunado a eso, tienen que hacer malabares para inventarse una forma de generar recursos, ya que el sueldo de una sola persona no alcanza para pagar las cuentas. 

“Mi rutina empieza a las seis de la mañana: me levanto, preparo el lonche, llevo a mis hijos a la escuela caminando, porque de puro pasaje de los cuatro serían 60 pesos de ida y 60 de vuelta; me regreso a la casa a atender a mi suegro, que ya tiene tres años viviendo con nosotros, hago la comida, voy por los niños, limpio la casa, hacen tarea, y en la tarde es cuando me doy un tiempo para moverle al Face, subir lo que tengo en venta, arreglar pedidos… el día se termina como a las once de la noche, y en realidad nunca duermo bien porque si no se despierta uno con tos o dolor de estómago, se despierta el otro”, relata Elena, de 45 años. 

Pero Elena está acostumbrada a estos horarios, pues al ser la mayor de tres hermanos “le tocó” ayudar a su mamá, razón por la cual sólo pudo estudiar hasta la secundaria. 

“Maestra, me hubiera gustado ser maestra de primaria, andar muy arreglada, llegar a ser directora, pero ya en otra vida será”, dice sonriendo. 

Impuesto oculto

La Organización de las Naciones Unidas lanzó una campaña para Latinoamérica con la que busca visibilizar el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, que es esencial para el funcionamiento de la sociedad y la economía, y reveló que en 2023 el valor de este trabajo en México fue de más de ocho mil millones de pesos, lo que representó 26.3% del Producto Interno Bruto (PIB). 

Sin embargo, el trabajo doméstico no remunerado sigue siendo una de las dimensiones menos reconocidas de la contribución de las mujeres al desarrollo y a la supervivencia económica de los hogares. 

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“Más aún, el cuidado no remunerado sigue siendo el impuesto oculto y más alto de las mujeres en términos económicos y de tiempo”, expone el informe de ONU Mujeres. 

“Las responsabilidades y tiempo dedicado al hogar o al cuidado de personas dependientes, sin recibir remuneración alguna, restringe notablemente la posibilidad de las mujeres de contar con ingresos propios, de buscar opciones en el mercado laboral, de participar plenamente en la política y la sociedad, y, al mismo tiempo, las relega de la protección social indispensable para la satisfacción autónoma de sus necesidades”. 

Lo más grave es que (alerta el Informe Global sobre la Brecha de Género 2018 del Foro Económico Mundial) se necesitarán más de 200 años para alcanzar la igualdad y garantizar que hombres, mujeres, niños y niñas gocen de los mismos derechos, recursos, oportunidades y protecciones. 

Sistema Insostenible 

Estrés, angustia, depresión, alcoholismo, consumo de sustancias, ideación suicida y suicidio son algunas de las patologías que más se han incrementado en las mujeres en los últimos años, causado en gran medida por las responsabilidades que tienen que cumplir en beneficio de sus hogares y en detrimento de su salud. 

El estudio Depresión y autoestima. Mujeres con doble jornada de trabajo en dos etapas del ciclo vital, de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología, muestra que la depresión es uno de los trastornos con mayor evidencia de diferencia de género en cuanto a su prevalencia: las mujeres tienen aproximadamente el doble de riesgo de presentar depresión que los hombres. 

“Esto se debe a varios factores tales como la falta de acceso a la educación, la sobrecarga laboral y la violencia de la que pueden ser víctimas”, explica el estudio. 

Muchas mujeres desempeñan varios roles: madre, esposa, jefa de familia, trabajadora y ama de casa, y esta multiplicidad de papeles desempeñados puede causar exceso de estrés y depresión. 

“La inequidad de género y las diferencias económicas, el cuidado de los hijos y del hogar, así como las relaciones asimétricas entre sexos, influyen en la presencia de síntomas como problemas de sueño, baja energía, pérdida de interés, de concentración, de motivación para el sexo e irritabilidad”. 

Y es que, mientras las mujeres dedican alrededor de 65 horas a la semana para el trabajo doméstico, los hombres apenas invierten 12 horas.

“Esta estructura es insostenible”, afirma la psicóloga feminista Andrea Casas. “La salud física, emocional y psicológica de las mujeres se está desmoronando, miles de hogares están a un colapso nervioso de venirse abajo, pero nadie hará nada hasta que eso pase, las políticas públicas están muy lejos de garantizar la igualdad de género”. 

Mientras, mujeres como Elena le ahorran al hogar 120 pesos diarios de combis, unos siete mil pesos mensuales del sueldo de una enfermera que cuide a su suegro, más de cinco mil pesos al mes por una empleada doméstica, y todavía logra sacar unos tres mil pesos en ventas, con los que pagan los servicios básicos. 

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