Ciudad de México.- La periodista Regina Martínez Pérez fue asesinada un 28 de abril del 2012 al interior de su domicilio en Veracruz; sin justicia, ni avances en las investigaciones se cumplen 13 años de este hecho.
En su honor, la tarde de este lunes se ha colocado una fotografía al interior de la sala de prensa del Congreso de Veracruz como memorial de su trabajo, pero también, como un recordatorio incómodo que el Estado no ha garantizado el acceso a la verdad, ni a la justicia restaurativa a su familia.
La sala de prensa, bautizada en su honor «Regina Martínez», se llenó esta tarde de excolegas de la periodista, se rememoró su vida y obra como una de las investigadoras más férreas e importantes, no sólo de Veracruz, sino del país; su nombre y lucha continúa haciendo eco en el mundo periodístico de México.
La fotografía fue donada por su par, el caricaturista Alberto Morales y se le ve a Regina Martínez «La Chaparrita» con lentes oscuros y una grabadora de voz frente a un joven López Obrador quien se toca el rostro en señal de incomodidad mientras cruzan la plancha del Zócalo.
Resulta importante el sentido que cobra la fotografía de este diálogo entre el expresidente López Obrador y Regina, pues años más tarde del asesinato de la periodista, el mandatario se comprometeria a reabrir el caso, sin embargo, su sexenio se zanjó y el asesinato ha quedado a la deriva.
Ante esto, se recuerda que por el asesinato, se declaró culpable a José Antnio Hernández quien fue sentenciado a 38 años de prisión, sin embargo, Hernández terminaría retractándose y refiriendo que había sido torturado para entregarse, que no era culpable, a pesar de esto, poco valió la palabra y en una investigación opaca, la muerte de Regina Martínez se enterró bajo la idea violenta de que todo se trató de un «crimen pasional» y con ello, no había ninguna relación con su trabajo como periodista, a sabiendas, de que la investigadora había sufrido amenazas indirectas y sufría de una persecución constante.
Regina Martínez y la lucha de Proceso por justicia
Proveniente de una familia de 11 hijos, Regina Martínez estudió periodismo y comenzó a laborar en una televisora local, pero la investigadora tenía una ventaja; el talento nato para encontrar la información y la extraordinaria habilidad de conocer Veracruz como la palma de su mano. La combinación de esto, implicó un olfato periodístico pulido que le valió la reputación como una de las investigadoras más poderosas -e incómodas- de la entidad.
«Su trabajo era su vida», rememora su compañera Norma Trujillo para el reportaje de Forbidden Stories «The buried truth of assassinated journalist Regina Martínez»; «le interesaban las violaciones a los derechos humanos, era cercana a la gente. Ese era su superpoder».
A principios del milenio, gobernaba Fidel Herrera y aquí, se destapó todo un cambio de paradigma donde el narcotráfico tomó Veracruz y se transformó en una de las entidades más opacas, realidad que fue secuenciada por el mandatario posterior, el -hoy preso- gobernador Javier Duarte.
Regina «La Chaparrita» Martínez comenzó a denunciar a Fidel Herrera por el narcotráfico en la entidad y se convirtió en su objetivo primario; cada paso que daba Herrera, era seguido por Regina. No había transacción, ni corrupción de la que la periodista no se enterara y absolutamente de todo, tenía pruebas.
En 2011 alguien ingresó a su casa, destapó sus productos de baño y utilizó la tina; el baño estaba caliente y eso encendió las alarmas, sin embargo, decidió no denunciar pues no confiaba con las autoridades amañadas por el gobierno.
Ese mismo año, Regina Martínez publicó que en la administración de Fidel Herrera había infiltrados de un grupo de la delincuencia organizada que tenía liderazgo en esa entidad. Este hecho se comprobó meses después de la muerte de la periodista tras la publicación de una foto de Herrera con un lavador de dinero.
Ahora también se sabe que el gobierno de Herrera adjudicó 22 contratos de obra pública a una empresa que llamaremos por seguridad editorial «La Roja», que servía para lavar dinero del grupo delictivo dominante. También, que el exgobernador contaba con un sistema para malversar dinero público en beneficio propio. Y, cuando fue cónsul de México en Barcelona, la policía catalana identificó posibles relaciones entre él y grupos criminales.
A Regina Martínez, también se le adjudica sus importantes hallazgos ante la crisis del H1N1; la reportera había denunciado tres años antes de esta enfermedad que habían pobres condiciones sanitarias en La Glorieta, un conjunto de granjas porcinas que serían el epicentro del virus. Asimismo, se le conoce por ser una de las reporteras más aferradas a la lucha por la justicia de Ernestina Ascencio, mujer indígena de 72 años víctima de violación y asesinato; Martínez fue una de las figuras que, a pesar de los intentos del Estado por ocultarlo, señaló al Ejército Mexicano como el único responsable de este feminicidio.
Entre el narcotráfico de Fidel Herrera -y por supuesto, de Duarte-, la violencia en Veracruz no tenía precedentes y Regina Martínez se convirtió en una pieza clave para exponer lo que acontecía al interior de la entidad; contaba las historias que nadie más deseaba cubrir y las publicaba en la Revista Proceso. Pero el trabajo no concluiría aquí y había comenzado a transitar territorios completamente nuevos que ponía nervioso al poder en turno -tanto como al actual-: La crisis de desapariciones y fosas clandestinas.
Fosas y desapariciones: La última mirada de Regina Martínez
Según datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), entre 2004 y 2016 —los años en los que Fidel Herrera y Javier Duarte gobernaron Veracruz—, 3 mil 974 personas desaparecieron en la entidad. Forbidden Stories, apunta que la cifra oficial puede ser de entre 24 mil y 25 mil personas tan solo entre 2004 y 2015.
Regina Martínez estaba investigando al respecto. Uno de sus hallazgos fue la localización de un lugar donde podrían estar enterradas varias personas desaparecidas en Veracruz y en otras partes de México. Este descubrimiento llevó a la periodista a buscar al fotógrafo Julio Argumedo en 2011 para pedirle que la acompañara al sitio.
Juntos visitaron diferentes fosas, donde Regina investigaba hablando con los sepultureros. De acuerdo con Forbidden Stories, las sospechas de Martínez Pérez esta vez no apuntaban al crimen organizado sino a las autoridades de gobierno.
Cuatro años después del asesinato de la periodista, en 2016, se descubrieron fosas clandestinas muy cerca de la sede de la policía de Veracruz. El secretario de Seguridad Pública, Arturo B. Z., fue detenido por estos hechos. Este mismo hombre presuntamente está ligado con el asesinato de las cuatro víctimas del Caso Narvarte en 2015.
Claramente, con sus investigaciones, Regina Martínez estaba tocando terrenos muy cercanos a las cúpulas de poder. Quizá por eso, según relataron amigos suyos a Forbidden Stories, en 2010 su nombre apareció en una lista de periodistas que debían ser vigilados y espiados; en esta lista —presuntamente elaborada por el despacho del gobernador— aparecía su nombre.
Parece que Regina Martínez pudo anunciar lo que vendría después para políticos y territorios en disputa. También, para un país en el que las Madres Buscadoras destapan decenas de fosas al día para encontrar a sus seres queridos. El valor de su trabajo es invaluable e impecable en este sentido.
El peligro era constante y Martínez recibía cotidianamente llamadas anónimas intentando amedrentarla, sin embargo, la periodista comenzó a vivir de esta forma; se quedaba en casa los fines de semana, no permitía que nadie más entrara a su domicilio y dedicaba sus días a cuidar de sus plantas. Sin embargo, la presión era cada vez más sofocante y en un artículo publicado 6 meses antes de su asesinato, Martínez escribió «vivir en un clima de terror»
A finales de abril del 2011, el vecino de Regina Martínez llamó a las autoridades pues la casa de la periodista había permanecido abierta, incluso en la noche; Regina fue encontrada boca arriba en el baño de su domicilio con signos de tortura; el motivo del deceso fue estrangulamiento.
´Para los gobiernos (esos mismos a quienes incomodaba el trabajo de Martínez Pérez) no ha sido importante esclarecer su muerte. Según contó un presunto operador de Los Zetas a Forbidden Stories, en el asesinato de la periodista estuvieron involucrados narcomenudistas de Xalapa
Desde el hecho, su medio -la Revista Proceso- emprendió una lucha por esclarecer los hechos y que se reconozca a este espacio como víctima indirecta del asesinato de su reportera. Así, Proceso metió un amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a fin de que el Estado reconociera lo que implica el asesinato de las y los periodistas, así como una cooptación a la libertad de expresión en los medios.
Sin embargo, 4 ministros de la Primera Sala votaron en contra y así, se negó la posibilidad a Proceso de continuar alegando por la responsabilidad del Estado; se negó la posibilidad de que los medios sean considerados víctimas indirectas de estos hechos.
Así, llega el aniversario 13 del asesinato de Regina Martínez donde el compromiso de López Obrador por reabrirlo concluyó enterrado. A la par, la presidenta Claudia Sheinbaum no ha tomado la estafeta para dar continuidad a este hecho y garantizar transparencia justicia, por otra parte, la actual gobernadora de Veracruz Rocío Nahle García ha dejado el caso completamente congelado y no ha lanzado algún pronunciamiento que apuntale a la reapertura de la carpeta de investigación.
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