Una orquesta en la guitarra: la sonoridad íntima de Martín Madrigal

diciembre 30, 2022
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Por Mariana Santos 

Martín Madrigal conoce el sonido de la guitarra desde que estaba en el vientre de su madre: su padre, Antonio Madrigal Gil, la tocaban cuando ella estaba embarazada.

Sus seis cuerdas –cada una correspondiente a una nota musical: Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Mi–, hicieron del instrumento la pasión de su vida.

La casa del pequeño Madrigal era un carnaval debido a que su familia tocaba todo tipo de instrumentos: piano, acordeón, contrabajo y, claramente, la princesa de madera: la guitarra. Después de una deliciosa cena, el padre de Martín reunía a toda la familia e invitados para pasar una velada.

A la edad de 5 años Martín escuchó a Andrés Segovia, el “padre de los guitarristas”, quien lo sorprendió con su simbólica melodía “La Maja de Goya”. Ahí supo cuál era su camino.

Martín estaba rodeado de todo tipo de instrumentos. Trabajó con el piano, pero no le llenaba su sonido; la guitarra era lo que necesitaba.

El piano es agotador. Tener los 10 dedos en el teclado. La guitarra no se queda atrás: cuatro dedos para el diapasón y otros cinco para las cuerdas. El sonido que emite recompensa el esfuerzo.

“Puedo tener prácticamente una orquestita en la guitarra y siempre me fui envolviendo en esa dinámica de la sonoridad, la cual se me hace mucho más íntima, pero en particular la guitarra, a mí me llenó totalmente y te vas identificando”, explica.

Su padre y sus hermanos fueron sus maestros, pero Martín prefería aprender solo. Disfrutaba pasar las horas en su cuarto, tocando una melodía en la guitarra. A los 10 años entró a la Casa de la Cultura de Gómez Palacio para seguir aprendiendo.

Martín Madrigal es originario de Torreón, Coahuila, por lo que Gómez Palacio le quedaba a la vuelta de la esquina. Luego se mudó a esta ciudad. Ahí se enteró que en Monterrey se abrió la Escuela Superior de Música y Danza “Carmen Romano de López Portillo” y tomó carretera hacia tierras regiomontanas.

En Monterrey estuvo bajo la tutela del maestro Pedro Sergio Salcedo. Viajó a La Habana, Cuba, para asistir al festival de guitarra que organizaba el maestro Leo Brouwer. Tuvo la oportunidad de que este artista reconocido internacionalmente le diera clases cada dos meses.

El guitarrista ya estaba puesto para los escenarios. Desde los 15 años tocaba junto con sus maestros de la Casa de la Cultura. Pronto estaría en el escenario del Palacio de Bellas Artes.

El padre de Martín lo veía como médico, pero esta profesión nunca inspiró al muchacho. Sólo un accidente lo retiró durante ocho meses de la guitarra: se lesionó la mano izquierda al cargar una televisión antigua.

Perfeccionó la técnica en Sevilla, España, bajo la asesoría del guitarrista de música clásica Manuel Barrueco. Tras ello, el profesor Santiago Chío Zulaica lo invitó a compartir sus conocimientos en la Escuela Superior de Música de Saltillo.

Es ahora el docente bajo cuya tutela más alumnos han egresado, a pesar de que la carrera tiene una duración de 8 años, más la especialización.

Argentina, Paraguay, Panamá, Perú, Puerto Rico, Cuba, Uruguay, Colombia, España, Grecia, Italia, Francia y Atenas son las naciones que Martín ha pisado junto con su guitarra. Va y viene Madrigal a tierras coahuilenses. Junto con Magolo Cárdenas y Armando Guerra, organizó el Festival Internacional de Guitarra, que actualmente está en su edición número 26.

Madrigal ha recibido reconocimientos, como el máximo galardón que otorga la Universidad Autónoma de Coahuila. Pero uno de sus mayores logros fue haber estado en el escenario de Bellas Artes, la sala más importante en América Latina. Curiosamente, ocupó en dos ocasiones el camerino del icónico compositor Manuel María Ponce.

“Para mí fue sensacional y una gran responsabilidad de decir, bueno, estoy en la máxima sala de México y América Latina”, comenta.

Madrigal cuenta con cuatro discos. Su favorito es el más reciente. Lo grabó en colaboración con la Camerata de Coahuila y la Orquesta Filarmónica del Desierto de Coahuila.

“Los que nos dedicamos a esto debemos tener disciplina (…) Si tienes un gran talento sí, pero lo tienes que desarrollar, trabajar y llevarlo al tope. Te digo que no hay de más porque es muy cristalino: tú te subes al escenario y ahí sabrás realmente si tienes la capacidad o mejor te retiras del instrumento”, concluye.

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