Redacción El Coahuilense
La comunidad de Finisterre, ubicada en el ejido de Francisco I. Madero en la Región Laguna, enfrenta desafíos persistentes relacionados con la contaminación del agua y sus impactos devastadores en la salud de los residentes.
Ante la falta de suministro adecuado de agua potable, los habitantes se vieron obligados a recurrir a una noria anteriormente cerrada debido a la presencia de arsénico en el agua.
Don Lucio González, uno de los residentes, compartió su experiencia, señalando que ya no recibe facturas del servicio de agua pero tiene una deuda acumulada de 40 mil pesos, resultado del desabasto y la necesidad de buscar alternativas de abastecimiento.
Aunque algunos habitantes reciben agua desde otras fuentes, como Torreón o la cabecera municipal, la escasez persiste, lo que llevó a la comunidad a reabrir la noria contaminada en un esfuerzo por acceder a más agua.
La apertura de la noria, realizada hace seis o siete años, fue financiada por un residente local con la esperanza de proporcionar una solución provisional al problema del agua.
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Sin embargo, la calidad del agua sigue siendo motivo de preocupación, ya que está contaminada con altas concentraciones de arsénico y otros metales pesados, lo que ha dejado a muchos residentes con problemas de salud a largo plazo.
A pesar de los esfuerzos por mejorar la situación, como la instalación de una desaladora junto a la noria, persisten las dudas sobre la eficacia de estas medidas para garantizar un suministro de agua seguro y saludable.
Los residentes esperan con optimismo la llegada del Programa Agua Saludable a su comunidad, con la esperanza de que pueda abordar adecuadamente sus necesidades de agua sin desviarse de su camino hacia Finisterre.
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