Cuando la magia de la Navidad se vuelve tragedia

diciembre 2, 2024
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Cuando la magia de la navidad se vuelve tragedia
EL COAHUILENSE

Por Valeria Cämun

No importa cuánto dinero gasten las personas siempre estarán lejos de las expectativas de la Navidad que genera el consumismo estadounidense; ese que llega por películas transmitidas por televisión abierta y, ahora, por redes sociales. 

Pinos enormes rodeados de decenas de regalos, Santa Claus llegando a casa de niños preciosos que preparan galletas recién horneadas, familias perfectas en pijamas hechas a la medida para la ocasión.

Tan bello, tan lejano, tan paradójico. 

La época del año dedicada a la reflexión, al amor y a la esperanza de la salvación es la que registra más violencia intrafamiliar, pleitos, accidentes y suicidios ocasionados por la frágil salud mental de la mayoría de la población. 

De la ilusión a la frustración 

Cifras de la Fiscalía General del Estado (FGE) indican que de enero al 19 de noviembre de este año se registraron 304 suicidios en Coahuila; de esos, 54 fueron cometidos por niños de primaria, 107 por infantes en edad de secundaria y 43 por adolescentes de preparatoria. Es decir, del total de suicidios registrados en la entidad, 67% fueron cometidos por menores de edad.  

Sólo en la semana del 20 al 25 de noviembre se contabilizaron cinco suicidios en Saltillo, incluido el de un pequeño de nueve años.

¿Qué pasa en esta época del año que más personas deciden acabar con su vida? 

De acuerdo con Marisol Franco López, maestra en Psicología Clínica, la Navidad es un momento de contrastes: por un lado, la publicidad bombardea a los consumidores con comprar y ser felices; por el otro, la precariedad laboral impide a éstos ser parte de esa costosa alegría

“Para muchas personas son fechas que se esperan con mucha ilusión, pero para otras, tiempos que nos enfrentan a nosotros mismos; hacemos un balance de lo que hicimos, de lo que nos propusimos, de lo que nos faltó cumplir, de los que ya no están, y entonces la magia se convierte en un desafío porque nos enfrentamos a situaciones que nos hacen sufrir”, explica.

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Por su parte, Berenice de la Peña Aguilar, doctora en Psicología, afirma que se vienen días complicados debido a que los cierres de ciclos nos hacen cuestionarnos, nos ponen nostálgicos, melancólicos e incomprendidos. 

“Vamos de la mano con un capitalismo que nos hace ser a partir de lo que tenemos, y entonces ponemos nuestras expectativas de las personas en lo que podamos comprar, en lo que podemos adquirir”, explica. 

“La publicidad, los medios de comunicación, la mercadotecnia, las redes sociales, nos hacen vivir en un mundo de fantasía en donde el poder adquisitivo va de la mano con lo que somos, y aquí obviamente tendríamos que volver a poner a la persona en el centro, no al dinero, no al capital, no a ese poder adquisitivo, para retomar los valores humanos”.

La tristeza, mal vista 

Padres de familia que carecen de recursos para comprarles un regalo a sus hijos, madres que no pueden costear la cena, abuelos que fueron abandonados, personas solas, enfermas, sin trabajo… Seres humanos que no saben lidiar con sus propias emociones.  

Marisol Franco reflexiona sobre esa tendencia que va en aumento: nos hacen creer que tenemos que ser felices siempre; y no es así. Si me ponen ese escenario, donde todos están alegres menos yo, puede haber sufrimiento. 

“Hemos llegado al punto en que la tristeza es mal vista, y eso invalida totalmente nuestra realidad porque somos seres emocionales; lo que provocan es que tratemos de reprimir la tristeza, y entonces no la sabemos gestionar, no tenemos herramientas para enfrentarla de manera saludable y, entonces, vienen los episodios depresivos”. 

La imagen de las fiestas decembrinas nos muestra “lo que debería ser”, ese ideal inalcanzable que no combina con el miedo, la ira, la angustia, la soledad en la que viven muchas personas.

“Nadie está exento de que en este mes pueda tener sufrimiento, incluso teniendo posibilidades económicas. Lo peligroso es cuando esa tristeza va creciendo, cuando se empieza a perder la energía, la fuerza, la motivación, cuando ya no disfruto las cosas que antes disfrutaba, y es peligroso porque ya estaríamos hablando de un episodio depresivo, y es momento de pedir ayuda”, considera. 

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Y sí. Nadie está a salvo de un quiebre emocional que lleve a tomar una fatal decisión… nadie, incluidos los niños. 

Los casos recientes de menores que deciden terminar con su vida obligan a replantear las estrategias en salud mental, sobre todo en esta época del año cuando, de acuerdo con las estadísticas, este tipo de eventos aumentan. 

Berenice de la Peña subraya que estos hechos son un llamado urgente a la sociedad, a las instituciones de gobierno, a las instituciones educativas, a las Iglesias: trabajar para rehacer el tejido social. 

“Muy probablemente aumentarán los casos; de acuerdo con las estadísticas son meses en donde la gente presenta más signos de depresión y desafortunadamente hay más intentos de suicidios”, asegura.

“Notamos una elevación en cuanto a los porcentajes de personas que piden la atención médica, atención psiquiátrica y consulta psicológica para poder mitigar lo que están pasando, y hacerles frente a los problemas que están viviendo”.

Depresión navideña 

El Programa de Salud Mental puesto en marcha por el gobierno del estado, en coordinación con la Secretaría de Salud, Inspira Coahuila y otras dependencias municipales, promete estrategias y proyecciones para atender el problema a corto, mediano y largo plazo. 

“Vamos a fortalecer esta área del gobierno, será un fortalecimiento histórico para bien de las familias coahuilenses”, aseguró el gobernador, Manolo Jiménez, el 22 de noviembre último. 

Pero al ser un fenómeno multifactorial, la salud mental implica un bienestar que se ve afectado por el ambiente: la industrialización, la precariedad salarial, los cambios de turnos, pocos espacios para recreación, la cultura de la inmediatez, el hiperconsumismo e, incluso, la época de frío hacen un caldo de cultivo para la depresión. 

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“Lo que conocemos como depresión navideña es un Trastorno Afectivo Estacional, son episodios depresivos que se dan en una época del año, cuando está terminando el otoño y empieza el invierno”, explica Marisol Franco. 

“Estas personas tienen menos energía, alteración en la conducta alimentaria y tienden a comer más, hay menos luz solar, los días se terminan más rápido y oscurece más pronto, entonces dejamos de producir serotonina y el sistema cambia”, agrega. 

¿Qué podemos hacer? Quizá volver a lo básico es un buen punto de partida: estoy aquí, estoy vivo y todavía tengo muchas oportunidades para hacerlo mejor. 

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