Por Christian Luna
En las últimas décadas casas y edificios de Saltillo con valor histórico y arquitectónico fueron destruidos para instalar en su lugar locales comerciales. Los expertos advierten sobre los peligros de que la memoria histórica se desvanezca con estos cambios arbitrarios, atentando contra la identidad de la ciudad.
Un ejemplo de ellos sucede en la calle Victoria donde actualmente hay varias obras en proceso y otras acaban de concluir. Esta calle y sus alrededores forman parte del primer cuadro trazado durante la época de la fundación de la ciudad, hace más de cuatro siglos.
Así, desde 2021 se inició la demolición del edificio de la Sociedad Manuel Acuña. De acuerdo con investigadores, en ese sitio se ubicaba el Mesón del Huizache, punto de paso durante la Guerra de Independencia y donde se hospedaron cerca de 700 soldados insurgentes que acompañaban a Miguel Hidalgo.
El edificio de la Sociedad Manuel Acuña fue construido durante los años sesenta, sobre el espacio del mesón. Era una construcción tipo art-decó que fue derribada para poner un estacionamiento.
En la misma calle actualmente se encuentran dos obras en proceso. Una de éstas tiene lugar en el espacio de lo que era una casona modernista marcada con el número 470, obra del arquitecto Alfonso Gómez Lara. El derrumbe comenzó en mayo pasado para dar paso a la construcción de la primera sucursal en la ciudad de la tienda Fantasías Miguel. La otra construcción se realiza sobre el espacio en donde ya existía un estacionamiento.
En entrevista con El Coahuilense, Carlos Recio, historiador, catedrático de la Universidad de Coahuila y experto en la historia de Saltillo, precisa varios de los inmuebles con valor arquitectónico e histórico que fueron derruidos para establecer en su lugar comercios, tales como zapaterías o estacionamientos. Señala, además, la afectación a la memoria colectiva que resulta de no tomar en cuenta el valor de los inmuebles.
Casa de Julio Torri
Una de las mentes más prolíficas que han nacido en Coahuila fue la de Julio Torri, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, uno de los fundadores del movimiento intelectual del Ateneo de la Juventud y autor de De Fusilamientos y el ensayo sobre La literatura Española.
Torri vivía justo en la calle Victoria, en el lugar donde ahora está el estacionamiento San Esteban.
“El edificio fue destruido a mediados del siglo XX. Y en los años setenta era una privada con varios locales pequeñitos de ladrillo. Había oficinas. Después esos mismos edificios, sin ningún valor arquitectónico, fueron destruidos para tener acceso a este gran estacionamiento que tiene entrada por Manuel Acuña y por Padre Flores. Entonces se perdió la casa de Julio Torri y se perdió también la placa que anunciaba que allí había nacido el escritor”, explica Carlos Recio.
La casa virreinal de Miguel Hidalgo
Otra construcción que fue derruida y que formaba parte importante del patrimonio histórico: la casa virreinal del siglo XVIII que se encontraba en la esquina de las calles Aldama e Hidalgo.
En esa casa se hospedó Miguel Hidalgo durante la Guerra de Independencia. Constaba de dos pisos. Ahí vivía el tesorero real. Era una construcción similar a la actual Escuela de Ciencias Sociales: con un patio al centro, con una fila de muchas habitaciones de adobe grueso. Fue destruida a inicios de 1960.
“La placa en donde se indica el valor histórico ahora está en los Funerales Martínez, pero originalmente se encontraba en la casa en la que se hospedó Hidalgo, y se ubica justo en frente de la funeraria. Ahora aloja una zapatería”, comparte Recio.
Cine Palacio
El caso del Cine Palacio ejemplifica la pérdida importante del patrimonio de la ciudad. También estaba ubicado en la calle Victoria esquina con
Manuel Acuña. Después de 74 años de funcionamiento, en 2017 fue cerrado para establecer ahí una zapatería. Dicho edificio fue inmortalizado por el pintor Edwar Hopper en su visita a Saltillo, y por varios años alojó festivales de cine. Pero entró en crisis tras la llegada de las grandes cadenas comerciales en el año 2000.
“También fue destruido en su interior con el fin de hacer una zapatería. Fue muy lamentable, pero ahí el valor económico prevaleció y no hubo protestas, ni las autoridades hicieron algo, pues los ciudadanos menos”, comenta el historiador Recio.
Casa de Anita del Bosque
Otra de las construcciones que resaltaba por su valor arquitectónico es la casa de Ana del Bosque, abuela del exalcalde Isidro López, quien a su vez es miembro de la familia que lideró el Grupo Industrial Saltillo.
La casona se encontraba en el cruce de las calles Victoria y Obregón y todavía en los años sesenta se podía observar su hermosa construcción, la cual estuvo a cargo del arquitecto Zeferino Domínguez, quien participó en el diseñó de edificios emblemáticos de la ciudad, como la Escuela Coahuila y parte del Ateneo Fuente, que datan de los años treinta.
“Tenía pequeños jardines al frente y fue destruida a principios de los años setenta. Ahora ahí existen los cines gemelos Alameda”, señala el historiador.
La Purísima
También en la lista de inmuebles históricos perdidos se encuentra La Purísima, una escuela de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado. Según Carlos Recio se trataba de una construcción virreinal ubicada en la calle de Aldama en esquina con General Cepeda, en donde ahora se aloja el Archivo del Estado.
“Era una casa también virreinal muy sólida y ahí tenía incluso una pequeña capilla. Fue destruida para hacer, en los años setenta, un museo de Historia de México y actualmente es el archivo del Estado”, recuerda el historiador.
Pérdida de memoria e identidad
Para Carlos Recio destruir las edificaciones valiosas conlleva un proceso de olvido y se corre el riesgo de que la memoria desaparezca, atentando contra la identidad de la población.
“Si esto, a nivel individual, es terrible, a nivel social también es muy lamentable. El perder la memoria atenta contra la identidad de lo que somos y lo que podemos ser en el futuro, a partir de nuestra historia”, explica.
Expone además otro elemento importante que se pierde con estos derrumbes: la capacidad de apreciar la belleza; dicha capacidad, apunta, coadyuba a la felicidad del ser humano.
“En Saltillo, cuando un edificio deja de funcionar para lo que fue planeado originalmente, en muchas ocasiones desaparece y no se adapta a nuevas formas de uso. La capacidad de apreciar la belleza es algo que Saltillo ha ido perdiendo”, lamenta.