Por Ethel Arredondo
Torreón, Coahuila.- El monumento ubicado en el Cerro de las Noas, un legado cultural de Torreón, enfrenta el paso del tiempo mientras la comunidad busca preservarlo mediante una colecta.
El santuario de Cristo Rey es mucho más que una obra arquitectónica, es un emblema de unidad para la región lagunera.
Desde su concepción en los sesenta, cuando el padre jesuita Manuel Herrera impulsó la idea de construir el monumento para la conurbación de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, el proyecto ha sido un testimonio del esfuerzo colectivo de la comunidad.
Tras años de trabajo arduo, el 7 de abril de 1983 se bendijo la escultura actual, un Cristo Rey de 21 metros de altura, diseñado por el artista visual Vladimir Alvarado y ensamblado en el cerro, un símbolo sobre la región.
El camino hacia la realización de este monumento estuvo lleno de retos. Desde la construcción inicial de una brecha de acceso “a pico y pala” hecha por voluntarios, hasta la creación de una carretera que hoy facilita su acceso.
Cada paso dado para la encomienda es reflejo de la entrega, determinación y espíritu de los laguneros.
La primera imagen, de ocho metros, marcó el inicio de un sueño que se materializó con la iniciativa del padre José Rodríguez Tenorio, quien dedicó casi cuatro décadas a este santuario.
Así, el Cerro de las Noas se convirtió en un lugar de peregrinación y turismo para miles de personas de México y el mundo.
Este lugar también guarda memorias de eventos significativos para la comunidad, como lo ocurrido en 1998 con la inauguración de la Calzada de los Misterios, un recorrido de 2.5 kilómetros.
Rehabilitación
Sin embargo, ese esplendor se ha marchitado. El monumento enfrenta los estragos del tiempo; el desgaste natural de los materiales y el impacto de las condiciones climáticas han generado la necesidad de emprender trabajos de restauración.
Ante tal situación, la comunidad lagunera ha lanzado una colecta para preservar este legado. Las donaciones no sólo se destinarán a la reparación de la escultura, también al mantenimiento de la carretera, la explanada y las capillas adyacentes.
La colecta también pretende garantizar que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de este espacio único.
El Cristo de las Noas es un símbolo que ha marcado la historia de la región. Con cada paso en su calzada, con cada mirada al imponente monumento, se revive el esfuerzo, la fe y el amor de quienes lo hicieron posible.
Mantener vivo este legado, dicen quienes aprecian este espacio, es un acto de gratitud hacia este lugar que ha dado tanto a la Comarca Lagunera.
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