El feminicidio impune de Juana Porcallo

marzo 9, 2023
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Por Katya González

Saltillo, Coahuila.- Al cierre de 2022 Saltillo fue considerada la capital más segura de México, según datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana. Irónicamente, la historia de su fundación tiene sus bases en la traición, el machismo, la infidelidad y el asesinato de una mujer.

Según documentos históricos consultados por El Coahuilense, cuatro años después de la fundación de la ciudad, Juana Porcallo, esposa del alcalde en turno, fue asesinada por éste, convirtiéndose en el primer feminicidio en la historia de Saltillo.

UNA “VIDA LICENCIOSA” 

En julio de 1577 el capitán Alberto del Canto Díaz llegó en compañía de 25 soldados y fundó lo que hoy es la ciudad de Saltillo. Según el anuario del Centro de Estudios Humanísticos, publicado en 1978 por la Universidad Autónoma de Nuevo León, un año después de dicha fundación, Jerónimo de Orozco, presidente de la Real Audiencia de Guadalajara, giró una orden de aprehensión en contra de Del Canto. 

Adujo los siguientes motivos: por crímenes y abusos cometidos; por poblar una villa (Saltillo) en el distrito del reino entre indios que se encontraban habitando en paz –aseguró que éste tenía actitudes autoritarias haciéndoles esclavos y vendiéndoles como tales–; así como por “otros delitos graves que había cometido”.

Del Canto se refugió en Nueva Vizcaya, provincia que abarcaba lo que hoy son los estados de Durango, Chihuahua y parte de Coahuila. El gobernador de esa provincia, Martín López de Ibarra, lo protegió porque reconocía en él sus trabajos a favor de la “gobernación y el rey”. Admitía sin embargo que le causaba incomodidad la “conducta amoral y la vida licenciosa que llevaba Del Canto”.

Luego, Del Canto se refugió entre los Chichimecas al sur de Nuevo León, en donde permaneció hasta la muerte de Orozco en 1581.

Regresó a Saltillo, cuyo alcalde era Diego de Montemayor, un militar español que en 1596 fundaría la ciudad de Monterrey y quien tenía por esposa a Juana Porcallo y de la Cerda, de 43 años de edad.

“JUSTICIERO DE SU PROPIA HONRA” 

Juana Porcallo se enamoró de Alberto del Canto. Fueron amantes. Montemayor los descubrió. Mató a su esposa atravesándole su espada. Del Canto escapó y Montemayor juró vengarse de la traición de su otrora compañero de expedición y no cortar su barba hasta lograrlo. 

Tras el feminicidio, Montemayor huyó a San Gregorio en donde se encontró con Luis de Carvajal y de la Cueva, quien fungía como gobernador del “Nuevo Reyno de León”, que entonces abarcaba lo que después serían los estados de Nuevo león, Tamaulipas, Coahuila y Zacatecas, así como parte de Durango Chihuahua, Sinaloa, San Luis Potosí y Texas.

En busca de protección Del Canto se unió De Carvajal para poblar la ciudad de León (hoy Cerralvo) y éste dio su consentimiento, pero pronto comprendió que Del Canto también era su protegido. Aún lleno de rencor, desistió de su venganza. 

Al enterarse del asesinato de Juana Porcallo, Luis Carvajal y de la Cueva exoneró a Montemayor del crimen, pues “el marido estaba en pleno derecho de hacerlo para lavar una injuria tan ignominiosa a su honra”, según cuenta el cronista de la ciudad de Santa Catarina Antonio Guerrero Aguilar, en su ensayo “Alberto del Canto: el yerno incómodo”.

La historia coloca a Diego de Montemayor como un justiciero de su propia honra por encima de la vida de su esposa, argumentando que Juana Porcallo se merecía un final fatal por sostener una relación con Alberto del Canto. En los hechos, Montemayor fue un feminicida protegido por el gobierno y la autoridad eclesiástica.

Luis Carvajal logró sellar una alianza entre Alberto del Canto y Diego de Montemayor. Lo hizo a la usanza de la época: en 1586 Montemayor le entregó a Del Canto en matrimonio a la hija que había procreado con Juana: Estevanía de Montemayor, quien era aún una niña y con quien posteriormente procreó a dos niños: Miguel y Diego.

Según la novela de Mario Anteo El reino en celo, publicada en 1991, Luis Carvajal tenía motivos para buscar la reconciliación entre Alberto del Canto y Diego de Montemayor: éste contaba con permisos oficiales de la corona española para fundar y poblar territorios, tarea en la cual ambos –Diego y Alberto— contaban con experiencia.

Más tarde, en 1591, a la llegada de los Tlaxcaltecas, ambos figuraban en el mismo ayuntamiento: Montemayor fungía como alcalde ordinario de Saltillo y Del Canto como regidor. Aunque el problema parecía haberse solucionado, los documentos registran que la relación entre los dos hombres nunca fue igual y que Montemayor no cortó su barba en un largo tiempo.

ANTE LA SANTA INQUISICIÓN 

En 1593, doce años después del feminicidio, Fray Pablo de Góngora acusó a Alberto del Canto ante la Santa Inquisición por su relación con Juana Porcallo. En una carta que le envió, De Góngora aseguró que Estevanía vio muchas veces a su madre sostener relaciones sexuales con Del Canto, pero no dijo nada por temor a él.

Años después del asesinato, Luis Carvajal fue capturado por la Inquisición y fue ejecutado por practicar judaísmo. Diego de Montemayor y Del Canto murieron en 1611, éste último siendo alcalde Ordinario de Saltillo; mientras que –según Mario Anteo– Juana Porcallo quedó enterrada en Saltillo…y en la memoria.

Aunque el término “feminicidio” fue acuñado por primera vez por Diana Rusell en 1990 y la violencia contra la mujer fue reconocida por la Asamblea General de las Naciones Unidas hasta 1993, en Saltillo la violencia de género se encontraba presente desde su fundación.

En diciembre de 2022, la capital de Coahuila figuró con la posición número 36 en el ranking nacional de las 100 ciudades con más feminicidios en México, con cinco asesinatos de mujeres investigados como feminicidios y con una tasa de 1.12 muertes por cada 100 mil mujeres.

Según datos presentados por la dirección general de investigaciones especializadas de la Fiscalía General del Estado, de 2013 a septiembre de 2022, de 165 casos de feminicidio suscitados en Coahuila, solamente 64 habían sido judicializados

Los documentos históricos consultados no tienen registro de que Montemayor y Del Canto fueran juzgados por el feminicidio de Juana Porcallo, por lo que se cree que éste quedó impune y en el olvido, tal como ha sucedido con decenas de casos ocurridos en los últimos años.

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