El misterio de las cuevas de Saltillo, una guarida de ladrones

marzo 10, 2025
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EL COAHUILENSE

Por Daniel Cortinas

Saltillo, Coahuila.- Como si se tratara del cuento árabe de aventuras Alí Babá y los 40 ladrones, al oriente, poniente y sur de la capital coahuilense fueron descubiertas, rehabilitadas y utilizadas un sistema de cuevas donde criminales se guarecían y escondían el botín de sus asaltos contra la población aledaña. 

Por increíble que parezca, estas oquedades operaron desde hace años como guaridas de ladrones, siempre al acecho de la clase trabajadora.

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Sin embargo, fue en enero último cuando la policía municipal descubrió el grupo de cuevas en los límites de las populosas colonias Mirasierra, al poniente; Saltillo 2000, al oriente; Santa Elena, en el extremo sur, y Lomas del Refugio, Diana Laura y Nueva Jerusalén en el sur poniente. 

Precisamente en Diana Laura y Nueva Jerusalén, el 9 de enero pasado, un operativo policial reveló la madriguera del submundo criminal que se asentó a un costado del arroyo y bajo las líneas del tren.

Las Juntas Vecinales de Seguridad, coordinadas por el ayuntamiento, ya habían denunciado que en esas cavernas diferentes individuos consumían estupefacientes, o que eran usadas como escondites de quienes evadían los operativos policiales. 

En este contexto, el hallazgo de unas cuevas del crimen contrasta con el hecho de que Saltillo haya sido reconocida como la capital más segura de México y de que ocupe el cuarto lugar nacional en materia de seguridad, de acuerdo con el INEGI.

Al frente del operativo estuvo el comandante Christian Pecina; el mando recogió testimonios que confirmaron que quienes “habitaban” las cuevas no eran migrantes o personas en situación de pobreza, sino individuos que al amanecer salían a “cazar” a trabajadores del primer turno o a aquellos que regresaban del tercer turno.

De acuerdo con las primeras investigaciones, los ataques ocurrieron principalmente entre la confusión y la penumbra del alba; los ladrones acechaban cerca de las vías del tren que cruzan la colonia Diana Laura, un área poco vigilada, con basura acumulada y maleza alta. 

Con ropas desgastadas y miradas perdidas, apuntaban sus armas –que después las autoridades descubrieron que las de fuego eran falsas– sobre el rostro de sus víctimas.

También las investigaciones policiales dieron cuenta que los delincuentes utilizaron improvisadas herramientas y conocimientos básicos de construcción para reforzar las oquedades y ampliarlas. En su interior hicieron sillones de tierra, repisas para hornillas de gas y pintaron paredes con colores cian, rojo y morado. El lugar estaba decorado con espejos rotos, tapetes desgastados y algunas esferas navideñas.

Un dato tan insólito como la existencia de las cuevas mismas: cuando éstas estaban solas un gallo de pelea y un perro bull terrier eran los encargados de evitar que cualquier persona entrara en ellas.

Durante el operativo policial la autoridad también encontró radios, cámaras, ropa, zapatos, joyas y juguetes robados. Ahí mismo estaban las pistolas falsas, machetes y cuchillos, así como otros artilugios hechos más para intimidar que para hacer daño. 

Demolición

La noticia del hallazgo de las cuevas de ladrones y del posterior operativo del 9 de enero último corrió como pólvora entre habitantes de las colonias aledañas lo que dio como resultado más denuncias ciudadanas.  

El 13 de enero, un operativo simultáneo en seis colonias resultó en la detención de 25 personas, dos de ellas con órdenes de aprehensión.

En la cercanía de la colonia Diana Laura está la cueva más sofisticada: contaba con servicios de electricidad y agua potable, y tenía una cámara de videovigilancia conectada a un monitor en su interior para anticiparse a los operativos policiales.

Uno de los espacios de esta cueva fue habilitado como recámara; había velas, inciensos, cobijas en el piso… La piedra desnuda de las paredes podría ser mudo testigo de toda clase de hechos de índole sexual, incluyendo agresiones, de acuerdo con las sospechas de la policía.  

No obstante, debido a la falta de denuncias formales, la mayoría de los detenidos salió de prisión; sólo dos personas fueron consignadas (los que tenían órdenes de captura). 

Ya para el 27 de enero, el alcalde Javier Díaz anunció la continuidad de los operativos y la adquisición de drones y cámaras térmicas para reforzar la seguridad pública. 

Las cuevas identificadas como focos rojos fueron destruidas, excepto la más equipada, ubicada en la colonia Diana Laura, cuyos vestigios permanecen como un recordatorio de este oscuro capítulo en la historia de Saltillo.

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