El narcisismo político invade las calles de Coahuila

noviembre 14, 2022
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Por Victor Martinez 

Anhelando la trascendencia, los políticos coahuilenses acaparan con sus nombres las calles, avenidas y espacios públicos del estado.

Los que han sido gobernadores, alcaldes y líderes sindicales han poblado un mapa de autoafirmación, merced a sus propias gestiones o bien al carácter oficioso de organizaciones sociales predispuestas al culto a la personalidad.

En la nomenclatura del ego destaca el exgobernador Humberto Moreira Valdés. Su nombre aparece en varias calles de Saltillo: en el sur de la ciudad, cerca de la Exhacienda Buenavista; por esos mismos rumbos, en la colonia Diana Laura Rojas; y también en la colonia Eulalio Gutiérrez. Igualmente, lleva su nombre un módulo en la colonia Ampliación Girasol.

El nombre del exgobernador decora además una calle de Torreón y otra en la periferia de Nadadores, muy cerca de la antigua estación de ferrocarril; así como una colonia de Nueva Rosita y una escuela privada en el centro de Saltillo. Por cierto, el nombre de su hermano Álvaro Moreira, actual diputado local, luce en la fachada de un jardín de niños erigido en Saltillo en su honor.

Humberto Moreira no es el único que se impone en la nomenclatura coahuilense, también el exgobernador Enrique Martínez y Martínez tiene una calle con su nombre en San Pedro de las Colonias y otra en Saltillo; mientras que una calle en Piedras Negras lleva el nombre del exgobernador Rogelio Montemayor Seguy.

En realidad, la mayoría de los exgobernadores podrían presumirse como próceres del estado. El Congreso local y/o los ayuntamientos les confirieron tal honor; a casi todos una vez fallecidos, con excepción de Óscar Flores Tapia y Eliseo Mendoza Berrueto, quienes aún en vida fueron objeto de los homenajes de la clase política estatal.

DE NACHO SEGURA A CHEMA FRAUSTRO

Inmersos en escándalos de corrupción o con causas penales en su contra, muchos exalcaldes figuran en el listado de quienes han conseguido que calles, plazas o espacios públicos perpetúen sus nombres y apellidos.

Prácticamente ninguno de los 38 municipios ha escapado al regusto de la autoafirmación o al ímpetu oficioso de actores sociales o políticos que, por quedar bien, condenan domicilios a portar el nombre de indiciados.

En Parras de la Fuente, por ejemplo, uno de los alcaldes de más triste memoria es Ignacio Segura, a quien se le siguió un proceso judicial por corrupción y nepotismo. Sin embargo, dos calles llevan su nombre.

En Torreón, hay una calle a nombre de Salomón Juan Marcos, involucrado en un escandaloso fraude al programa Marcha hacia el Sur, durante el sexenio foxista.

En Sabinas una calle se llama Régulo Zapata Jaime, el exalcalde que está implicado, entre otros casos de accidentes de carbón, con la mina El Pinabete. También relacionado a empresas con minas siniestradas, está el exalcalde David Yutani: una biblioteca municipal y un estadio de béisbol tienen su nombre.

Excepto Yutani, todos los mencionados son priistas, pues el PRI ha mantenido el poder en la mayoría de los municipios del estado.

Priísta también es Carlos Román Cepeda, cuyo nombre lleva una calle de Torreón, ciudad ahora gobernada por su hermano Román Alberto, el más destacado de la actual generación de descendientes de los generales revolucionarios Rafael y Abraham, tíos de su abuelo Román Cepeda Flores, quien fue gobernador y cuyo primo Ignacio Cepeda Dávila –que también fue gobernador– legó en abundancia su nombre a la nomenclatura coahuilense.

Pero Román Alberto no se ha mandado hacer calle ni espacio público en su honor, como sí la tiene José María Fraustro, el alcalde de Saltillo, a quien haber sido rector de la UAdeC en los años 90 le valió para que en la Escuela de Trabajo Social de esta ciudad exista un aula magna que lo evoca.

Lo mismo que Ernesto Vela, exalcalde de Piedras Negras, donde una escuela primaria lleva su nombre; o Raúl Onofre Contreras, el cacique de Matamoros, donde una unidad deportiva fue denominada en su honor.

LOS SINDICALES

El caso de Raúl Onofre Contreras es peculiar. Ha sido dos veces alcalde de Matamoros y dos veces diputado local. En este último cargo se encuentra actualmente en funciones. Su presencia pública se basa en el control de comisariados ejidales a partir de su “trabajo” en el sector campesino del PRI.

De los sectores priístas, Raúl Onofre no es el único asiduo a la nomenclatura.

Y es que los sindicalistas logran trascender en vida y ocupando un cargo. A la costumbre ni siquiera escapan los dirigentes del gremio magisterial, donde existe una cierta disidencia. Un ejemplo: en San Pedro de las Colonias un salón de fiestas fue bautizado en 2021 como Casa del Jubilado y Pensionado “Prof. Xicoténcatl Leyva”; es decir, el dirigente de la Sección 38 del SNTE posee ya los honores que se autodispensó, pues dicho inmueble es de la Sección 38.

No es extraño. Alfonso Cepeda Salas, exdirigente de la Sección 38 y actual dirigente nacional del SNTE, tiene calle con su nombre en la colonia Magisterio y una escuela en la colonia Lomas del Refugio, ambas en Saltillo.

En Ramos Arizpe una avenida destaca en la nomenclatura: Tereso Medina Ramírez, nombre de quien desde hace 22 años es dirigente de la CTM en el estado y quien, para honrar en vida, ha dado su nombre a una escuela de preescolar cercana.

Ellos y otros materializan la aspiración de los políticos por gozar de trascendencia histórica.

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