Memorias de un movimiento: Sin rebeldía no hay cambio

octubre 7, 2023
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El Coahuilense

El 23 de septiembre último Saltillo está perturbado. Un movimiento estudiantil ha cerrado, como nunca en su historia, el V. Carranza, el bulevar más importante de la ciudad en la intersección con avenida Universidad. Los alumnos del Tecnológico de Saltillo llevan seis días en paro frente a la torpeza burocrática que no logra avanzar en el diálogo y la prudencia para no incurrir en represión.

A unos kilómetros de ahí, en los cañones que se forman tras los cerros del Pueblo y Galeras, el Centro Comunitario de la colonia Pancho Villa recibe a los veteranos del movimiento estudiantil, militantes en los setenta y ochenta de la izquierda universitaria que fundaron centro, colonia y marcaron una época en la historia regional.

Llamados en su tiempo “greñudos”, “comunistas” y “marxistas”, varios de ellos setentones ya, destacan la coincidencia del acto en una de las fechas más significativas para el movimiento social mexicano: el 23 de septiembre, día que remonta al Asalto al Cuartel de Madera, Chihuahua, en 1965, del que tomó su nombre la Liga Comunista de un grupo generacional que optó por la vía armada en 1973… y un pretexto: los 50 años de la autonomía de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), con la presentación del libro Sin rebeldía no hay cambio, de Jaime Martínez Veloz, El Jimmy.

La convocatoria es del Centro de Estudios y Proyectos de la Frontera Norte “Ingeniero Heberto Castillo Martínez”, El Coahuilense y el Centro Polivalente “Francisco Villa”, gestionado por la UAdeC. 

Lejos de los reflectores del Paraninfo del Ateneo Fuente y de los actos protocolarios que convocaron a la élite política que surgió de aquella historia, el acto se desarrolló en esa colonia popular de origen precarista, trazada, edificada y gestionada que fue por los militantes de la izquierda universitaria de los años setenta.

Conquista estudiantil

Partícipe como alumno del movimiento de autonomía, activo dirigente de la Escuela de Arquitectura de la UAdeC durante la redacción del estatuto universitario, y protagonista del movimiento estudiantil más intenso de la historia regional, Jaime Martínez Veloz narra en su libro anécdotas, motivaciones y circunstancias en las que se gestaron los procesos que en Coahuila le tocó vivir.

Un Saltillo no tan distante en las formas donde la semilla del marxismo germinó en la idea de una universidad al servicio del pueblo. De ahí, explica, elegir la colonia Pancho Villa como escenario para el recuerdo.

El largo anecdotario de los dos movimientos relevantes en la comunidad universitaria de Coahuila, con epicentro en su capital, Saltillo, remonta a los dirigentes y la participación de los estudiantes en la exigencia de la autonomía universitaria en un acto autoritario.

Martínez Veloz escribe al respecto:

“En 1973, cuando era el rector, Arnoldo Villarreal Zertuche renunció al cargo para irse como candidato a una diputación federal, la Junta de Gobierno de la Universidad de Coahuila designó como rector a Jorge Mario Cárdenas González, decisión que fue impugnada por diversos sectores universitarios que se movilizaron contra la imposición, y reivindicaron la bandera de la autonomía universitaria”.

A continuación, Martínez Veloz recuerda que en esa época sólo participó como estudiante, y recomienda leer los textos de José Guadalupe Robledo Guerrero y Mario Arizpe al respecto.

Sigue:

“Participamos ese año en el movimiento universitario que conquistó la autonomía y posibilitó la creación colectiva de un marco normativo diseñado y aprobado en forma colegiada, mediante un consejo universitario paritario, conformado por tres profesores y tres estudiantes de cada escuela y facultad, donde también se crearon consejos directivos paritarios. 

“En sus normas la UAdeC es de las más democráticas de México. La actitud madura del gobernador Eulalio Gutiérrez Treviño y su respaldo a la demanda de la autonomía universitaria constituyeron un apoyo invaluable y permitió concretar los anhelos de los estudiantes”.

Reforma universitaria

Con pasión, Martínez Veloz habla de los años posteriores en los que los universitarios ya organizados se aproximaron al movimiento obrero y al popular. Además de la Huelga Cinsa-Cifunsa que acompañaron en 1974, la creación de colonias como Universidad Pueblo y la anfitriona Pancho Villa.

En tanto, durante los primeros años de la universidad ya autónoma, bajo la rectoría de un joven Melchor de los Santos, se construyó un estatuto universitario en el que precisamente se reivindicaba el compromiso social de la universidad.

Sin embargo, aborda 1978 como un año fatídico para la autonomía, pues el gobernador Óscar Flores Tapia impuso como rector, simulando elecciones, a Óscar Villegas Rico. Años después, el autor era director de la Escuela de Arquitectura y cuando se aproximaba la sucesión en la rectoría un acto motivó la ira del rector.

Con apoyo de Evaristo Pérez Arreola, entonces dirigente del sindicato de la UNAM, imprimieron 20 mil ejemplares del estatuto universitario que Villegas Rico consideraba subversivo. Del entonces Distrito Federal trajeron la subversiva carga e iniciaron el reparto que devino en una orden a los porros: no dejar pasar alumnos de arquitectura a ninguna escuela.

Una primera agresión: en el exterior del Café Viena un grupo de porros arremetió contra el Datsun de Jaime que traía en ese momento Alfredo Gámez. Lo golpearon con todo. En respuesta, los alumnos de Arquitectura cercaron al día siguiente al rector que acudía a un acto en Filosofía y Letras. Un diálogo posterior devino en el acuerdo de una reforma universitaria.

Villegas no sólo incumplió el acuerdo, sino que inició la cargada en favor de Valeriano Valdez, su cuñado a quien postuló en un acto en la Facultad de Jurisprudencia. Para entonces habían declarado sus intenciones de contender por la rectoría Armando Fuentes Aguirre Catón y el propio Jaime.

A partir de ahí la universidad entró en crisis. Con la prensa en contra, el mimeógrafo y las bardas se convirtieron en el canal de difusión, las redes sociales de estos tiempos.

Pese a todo surgió el conflicto universitario más grave de todos los tiempos cuando se perpetró el fraude electoral que unió, algo poco probable, a un conservador como Catón con un izquierdista como el Jimmy.

Las páginas del libro abundan en los días posteriores la decisión de marchar a la Ciudad de México, las vicisitudes del trayecto, incluida la trágica muerte del Kalimán.

Y después de todo, la conciliación, una salida digna al conflicto y un anecdotario basto sobre organización y resistencia estudiantil.

Estos y otros momentos fueron ampliamente recordados durante la presentación de Sin rebeldía no hay cambio, tanto por el autor como por el exdirigente de la Escuela de Trabajo Social, Claudio Montoya, veterano también en los movimientos de izquierda, ambos presentados por el director de El Coahuilense, el periodista Arturo Rodríguez.

En el contexto del movimiento de estudiantes del Instituto Tecnológico de Saltillo, el mensaje de inicio y cierre de Jaime Martínez Veloz es, a manera de legado al movimiento estudiantil: que las luchas universitarias sólo triunfan cuando se cultiva la proximidad al movimiento social.

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