Por Gema Valeria Villanueva Pérez
Un día después de haber sido la abanderada en el Agrofest 2025, Adriana María Alonso limpia las caballerizas. Desde afuera, las voces de los caballerangos la llaman y ella aparece a contraluz con amplia sonrisa y sin signo de cansancio.
Los lunes parecen ser como cualquier otro día en el rancho Brío Natural, un complejo dedicado a los caballos, mulas y hasta una zebra, donde Adriana se mueve en su elemento. Ahí en el rancho está su trabajo, su deporte, su familia, sus amigos. Su mundo entero es ese. Heredera de un legado ecuestre construido por su padre, el aclamado jinete David Alonso.
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El prestigio de su estilo sin violencia de doma y monta fue ganado en eventos ecuestres, pero hoy se ha potenciado por las redes sociales, donde además de reflexiones, comparte su conexión con los caballos.
Enfundada en jeans Wrangler, camisa a rayas blanca y azul, sus tenis vaqueros Lariat, Adriana se dirige a un jardín cercado que conduce al amplio corral de entrenamiento; pero antes de llegar el camino se abre a la izquierda para llevar a la joven de 24 años a su oficina de Brío Natural.
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Ahí, en el rancho, ha pasado la mayor parte de su joven existencia, pero en los últimos años viaja con frecuencia a diferentes ciudades para dictar conferencias, capacitaciones, tutorías y entrenamientos en campo con caballos.
Rodeada de sus arreos, frenos, gorras y sombreros, cuerdas y algunas figuras equinas, la oficina como el rancho es un paraíso western.
En su familia fue la única mujer que se interesó por los caballos y se le pegó a su papá, quien desde que era niña la impulsó para la práctica del reining, esa suerte del rodeo, hay una cierta gracia, una elegancia en el trayecto que hace sentir que es el caballo solo el que hace los quiebres necesarios, los deslizamientos, los cambios de velocidad.
Consagrada en el reining, Adriana Alonso es ejemplo de enlace entre el caballo y la jinete. Y esa conexión es precisamente la que imprime en cada una de sus tareas, que pasa por la comprensión sobre el estado de ánimo del caballo y su disposición, comparable con lo que suele ocurrirle a las personas.
Porque a veces un caballo amanece de mal humor, quizás no durmió bien, se siente incómodo, está de malas –como una persona– y hay que entender si en ese momento no quiere obedecer, es lo que la jinete suele exponer en sus conferencias.
Con tacto femenino
El bienestar animal, desde su perspectiva, consiste en conseguir un adecuado funcionamiento del organismo, estar pendiente de su estado emcional y la posibilidad de que el caballo exprese conductas anormales.
Esa conexión fue notable el día previo a esta entrevista, con ella a galope a lo largo de la arena 8 Segundos, arrancando la ovación de los asistentes mientras blandía la bandera con la misma amplia sonrisa con que recibe a todo visitante en Brío.
En Brío Natural suele acomapñarla Lucky, su perro; en la oficina inspecciona su gato cauteloso El Güero. Hace unos días hasta Lucky montó y las redes estallaron con ese pequeño mestizo en ancas.
Hace unos pocos años, quizás todavía, la presencia de mujeres en el mundo ecuestre era mal vista. Por esa razón eran poquísimas las jóvenes que se animaban, especialmente en el rodeo, a tener algún tipo de participación en el reining.
Para Adriana Alonso, haber nacido en esta etapa le facilitó las cosas, pues dice que de haber incursionado antes no hubiera sido fácil realizar todas las tareas que hace.
Aun hoy en el ambiente ecuestre surgen comentarios negativos hacia las mujeres. Para la entrevistada, la clave es no tomarse nada personal, creer en sí misma, ser fiel a la disciplina y capaz.
“Las mujeres aportamos cualidades muy buenas junto al caballo, pues le damos bienestar, somos más sutiles y delicadas”, asegura.
Ella se refiere a que, como mujer, se considera muy perfeccionista y, por ende, trata de ser muy organizada en el cuidado de los caballos. De eso se trata su trabajo: de discilplina, dedicación y sobre todo pasión.
Conforme a las fechas significativas del calendario, Adriana María suele compartir sus momentos: un 31 de octubre se coloca una sábana sobe su outfit vaquero, se cala el sombrero y se pone de pie encima de su caballo como una fantasmal jinete suspendida en el aire: una piñata en el centro de un ruedo y ella empieza a rodearla como si el caballo estuviera danzando alrededor.
Ella dice que la naturalidad es lo que la ha llevado a ser reconocida, pero si en algo cifra su trabajo, es en romper los miedos e inseguridades.
No es fácil subirse a un caballo, el miedo y la inseguridad son vocablos que deben ser desterrados de su conducta.
Si una figura la ha inspirado, además de su padre, es la de Isabell Regina Werth, la aclamada jinete alemana que acumula ocho medallas de oro en los Juegos Olímpicos desde Barcelona 92 hasta París 24, lo que es un récord que ningún otro deportista posee en la historia. Ella se dedica principalmente a la doma, como Adriana María Alonso.
Lo que Adriana ve en la medallista olímpica es el esfuerzo, disciplina y conocimiento. Lo entiende desde su propia experiencia, pues sabe lo que se tiene que trabajar para llegar a los récords de la alemana.
En ese contexto, esta coahilense se dice satisfecha de su exposición en redes sociales, pues comparte ahí conocimientos, aprendizajes y vivencias que llegan a muchas mujeres y niñas que la siguen, con las que puede coincidir en ser fuertes, valientes y capaces.
Ahí, en el ambiente campirano en el que ha crecido, sin violencia, en libertad, cabalga una vez más.
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