Cuando la filosofía está en la literatura

agosto 9, 2024
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Cuando la filosofía está en la literatura
EL COAHUILENSE

Por Dorian Arzzúa

Filosofía y literatura, dos pasiones que Alan Argüello entrelaza: a partir de su interés en la filosofía -es licenciado en esta materia-, conoció y se adentró en el mundo de la literatura, hasta que definió su propio formato y estilo: la mini ficción. 

A los 16 años Alan ya tenía inclinación por la filosofía. Recuerda su época como estudiante en la escuela de bachilleres Ateneo Fuente donde se juntaba a platicar con dos de sus amigos. Comentaban sobre la vida, las tribus urbanas del campus y temas de la sociedad. Uno de esos amigos le recomendó leer el libro Más allá del bien y del mal, de Friedrich Nietzsche. No logró entenderlo del todo, pero lo disfrutó y le impactó de tal forma que inició con él su amor por la filosofía.

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Aquel interés no paró de crecer. Pese a que consideró estudiar derecho, encontraba mayor interés y conexión con la filosofía. Con el apoyo de sus padres, viajó a Querétaro a estudiarla. Fue en ese periodo, cuando tenía 21 años, que un amigo le recomendó leer a Jorge Luis Borges. Le prometió que contraría filosofía en la literatura. Con esa premisa, Alan leyó diversos autores. Le sorprendió la profundidad de sus textos. Entre ellos estaban Julio Cortázar y Ray Bradbury; este último le despertó el interés por la ciencia ficción.

Las lecciones del fracaso

En 2018 comenzó para él un antes y un después en la literatura. Inscribió uno de sus cuentos en un concurso de minificción de la UNAM. “Si quedo en uno de los primeros lugares, me dedico a la literatura”, se dijo. No quedó en ninguno de los tres primeros lugares ni tampoco en ninguna de las 29 menciones honoríficas. Dicho fracaso no le hizo abandonar la literatura; por el contrario, lo inspiró a superarse. Comprendió que no se escribe por reconocimientos o premios, sino por un deseo genuino de hacerlo. 

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A sus 30 años comenzó de esta forma a escribir su primer libro: El jardín de los prodigios, ganador en 2021 del Premio Nacional de Cuento Julio Torri. A partir de entonces empezó a escribir poemas sueltos y a trabajar en distintos cuentos. 

En 2022, después de 11 años de ausencia, decidió regresar a su natal Saltillo debido a que deseaba compartir más tiempo con sus padres, además se dio cuenta que la escena artística de la ciudad había tenido un gran crecimiento en comparación con la que dejó. Una decisión que no lamentaría pues fue recibido de forma maravillosa no sólo por sus padres sino por la comunidad artística. Julián Herbert lo invito a colaborar con él. Ha recibido múltiples oportunidades de compartir sus conocimientos; recientemente ofreció un diplomado en el Instituto Municipal de Cultura. En 2023 ganó una beca PECDA, un programa de la Secretaría de Cultura federal que otorga estímulos a la creación artística, reconocimientos a las trayectorias y apoyo al desarrollo de proyectos culturales en los estados.

“Un divulgador de filosofía”

Alan no ha abandonado la filosofía. Pese a que cuenta con el conocimiento y un doctorado para impartir clases como profesor a estudiantes de esta carrera, se considera a sí mismo como “un divulgador de la filosofía”: busca enseñarla a personas ajenas a esta materia. Ofrece talleres y cursos al público en general en centros culturales y en su trabajo actual en la Casa Tiyahui. 

De hecho, procura que ambos mundos –filosofía y literatura— converjan de forma equilibrada. Sus cuentos no incorporan filosofía compleja, pero plantean hipótesis filosóficas y varios de sus personajes enfrentan dilemas filosóficos. No buscan confundir al lector sino generarle un interés por la historia y proponer una narrativa interesante que pueda entender y lo acerque a la filosofía. Actualmente se inspira en autores de la literatura mexicana del siglo XX, como Salvador Elizondo, Amparo Ávila e Inés Arredondo.  

Alan trabaja en su nuevo libro, el cual espera pueda ver la luz el próximo año. Ya se encuentra buscando una editorial que logre su distribución. Y expresa que también desea estudiar una maestría para reforzar aún más sus conocimientos o adquirir nuevos en este campo.

Admite que el camino no ha sido sencillo. Sus logros han sido fruto del trabajo duro y del esfuerzo. Comenta que su compromiso con la literatura le ayudó a darse a conocer y obtener la confianza de diferentes personas e instituciones para poder materializar sus sueños. Encuentra el lado positivo en los problemas que le surgen a la hora de escribir, ya que admite que la escritura no siempre es goce o dicha, pues este proceso viene acompañado de frustración y crisis creativas. Conoce el reto de enfrentarse a una página en blanco. Expresa que, al final, el proceso de la escritura ofrece recompensas: la enorme satisfacción de haber terminado una obra, poder darle vida y compartirla con la gente para que pueda también disfrutarla.

Subraya la importancia de promover la literatura. “Creo que sí hay un libro para todos, cualquier cosa que te guste, hay un texto y lo único que puedo decir al respecto es que hay un goce en la literatura; si la vida se trata de encontrar nuevos placeres y nuevas voces, lo mejor es leer”, sostiene.

De igual forma invita a escribir, pues “es una de las facultades que están a tu alcance; es algo que todos podemos desarrollar y también es una forma de catarsis”. Dice que no es necesario escribir una novela épica, basta con escribir un poema o un diario: “eso -dice—es una forma de reconectarte contigo mismo”.

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