Por Ethel Arredondo
Torreón, Coah.- En la esquina de Hidalgo y Donato Guerra un hombre acaba de ser asesinado en el baño de un billar, mientras los clientes, como el resto de los habitantes de la ciudad, siguen en la pantalla del televisor –expectantes, efusivos, casi sin parpadear— el partido entre el Santos Laguna y el Pachuca que se disputan la final del futbol mexicano.
A 300 metros del lugar, justo en la fuente del Pensador, el jefe de la policía, Francisco “El Chino” Woo, recibe el aviso del asesinato, pero decide no moverse de allí, “pues ya entonces tenía la certeza de que estaba por comenzar la noche más larga de su vida.
Sentado en el interior de su patrulla, supo lo que venía: calles inundadas de gente, sirenas de patrullas y ambulancias, tráfico desquiciado, accidentes, robos, trifulcas. Supo que ni él ni sus hombres se darían abasto en las próximas horas.
Que, aunque no podía escucharlo todavía, en pocos minutos el ruido de bocinas y motores inundaría las calles. Podía sentirlos: cientos de aficionados enardecidos, rabiosos, debían dirigirse a la fuente del Pensador, al bulevar Independencia, a la calzada Colón: vestidos de verde, sí, pero ya no armados con banderas ni botes de espuma, sino con piedras, tubos y cadenas”.
Torreón es escenario de la novela Huesos de San Lorenzo (Tusquets, 2016) que, junto con Partitura para mujer muerta (Random House-Mondadori 2009), hizo que escritores, editores y críticos literarios voltearan hacia su autor, el coahuilense Vicente Alfonso.
De él apuntó el periodista y literato Vicente Leñero: Alfonso es “un escritor de altos registros. Desde ahora, será necesario seguirlo y perseguirlo. Es un novelista excelente”.
Y sí.
Ha sido galardonado con prestigiosos premios como el Internacional de Novela Sor Juana Inés de la Cruz, el Bellas Artes de Crónica Literaria Carlos Montemayor, y el Nacional de Novela Policiaca, entre otros. La diversidad de sus logros se refleja en la traducción de sus obras al alemán, italiano, griego y turco. Su más reciente entrega La sangre desconocida (Alfaguara, 2022), acaba de recibir el premio Filiberto a la mejor novela negra publicada en nuestro país.
Vicente Alfonso nació en Torreón en 1977 y a sus 46 años de edad ya ha dejado una marca significativa en la literatura contemporánea. Con una prolífica carrera, ha cultivado un cuerpo diverso de obras, destacando por su aguda exploración de temas complejos y su maestría en la narrativa. Sus novelas revelan la profundidad de su visión literaria. A través de tramas intrigantes y personajes vívidos, Vicente Alfonso teje historias que capturan la atención del lector y exploran la complejidad de la condición humana.
Hace 20 años dejó su tierra, la Comarca Lagunera, para empezar su formación como escritor. Desde entonces no ha vuelto a residir en su región natal; sin embargo, a través de sus libros la ha mostrado en otros países.
En entrevista con El Coahuilense, cuenta que estaba “muy contento” haciendo periodismo, cuando su profesor, el periodista, académico y escritor Saúl Rosales, le entregó una convocatoria de la Fundación para las Letras Mexicanas. El afamado escritor cubano que residía en México, Eliseo Alberto –autor de, entre otras obras, Informe contra mí mismo (Aguilar, 1997) y Caracol Beach (Alfaguara, 1998)—le hizo llegar también la convocatoria, cuyo propósito es otorgar becas a escritores jóvenes.
“Apliqué una primera vez (para esa beca) y me la negaron. Fue hasta el segundo intento que me la otorgaron”, recuerda. Fue así como dio el salto a la literatura. “Fue una decisión que en su momento me pareció un poco difícil de tomar, pero siempre hay una razón que lo lleva uno a otras latitudes”, comenta.
Además de sus novelas, Vicente Alfonso ha incursionado en la crónica, su género periodístico favorito. Por ejemplo, en A la orilla de la carretera (UANL, 2021) ofrece una mirada perspicaz y reflexiva sobre la pobreza, la violencia de género, la Guerra Sucia y la desaparición forzada en el estado de Guerrero. Además, ha colaborado en reconocidos medios como El Universal, Proceso, Milenio, Reforma, El Siglo de Torreón y la Revista de la Universidad.
Su destreza no se limita sólo al periodismo y la ficción. Compiló y prologó el volumen de ensayos El vicio de vivir (Tierra Adentro, 2014), centrado en la obra de José Revueltas.
“Recuerdo que estuve prácticamente un año fuera del país. Visité varias naciones de Centro y Sudamérica, hacía crónicas de lo que pasaba ahí, siempre había cosas que se podían cronificar. Por ejemplo, la crisis de ‘El Corralito’ en Argentina (2001 y 2002), o la crisis diplomática entre México y Cuba (2001 y 2003), o algunas manifestaciones en Uruguay”.
Dice que para armar sus notas y crónicas, en esos viajes siempre traía “en el morral” el manual Periodismo Escrito (Ariel, 1994) de su autor de referencia en el oficio: el escritor y periodista tijuanense Federico Campbell.
Comparte: “Ya después cuando sometí a concurso mi novela, esa primera novela que escribí en la Fundación para las Letras Mexicanas, resultó que el jurado era presidido por Federico, qué es ahora uno de los teóricos principales de la novela negra en América Latina”.
Exilio Forzado
Respecto a su más reciente obra, La sangre desconocida, dice que “obtuvo en su momento el Premio Nacional de Novela Élmer Mendoza y recién hace un mes acaba de obtener el Premio Filiberto a la mejor novela negra publicada en México en 2022”.
Explica que esa novela “mezcla tres ambientes muy distintos: uno el de Culiacán, Sinaloa, en los años setenta; otro el de la pequeña comunidad Camel City en Carolina del Norte, también en los años setenta; y la tercera, la sierra de Guerrero en la actualidad”.
Expone que las referencias a Camel City y al Culiacán de los años setenta parten de una experiencia personal: cuando él era bebé sus padres fueron obligados a salir de Coahuila y vivir “un periodo de exilio forzado”.
Precisa que su padre se dedicaba a “lo que hoy podríamos llamar activismo: ayudaba a campesinos o gente que necesitaba apoyo legal (…) Después de una detención arbitraria y varias amenazas, tomó la decisión de que nos fuéramos a vivir a Sinaloa, donde estuvimos algunos años”.
Dice siempre estar orgulloso del Torreón que lo vio nacer y de su Comarca Lagunera, que asegura se ha convertido en una zona neurálgica del país en la historia antigua y reciente de México. Espera que la pacificación lograda en la Zona Metropolitana de La Laguna se pueda pronto replicar en todo el país.
“Lamento mucho que seamos un estado muy endeudado. Traigo mi playera de los Vaqueros Laguna, pero lamento mucho que mi hija pequeña, cuando se gradúe de la universidad, si decide vivir en Coahuila, va a seguir pagando una deuda que nos heredaron”, observa.
Considera que “en Coahuila hay gente muy bien intencionada que hace su chamba y otra que se aprovecha de la situación, de las necesidades y agrava los problemas.
“Yo siempre estoy muy orgulloso de Coahuila. Mi novela más traducida, Huesos de San Lorenzo, habla de Torreón. Muchos lectores de otras latitudes me han dicho que, a partir de la lectura de esta novela, les dan ganas de visitar la ciudad”, refiere.
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