Por Dorian Arrzua y Arturo Rodríguez
El pasado 6 de octubre una noticia revirtió el convencimiento que prevalecía desde hace tres décadas sobre el autor material del asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta. Mario Aburto, a quien se consideró el homicida, había conseguido un amparo y a más tardar en marzo próximo alcanzaría la libertad.
Después de numerosas audiencias y manoseos del caso, el abogado coahuilense Jesús Porfirio González Schmal había probado violaciones al debido proceso, tortura, aislamiento y falta de pruebas para procesar a Aburto en el fuero federal y no en el fuero común, como correspondía.
Meses antes, González Schmal consiguió un amparo para que la Comisión Especial de Atención a Víctimas (CEAV) cumpliera a sus representadas, las familias sobrevivientes de la Masacre de Allende, una protección constitucional que se dio a conocer casi al mismo tiempo que las revelaciones sobre el incumplimiento de sentencia en el caso del vertedero tóxico de General Cepeda, Coahuila, un asunto en el que defiende a los ejidatarios.
A sus 81 años, González Schmal, nacido en Torreón, ha decidido dedicar sus días a litigar exclusivamente para movimientos sociales o casos de violaciones a derechos humanos con el propósito de coronar así una carrera que en la práctica jurídica y la participación política lo han proyectado en la esfera nacional.
Si bien su despacho mantuvo siempre una importante cartera de clientes, entre éstos importantes corporativos industriales, ha sido más conocido por su trayectoria política primero por el PAN, partido por el que fue miembro de la histórica bancada después de la reforma política de Reyes Heroles; fue activo en la denuncia de las privatizaciones, entre éstas la patente del maíz nixtamalizado, y en su tercera ocasión como diputado federal, ya como parte del lopezobradorismo, evidenció la corrupción de los hijos de Martha Sahagún, entonces primera dama en el sexenio de Vicente Fox.
Desde hace más de una década participa en dos asociaciones dedicadas a la historia: la Asociación Gral. Francisco L. Urquizo y la Asociación Venustiano Carranza y, en entrevista con El Coahuilense, se define como un mexicano de pensamiento humanista.
Lo que marcó su juventud
En los años sesenta las tensiones ideológicas se debatían entre el modelo capitalista norteamericano y el comunista soviético. En medio de eso, la llamada Doctrina Social de la Iglesia irrumpió en la discusión ideológica ganando importantes adeptos en una generación que habría de impulsar importantes cambios en el país.
González Schmal, estudiante de derecho en la UNAM y de administración de empresas en la UIA, abrazó la doctrina social y devoró por entonces las encíclicas de Pablo VI y Juan XXIII.
“Era una propuesta derivada de la reflexión profunda de los valores humanos y su traslado a una versión práctica de gobierno en la que los derechos de todos fuesen iguales y que en la justicia se hiciera el balance para que nadie quedara al margen y desamparado. Además, planteaba que los gobiernos no se constituyeran a partir de apetitos o de ambiciones personales sino de un ideal ético de servir a los demás”, explica.
Bajo esa concepción, González Schmal se afilió, como también lo haría su hermano Raúl, al PAN. Conocidas son las imágenes del entrevistado en los mítines del movimiento estudiantil, entonces como solidario dirigente nacional de los jóvenes panistas.
Las militancias
Ante un gobierno emanado de partido único, oficial, que monopolizaba el poder y que maniobraba para que los trabajadores se sometieran a los dictados y a la manipulación política, González Schmal creía que éstos deberían tener opciones para militar o simpatizar con diversos partidos; abogaba por la pluralidad y el respeto por los derechos humanos.
De esta manera explica por qué se comprometió con un emergente partido político, el PAN, que tenía y compartía sus creencias
“Era un partido que no recibía subsidios políticos, con integrantes que aportaban su tiempo y esfuerzo, comprometidos por mejorar al país, al servicio de México”, comenta rememorando las famosas rifas de autos Volkswagen con las que se financiaba el PAN.
Sin embargo, dice, en 1988 inició el declive y degradación del PAN y sus ideales al formar una alianza con el gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. Fue cuando el PAN empezó a recibir subsidios de parte del gobierno. Aquel año el entrevistado había disputado la candidatura presidencial a Manuel J. Clouthier entre el panismo.
En ese contexto, González Schmal recuerda cómo integrantes de la generación que se formó con intelectuales y maestros, como Manuel Gómez Morín, empezaron a ver con recelo la avanzada de nuevos militantes procedentes de las cúpulas empresariales, así como el posicionamiento de los ultraderechistas del Yunque. Fue entonces que crearon el Foro Democrático y Doctrinario, una corriente crítica al interior del PAN.
Era demasiado tarde. Nada pudieron hacer los foristas con la avanzada de la derecha más radical y el empresariado, de manera que en 1992 decidieron renunciar al PAN y buscar otras vías de participación política.
“El parteaguas fue la gubernatura de Vicente Fox. Se empezaron a hacer acuerdos abajo del agua hasta que llegó el caso de que la propia Constitución se reformó para que pudiera ser candidato Fox y llegar a la Presidencia de la República”.
Después de aquello, varios de los foristas se acercaron al PRD pues encontraban puntos de coincidencia con los otrora integrantes de la Corriente Democrática que se escindió del PRI en 1987 y que lanzó a Cuauhtémoc Cárdenas a la Presidencia en 1988 y fundó el PRD en 1989.
En 2003 González Schmal volvió a ser diputado federal y desde ahí fue quien alentó la comisión especial para investigar a los hijos de Marta Sahagún. La etapa fue intensa pues por esos años le tocó formar parte del equipo jurídico, junto con el también forista Bernardo Bátiz, que defendía a Andrés Manuel López Obrador del desafuero.
AMLO y Morena, la desilusión
Aunque la mayor parte de su trayectoria ha transcurrido en la Ciudad de México, González Schmal ha mantenido su rancho en General Cepeda desde los años setenta, donde suele pasar las temporadas vacacionales, así como las de preparación del ciclo agrícola y cosecha. Por eso siempre se ha considerado coahuilense y en dos ocasiones, la primera en 1993 y la segunda en 2011, ha sido candidato a la gubernatura del estado.
Todavía en 2012 participó como candidato al Senado por lo que hoy se conoce como Morena y en 2015 contendió por la alcaldía Benito Juárez en la Ciudad de México.
Su última gran desilusión y por la cual ahora no tiene militancia partidista, dice, fue su experiencia en Morena.
“Con ese mismo idealismo que caracterizó los inicios del PAN es que nació el proyecto de Morena. Simpatizaba con Andrés Manuel y sus ideales. Sin embargo, una vez que llegó al poder hubo una metamorfosis absoluta del hombre que buscaba y quería un gobierno democrático, pero que hace totalmente lo contrario a los principios y valores que había proclamado cuando era un candidato”, expone.
Sus posiciones son radicalmente distintas, hay contradicciones y el hecho de que su gobierno se base en el militarismo, cuando el entrevistado había tenido amplias conversaciones con Andrés Manuel en las que se condenaba la militarización, lo dejaron asombrado.
Luego, advierte, vendría la aversión de López Obrador a la división de poderes, su ataque a las instituciones electorales que tanto costó construir y en el último año su ataque evidente al Poder Judicial.
“Son contradicciones y una traición total a los valores con los cuales fundamos el partido”, remarca.
Añade: “Si un partido político no es el taller y la escuela de democracia de sus militantes, nunca va a contribuir a la democracia y al libre juego de partidos. Si no hay democracia interna, verticalidad de la dirección y verdadera compenetración de los principios, ese partido es sólo un instrumento más del poder en turno”.
De memoria, González Schmal cita a Cervantes:
“Querido Sancho: compruebo con pesar, como los palacios son ocupados por gañanes y las chozas por sabios. Nunca fui defensor de los reyes, pero peores son los que engañan al pueblo con trucos y mentiras, prometiendo lo que saben que nunca les darán. País este, amado Sancho, que destrona reyes y corona piratas, pensando que el oro del rey será repartido entre el pueblo, sin saber que los piratas sólo reparten entre piratas.”
La historia coahuilense
Jesús González Schmal es amante de la historia mexicana y particularmente del proceso revolucionario. Le apasiona hablar de Venustiano Carranza y el Ejército Constitucionalista.
Para el entrevistado, Carranza es una personalidad fundamental para el México de nuestro tiempo y, sin dudarlo, califica la presencia del Barón de Cuatrociénegas en la Revolución equiparable a la de José María Morelos y Pavón en la Independencia.
Fue en la búsqueda de los temas revolucionarios que profundizó en el estudio de la obra de Francisco L Urquizo, cuyos descendientes son cercanos a González Schmal y con ellos participa en una asociación para reivindicar la obra del general oriundo de San Pedro de las Colonias.
“Me propongo dar a conocer y buscar el reconocimiento que merece el general Francisco L. Urquizo, un revolucionario, militar y escritor muy importante debido a sus aportes en la historia de la Revolución y sus grandes obras literarias, sin lugar a dudas las mejores en cuanto a hablar sobre la Revolución Mexicana, que vivió directamente”.
Además de su amor hacia la política, la historia y el mundo del derecho, una de las pasiones más grandes de Jesús González Schmal es la agricultura, pues pasa buena parte del año en su rancho de General Cepeda, donde arregla y planta sus árboles cada que tiene oportunidad.
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