Por Dorian Arrzúa
Esta reflexión es de la entrevistada sobre el teatro, pero bien merece para toda manifestación creativa: el arte es aquello que se hace desde el corazón, pues es una muestra pura de –además de creatividad– cariño, amor y compromiso del artista con su obra. “El arte es un catalizador para las emociones, tanto hacerlo como el simplemente verlo”.
Hija de la famosa artista plástica Mercedes Murguía, Lauretta Pugliese es generosa con los lectores de El Coahuilense Noticias a quienes comparte cómo el mundo de óleos y retratos creados por su madre la llevaron a forjar su propia trayectoria en la arquitectura, en la producción de escultura, como pintora y muralista y en la docencia.
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Impulsada por el oficio de su mamá, Lauretta intentó estudiar artes plásticas en Arteaga, pero ahí no había nada de eso. Así que, caprichosa la vida, fue a Saltillo donde estudió una carrera también relacionada con la belleza, pero de un mundo paralelo: la arquitectura.
Así como una escultura no puede tomar forma sin antes picar piedra, las primeras obras de Pugliese estuvieron relacionadas con la rehabilitación de calles y pequeños planos para construcciones y remodelaciones sencillas.
Ya para 2015 decidió incursionar en la producción de arte con acrílico y con sus habilidades heredadas y otras adquiridas tuvo algunos encuentros fugaces con retratos.
Inquieta como creadora, Lauretta Pugliese no es de las que considera que una obra deba estar encadenada a un solo lugar, como las exposiciones. Sí, deben darse a conocer al mundo, pero también deben fluir.
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Para esta artista polifacética es una exquisitez el proceso de creación, el tomar un material en bruto para que una obra vea la luz, y eso mismo disfruta con la madera. Así, ha producido cuadros, marcos, piezas pequeñas con alguna pintura de ella.
También ha incursionado en los murales y en la restauración de figuras de yeso y resina. De hecho, varias iglesias le han tenido fe para hacerles restauraciones.
Del escenario al aula
Todo el conocimiento que Pugliese ha acumulado lo puso al servicio de otra de sus pasiones: la creación de utilería para obras de teatro basadas en fibra de vidrio y otras resinas.
Recuerda de manera especial su trabajo en La casa de Bernarda Alba, para la cual le solicitaron dos cabezas de las actrices que eran las hijas de Bernarda Alba, pues en la historia ambos personajes tenían que ser decapitados.
Para el público –explica– el resultado fue impresionante y aterrador por los detalles que logró recrear en ambas piezas.
Otra de sus facetas es la transmisión de conocimiento como profesora de ingeniería civil, arquitectura y profesora de artes visuales.
Generar conocimiento y compartirlo es, de laguna manera, un arte. Por lo pronto, esta figura de la escena cultural nacional dice que continuará con su trabajo, ya sea como arquitecta, como pintora, como escultora o en la docencia.
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