Por Mariana Santos
En 1965 a Salvador Alcázar Aguilar le nació la pasión por el fisicoculturismo y fitness. Hoy, a sus 75 años de edad, sigue entrenando y compartiendo sus conocimientos con sus alumnos en su gimnasio York, ubicado en el boulevard Eulalio Gutiérrez, en la colonia Praderas, de Saltillo.
Inició en el atletismo. Lanzaba bala y jabalina. Pero su estatura no le ayudaba. Contaba, en cambio, con su fuerza.
Su padre, Camilo Alcázar, fue una de sus motivaciones. Era muy alto y hacía mucho ejercicio. Les transmitió a sus hijos el gusto por el deporte: Salvador y su hermano Abraham practican fisicoculturismo; su hermana Miriam es jueza nacional de esta misma disciplina.
El ejemplo de su padre va más allá de hacer ejercicio. Se centra en llevar una vida sana. Y ello implica una alimentación muy bien cuidada. En su dieta no faltan sardina, camote, apio, arroz y brócoli.
En 1975, durante una competencia que se celebró en Monclova, Salvador ganó el premio Mr. Coahuila en la categoría de veteranos. Pero ganar este tipo de competencia era complejo por el hecho de que no había quién las organizara. Se abocó a ello.
Contó con el apoyo de Mario Nakasima Moreno y del profesor Arturo Berrueto González, quienes ayudaban con los trofeos para los ganadores.
Actualmente el presidente de la Asociación Estatal del Fisicoconstructivismo, Alejandro de León, lo invita a ser maestro de ceremonias y juez de esta disciplina. El entrenador cuenta con bastos conocimientos para este cargo.
Durante 20 años entrenó con rusos y búlgaros, tomó cursos en la Federación Mexicana de Fisicoconstructivismo y en el Comité Olímpico Mexicano.
El trabajo de un juez es ser duro y Alcázar se lo toma en serio. Se impuso la regla de no hablar con los competidores para no crearles inseguridades. “Yo creo que desde el momento que te subes a la tarima ya eres un ganador”, comenta.
“Pero esto tiene que ser muy objetivo; para poder juzgar tienes que tener una cara dura”.
110% DE ESFUERZO
En 1965, en la calle de Cuauhtémoc, cerca de la Alameda, se abrió el primer gimnasio en Saltillo: York. Lo fundó el entrenador Alcázar. Fue el primero en traer pesas y boxeo. Tiempo después se mudó a la calle de Allende y posteriormente al boulevard Eulalio Gutiérrez, donde ya tiene más de 20 años. Esta no es la única sucursal con la que cuenta: rumbo Arteaga, enfrente de la plaza de toros, se encuentra otro “GYM York”, que tiene el triple de aparatos y dos pisos.
Al entrenador no le mortifica que actualmente existan muchos gimnasios en Saltillo. “El sol sale para todos”, dice. Salvador decidió ser entrenador porque “la vanidad es muy bonita”. Nota su esfuerzo reflejado en sus alumnos. Que tu instructor sea Alcázar, es un reto muy grande, ya que no pide el 100%, sino el 110% de esfuerzo.
“Yo soy muy amable, pero también soy muy exigente. Entonces a veces me pongo a verlos y les pregunto ‘¿Cuánto traes? ¿Es todo lo que me puedes dar?’. Y los obligó a que saquen el 110%”, explica.
Enseña con el ejemplo: a sus 75 años realiza rutinas y pide a sus alumnos que lo observen. Y no pone una serie o dos, sino hasta seis, sin descanso y hasta que las gotas de sudor caigan al piso.
A sus alumnos los ha llevado a competencias nacionales. Cuenta con orgullo que uno de sus discípulos, Filiberto García Olivares, ganó en 1986 la competencia Mr. México.
Refiere una anécdota: compró una combi para llevar a sus alumnos a los concursos de fisicoculturismo. El vehículo no contaba con una puerta, por lo que los federales los paraban en plena carretera, pero al ver que eran personas musculosas los dejaban seguir su camino.
Su labor como entrenador cambió en la primera década de este siglo cuando el Instituto Estatal del Deporte lo nombró coordinador del área de grupos vulnerables, que incluía niños y adultos mayores.
Empezó a entrenarlos todos los días. Los sábados realizaba las evaluaciones de los niños con síndrome de Down o lesión medular, así como a los que eran ciegos y sordos. En este cargo duró 25 años.
Y recuerda que sus alumnos ganaron 10 medallas en lanzamiento de jabalina y disco.
En noviembre pasado recibió el premio Estatal del Deporte en la categoría de entrenador, Deportista del Año y premio Lobo de la UAdeC por ser promotor del acondicionamiento físico.
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