El 8 de marzo es un día de reflexión y reivindicación en México, como en todo el mundo. Es el Día Internacional de la Mujer, una fecha que nos recuerda la lucha incansable por la igualdad y el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Sin embargo, a pesar de los avances logrados, todavía enfrentamos una realidad desafiante. Las mujeres en México seguimos luchando contra barreras que limitan nuestro desarrollo pleno en la sociedad.
Uno de los principales obstáculos es la brecha salarial. Las mujeres ganan, en promedio, un 18% menos que los hombres por realizar labores similares. Esta desigualdad económica no solo afecta nuestro bienestar personal, sino que también limita su capacidad para contribuir plenamente a la economía del país. Además, el acceso a puestos directivos sigue siendo un reto. En México, solo un pequeño porcentaje de mujeres ocupa posiciones de liderazgo relevante. Por ejemplo, solo el 3% de las empresas tienen mujeres en puestos directivos destacados, mientras que sólo el 13% de ellas ocupa puestos en los consejos de administración. Lo más preocupante es que solo el 1% de las empresas tienen a una mujer como directora en áreas clave como finanzas, jurídica o general. Esto no solo es un problema de equidad, sino que también implica una pérdida de talento y perspectiva en la toma de decisiones empresariales. La falta de representación femenina en los consejos de administración y en puestos de alta dirección significa que las empresas están privadas de visiones innovadoras y diversificadas que podrían impulsar su crecimiento y competitividad.
La violencia contra las mujeres es otro desafío crítico. En 2024, la Comisión Económica para América Latina reportó que en México once mujeres son asesinadas diariamente por temas relacionados con su género, y alrededor del 70.1% de las mujeres mayores de 15 años hemos experimentado algún tipo de violencia a lo largo de nuestras vidas. Además, cerca del 33% de las mujeres han experimentado violencia con sus parejas. También es alarmante que el 26.6% de las mujeres que trabajamos o hemos trabajado alguna vez hemos experimentado actos violentos en el ámbito laboral, principalmente de tipo sexual y discriminación por razones de género o embarazo. Estas violencias no solo son un crimen contra la humanidad, sino que también perpetúan un ciclo de miedo y opresión que nos impide a las mujeres vivir libres y sin temor.
La violencia de género se manifiesta en diversas formas, desde el acoso callejero hasta el feminicidio, pasando por la violencia doméstica, laboral y política. La falta de acceso a servicios de apoyo adecuados y la ineficacia en la aplicación de la justicia para los casos de violencia de género complican aún más la situación. Es crucial que los gobiernos fortalezcan las políticas públicas y que la sociedad fortalezca las redes de apoyo para proteger a las mujeres y garantizar nuestra seguridad en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Para avanzar hacia una sociedad más justa, es crucial visibilizar y abordar estos desafíos. La incorporación de más mujeres a la economía no solo beneficiaría a las propias mujeres, sino que también impulsaría el crecimiento económico del país. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad, sumar a más mujeres a la economía podría aumentar el PIB de México en 6.9 billones de pesos en la próxima década. Además, es fundamental implementar políticas que fomenten la igualdad salarial y promuevan la participación femenina en puestos de liderazgo y toma de decisiones. Esto podría incluir programas de mentoría, capacitación en liderazgo y políticas de conciliación familiar que faciliten la compatibilidad entre el trabajo y la vida personal. De igual manera es importante concientizarnos que la distribución equitativa de los trabajos domésticos entre todos los miembros de la familia, genera un ambiente propicio para el desarrollo de las mujeres en el ámbito profesional.
En este Día Internacional de la Mujer, más que nunca, debemos hacer un llamado a la conciencia de toda la sociedad. Es hora de reconocer que la lucha por la igualdad no es solo un asunto de las mujeres, sino un reto que nos involucra a todas y todos. Debemos trabajar juntos como sociedad para erradicar la violencia y las desigualdades que enfrentamos las mujeres. Solo así podremos construir una sociedad más justa y equitativa, donde todas las personas puedan desarrollarse plenamente sin temor a la discriminación o la violencia.
El 8 de marzo es un recordatorio de que, aunque hemos avanzado, todavía hay mucho por hacer. La lucha por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres es un camino largo, pero no imposible. Si trabajamos unidos como sociedad, podemos crear un futuro donde las mujeres podamos vivir sin miedo, sin discriminación y con las mismas oportunidades que los hombres. Es hora de actuar, de ser parte de la solución y no del problema. Solo juntos podemos construir un México más justo y equitativo para todas y todos.
Gabriela María De León Farías
Maestra en Derechos Humanos
Especialista en Gobierno Abierto y Rendición de Cuentas.
Ciudadana.
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