100 años de camino… Faltan 170

marzo 13, 2023
1 min de lectura

Por Lizbeth Ogazón 

Simón de Beauvoir afirma que la mujer tal y como la define la sociedad de Occidente es una construcción cultural. De esta postura partimos para analizar las acciones afirmativas, así como el impacto que éstas han tenido en la gradual reducción de la brecha política, social y salarial de las mujeres en las sociedades capitalistas contemporáneas. 

Pierre Saintyves descubre un origen mágico que se comparte en la mayoría de los pueblos jóvenes donde se atribuye a la fertilidad la garantía de subsistencia; y por lo tanto, milagrosa. 

Si bien es cierto que la ética tiene vinculaciones con la religión, también lo es que este proceso no tiene que ver con la aceptación de un relato legendario. 

La creación cultural tiene más que ver con un propósito organizado de manera estructural por el modo de producción. 

Engels ve en la explotación de una clase por otra la base de la civilización, donde el progreso de unos representa al mismo tiempo un retroceso para la clase oprimida, que es la inmensa mayoría. 

Propone entonces la fraternidad de la sociedad, la igualdad de derechos y la instrucción general para construir la próxima etapa superior de la sociedad. 

Esta breve fórmula condensa las metas de las acciones afirmativas, entendidas como aquellas políticas públicas para favorecer o empoderar a determinadas personas o grupos con el fin de reducir las desigualdades de género, socioculturales y económicas que les afectan y que en el caso de las mujeres son obligatorias, ya que el género es un factor que nos ha limitado el acceso a los recursos económicos, culturales y políticos importantes para nuestro desarrollo. 

En 2017 un estudio publicado por el Foro Económico Mundial señalaba que la desigualdad de género en el mundo es del 32%; esto es, las mujeres sólo tienen acceso al 68% de los derechos que tienen los hombres. 

Esta brecha depende de las acciones afirmativas que se han tomado en cada país. Sin embargo, de acuerdo con el estudio, de mantenerse las condiciones actuales serían necesarios 170 años para que todas las personas, independientemente de su género, vivan como lo decía Engels: de una manera fraternal, igualitaria y justa.

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