Brenda Macías
Por Brenda Macías
Este 8 de marzo, el Día Internacional de las Mujeres tendrá un significado especial al conmemorarse 50 años de la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer en México (1975) y 30 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (1995). Estos hitos recuerdan los avances logrados en la igualdad de género y refuerzan la necesidad de seguir trabajando por un mundo más justo e igualitario.
La Conferencia de México marcó un punto de inflexión en los derechos de las mujeres: estableció un plan de acción global contra la discriminación laboral, la violencia de género y la falta de acceso a la educación.
Veinte años después, la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing llevó esta lucha a un nuevo nivel: estableció metas concretas en doce áreas críticas, como la pobreza, la salud y la participación política. En Beijing, 189 países se comprometieron a garantizar los derechos de las mujeres y las niñas en todo el mundo.
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Tres décadas después de Beijing y medio siglo tras la Conferencia de México, es vital preguntarnos cuánto hemos avanzado. Hay logros significativos: más niñas acceden a la educación, hay mayor participación femenina en política y más países cuentan con leyes de protección. Movimientos como #MeToo y #NiUnaMenos han visibilizado la violencia de género y han empoderado a millones de mujeres para alzar la voz.
Sin embargo, persisten grandes desafíos. La brecha salarial sigue presente, las mujeres continúan infrarrepresentadas en la toma de decisiones y la violencia de género sigue siendo una pandemia global. Según la ONU, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida. Además, la pandemia de Covid-19 exacerbó desigualdades, afectando especialmente a las mujeres en el acceso a la salud y en el trabajo de cuidados no remunerado.
Este 8 de marzo no sólo debe ser una celebración, sino un llamado a la acción. Es fundamental impulsar políticas públicas que promuevan la igualdad de género, fortalecer leyes que protejan los derechos de las mujeres y fomentar un cambio cultural. La igualdad no se logrará sólo con leyes, sino con transformaciones profundas en cómo pensamos, educamos y nos relacionamos.
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Los hombres también tienen un papel clave como aliados, ya sea en el trabajo, en la crianza o en la vida cotidiana. Además, la lucha por la igualdad de género está vinculada a otras causas, como la justicia racial, los derechos LGBTIQ+ y la defensa del medio ambiente. Las mujeres más marginadas, como las indígenas o migrantes, enfrentan mayores barreras, por lo que cualquier avance debe ser interseccional.
Este 8 de marzo es un día para celebrar los logros alcanzados y reafirmar el compromiso con la lucha por un futuro sin violencia, discriminación ni desigualdad. En palabras de Audre Lorde: «No soy libre mientras alguna mujer no lo sea». Honremos el legado de quienes nos precedieron y sigamos avanzando hacia un mundo más equitativo.
Y si me van a felicitar, háganlo porque estoy en la lucha y no porque soy mujer. Hasta la próxima entrega.
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